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Aguda
desigualdad, saldo de la globalización: Rolando Cordera
Alma Espinosa |
El
presente y la perspectiva están fuertemente condicionados por
el cambio demográfico Sin
igualdad de condiciones difícilmente habrá equidad
de oportunidades educativas |
El
economista Rolando Cordera Campos junto a su prestigiado
colega Samuel Liechtenstein |
El
saldo social del proceso de cambio encaminado a la globalización
es de una aguda desigualdad, tanto en materia de distribución
de ingresos como de la riqueza, sostuvo Rolando Cordera Campos durante
el seminario “La globalización en México: aproximaciones
a un balance de las transiciones mexicanas”, impartido al personal
del Instituto de Investigaciones y Estudios Superiores Económicos
y Sociales (IIESES) de la Universidad Veracruzana (UV).
Cordera Campos lamentó que existiera una estabilidad en la
desigualdad de la distribución de ingresos, lo cual es un mal
reflejo de la economía.
En el plano educativo, llamó a admitir que persiste también
la desigualdad de oportunidades, a pesar de todos los discursos políticos.
Explicó que si no hay una redirección institucional
y si no hay una igualdad de condiciones, difícilmente habrá
equidad en materia de oportunidades para estudiar. |
Lo
anterior, dijo, debería desatar una audaz y agresiva política
educativa enfocada no al discurso decimonónico, sino al actual;
esto es, “para enfrentar esta desigualdad de origen y convertirla
en igualdad y oportunidades, tendríamos que asumir la demografía
cambiante y que la necesidad educativa es distinta a la alfabetización,
pues ahora es la educación media superior y superior”. |
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Sin embargo, comentó, hasta el momento en nuestro continente
no se han creado las plataformas mínimas necesarias para que
la educación sea congruente con nuestra situación imperante,
para que sea a través de la educación como se reduzca
la desigualdad de origen y se convierta en igualdad de oportunidades.
Consideró que no se puede hablar de igualdad y que ésta
asegura la libre formación democrática cuando el nivel
medio superior y superior no se ha transformado y la población
que accede a esta educación es reducida y centralizada. Por
ello, indicó, la desigualdad es el primer saldo nacional, no
sólo económico sino también cultural, por dos
razones: La primera es que nos hemos vuelto sociedades de adultos
jóvenes dispuestos a procesar la desigualdad; la segunda es
porque precisamente los adultos jóvenes pueden clasificarse
como urbanos, es decir, concentrados en las ciudades y con estudios
mínimos de sexto grado de primaria; aunado a ello, son mentes
globalizadas por los medios de comunicación y el Internet.
Aclaró que el tema de la desigualdad no es reciente –Humboldt
en sus crónicas aseguraba que España era la tierra de
la desigualdad–, tampoco es producto de la globalización
ni del liberalismo. Respecto de la globalización, dijo que
ésta no es reciente ni es igual a la de la década de
los ochenta y aseguró que no implica un mercado libre ni libre
flujo de capital, mientras no se acepte el libre flujo de personas
(mano de obra).
Demografía, política y globalización,
transformaciones de México
México presenta actualmente el resultado de tres grandes transformaciones:
demografía, alternancia política y cambio estructural
para la globalización, aseguró el economista y analista.
Rolando Cordera explicó que al conjuntar las dos primeras transformaciones
para ver si la tercera es capaz de reaccionar en positivo a las exigencias
de éstas, la respuesta es negativa; en consecuencia, se debe
idear una forma para hacerlas embonar y así resolver los grandes
y profundos problemas de convivencia social e inequidad de justicia,
que mostraron un crecimiento al surgir otro tipo de reclamos a la
maquinaria económica, relacionados con la demografía
y la política.
En la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información (USBI)
de Xalapa, Cordera Campos, acompañado por Samuel Liechtenstein,
dijo que el presente y la perspectiva están fuertemente condicionados
–si no es que determinados– por el cambio demográfico,
pues es lo más fuerte y profundo, y quizá la misma razón
por la que las ciencias sociales –particularmente la economía
política– tiende a soslayarlo.
“El país ha pasado por una transformación demográfica
y creo que estamos todavía en tiempo de meterle el diente a
esa transformación y analizar sus implicaciones sobre el resto
de la sociedad. Y en términos de la política económica
y social ver qué puede gestarse, inventarse o reeditarse para
encarar un fenómeno que realmente es nuevo en términos
históricos, que se comienza a presentar a fines de los ochenta,
explota a lo largo de los noventa y nos acompaña en lo que
va del nuevo milenio”, expresó.
El coordinador del Centro de Estudios del Desarrollo Económico
de México comentó que la otra gran transformación
que condiciona y hasta determina el presente y rodea la definición
del futuro es el cambio político. “Éste también
es un cambio notable por su gradualidad y por su capacidad de acelerarse
y dar lugar en poco tiempo a un sistema político realmente
diferente al que organizaba el juego por el poder, la lucha y la conservación
del mismo todavía hasta fines del siglo XX”.
Indicó que ahora con tres partidos políticos se ha abierto
el abanico de opciones y disputas por la distribución de los
recursos de la sociedad y particularmente de los que se concentran
en el Estado. “El hecho es que hoy las decisiones en materia
de distribución de recursos públicos y con todo lo que
implica (las políticas) ya no se resuelve en Los Pinos, pasa
por múltiples determinaciones y condicionamientos y da lugar
a muchas irracionalidades, pero no más graves que las sufridas
al final del régimen anterior”, comentó.
Al hablar de la última transformación en México,
Rolando Cordera dijo que el cambio estructural para la globalización
ha traído consigo notaciones muy significativas en la estructura
productiva, las relaciones con el exterior y entre el Estado y el
resto de la sociedad, y en los agentes económicos mismos.
Concluyó al decir que la recepción del proceso de globalización
y la incorporación a ésta se da de diferentes maneras.
“No hay recetas únicas, según muestra la experiencia
de estos años de globalización, particularmente en los
países en desarrollo, incluso en los desarrollados”,
expresó. |
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