Año 8 • No. 301 • Marzo 3 de 2008 Xalapa • Veracruz • México
Publicación Semanal


 Centrales

 General


 Reportaje

 Regiones

 Becas y  oportunidades

 
Arte

 Deportes


 Contraportada


 Números  Anteriores


 Créditos



 

 

 
Aguda desigualdad, saldo de la globalización: Rolando Cordera
Alma Espinosa
El presente y la perspectiva están fuertemente condicionados por el cambio demográfico

Sin igualdad de condiciones difícilmente habrá equidad de oportunidades educativas



El economista Rolando Cordera Campos junto a su prestigiado
colega Samuel Liechtenstein
El saldo social del proceso de cambio encaminado a la globalización es de una aguda desigualdad, tanto en materia de distribución de ingresos como de la riqueza, sostuvo Rolando Cordera Campos durante el seminario “La globalización en México: aproximaciones a un balance de las transiciones mexicanas”, impartido al personal del Instituto de Investigaciones y Estudios Superiores Económicos y Sociales (IIESES) de la Universidad Veracruzana (UV).

Cordera Campos lamentó que existiera una estabilidad en la desigualdad de la distribución de ingresos, lo cual es un mal reflejo de la economía.

En el plano educativo, llamó a admitir que persiste también la desigualdad de oportunidades, a pesar de todos los discursos políticos. Explicó que si no hay una redirección institucional y si no hay una igualdad de condiciones, difícilmente habrá equidad en materia de oportunidades para estudiar.
Lo anterior, dijo, debería desatar una audaz y agresiva política educativa enfocada no al discurso decimonónico, sino al actual; esto es, “para enfrentar esta desigualdad de origen y convertirla en igualdad y oportunidades, tendríamos que asumir la demografía cambiante y que la necesidad educativa es distinta a la alfabetización, pues ahora es la educación media superior y superior”.
Sin embargo, comentó, hasta el momento en nuestro continente no se han creado las plataformas mínimas necesarias para que la educación sea congruente con nuestra situación imperante, para que sea a través de la educación como se reduzca la desigualdad de origen y se convierta en igualdad de oportunidades.
Consideró que no se puede hablar de igualdad y que ésta asegura la libre formación democrática cuando el nivel medio superior y superior no se ha transformado y la población que accede a esta educación es reducida y centralizada. Por ello, indicó, la desigualdad es el primer saldo nacional, no sólo económico sino también cultural, por dos razones: La primera es que nos hemos vuelto sociedades de adultos jóvenes dispuestos a procesar la desigualdad; la segunda es porque precisamente los adultos jóvenes pueden clasificarse como urbanos, es decir, concentrados en las ciudades y con estudios mínimos de sexto grado de primaria; aunado a ello, son mentes globalizadas por los medios de comunicación y el Internet.

Aclaró que el tema de la desigualdad no es reciente –Humboldt en sus crónicas aseguraba que España era la tierra de la desigualdad–, tampoco es producto de la globalización ni del liberalismo. Respecto de la globalización, dijo que ésta no es reciente ni es igual a la de la década de los ochenta y aseguró que no implica un mercado libre ni libre flujo de capital, mientras no se acepte el libre flujo de personas (mano de obra).

Demografía, política y globalización, transformaciones de México
México presenta actualmente el resultado de tres grandes transformaciones: demografía, alternancia política y cambio estructural para la globalización, aseguró el economista y analista.

Rolando Cordera explicó que al conjuntar las dos primeras transformaciones para ver si la tercera es capaz de reaccionar en positivo a las exigencias de éstas, la respuesta es negativa; en consecuencia, se debe idear una forma para hacerlas embonar y así resolver los grandes y profundos problemas de convivencia social e inequidad de justicia, que mostraron un crecimiento al surgir otro tipo de reclamos a la maquinaria económica, relacionados con la demografía y la política.

En la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información (USBI) de Xalapa, Cordera Campos, acompañado por Samuel Liechtenstein, dijo que el presente y la perspectiva están fuertemente condicionados –si no es que determinados– por el cambio demográfico, pues es lo más fuerte y profundo, y quizá la misma razón por la que las ciencias sociales –particularmente la economía política– tiende a soslayarlo.

“El país ha pasado por una transformación demográfica y creo que estamos todavía en tiempo de meterle el diente a esa transformación y analizar sus implicaciones sobre el resto de la sociedad. Y en términos de la política económica y social ver qué puede gestarse, inventarse o reeditarse para encarar un fenómeno que realmente es nuevo en términos históricos, que se comienza a presentar a fines de los ochenta, explota a lo largo de los noventa y nos acompaña en lo que va del nuevo milenio”, expresó.

El coordinador del Centro de Estudios del Desarrollo Económico de México comentó que la otra gran transformación que condiciona y hasta determina el presente y rodea la definición del futuro es el cambio político. “Éste también es un cambio notable por su gradualidad y por su capacidad de acelerarse y dar lugar en poco tiempo a un sistema político realmente diferente al que organizaba el juego por el poder, la lucha y la conservación del mismo todavía hasta fines del siglo XX”.

Indicó que ahora con tres partidos políticos se ha abierto el abanico de opciones y disputas por la distribución de los recursos de la sociedad y particularmente de los que se concentran en el Estado. “El hecho es que hoy las decisiones en materia de distribución de recursos públicos y con todo lo que implica (las políticas) ya no se resuelve en Los Pinos, pasa por múltiples determinaciones y condicionamientos y da lugar a muchas irracionalidades, pero no más graves que las sufridas al final del régimen anterior”, comentó.

Al hablar de la última transformación en México, Rolando Cordera dijo que el cambio estructural para la globalización ha traído consigo notaciones muy significativas en la estructura productiva, las relaciones con el exterior y entre el Estado y el resto de la sociedad, y en los agentes económicos mismos.

Concluyó al decir que la recepción del proceso de globalización y la incorporación a ésta se da de diferentes maneras. “No hay recetas únicas, según muestra la experiencia de estos años de globalización, particularmente en los países en desarrollo, incluso en los desarrollados”, expresó.