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Universidad
y sustentabilidad
José Othón Flores Consejo
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Les
decía pues que esta semana hablaríamos de las fiestas
carnestolendas y sus excesos, aunque no hablaré de todos ellos
porque mi moral y la censura de UniVerso me lo prohíben (aunque
sería más divertido, creo yo).
Lo cierto es que “qué bonito es lo bonito” “sobre
todo cuando es bonito” Los desfiles, el ritmo, en fin, la alegría
jarocha (porque somos jarooooochooos).
El problema es que al disfrutar de todo eso mi ánimo disminuía
cuando el vecino, luego de apurar el último trago de su cerveza,
tiró entre las gradas el vaso, asumiendo que la calle es un
gran bote de basura; más cuando la señora que preparaba
las tortas de la familia en la grada de enfrente lanzó a la
playa los huesos del pollo que cuidadosamente deshebraba, mi nivel
de tolerancia se veía seriamente cuestionado cuando el feliz
participante tiraba y pisaba la colilla de su cigarro en un suelo
ya pletórico de papeles y desperdicios.
El desfile terminó y, aunque enojado, busqué un lugar
para deshacerme de la basura que había generado, misma que
previamente había clasificado, según mi costumbre, en
orgánicos e inorgánicos, sin encontrar en un tramo mayor
a dos kilómetros; un sitio apropiado para depositarla.
Fue entonces que reflexioné acerca de lo que pasa en nuestra
Universidad y me dije: lo bueno es que soy universitario, deberían
de ver lo limpio que tenemos nuestros salones, los patios y pasillos,
las bibliotecas, nuestros baños y luego me sentí más
avergonzado al recordar la realidad.
Todo este tremendo descuido está ocasionando problemas severos
al medio ambiente y por ello, hoy se ha hecho importante el estudio
de la sustentabilidad; pero veamos de qué se trata este asunto.
El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española no
registra la palabra “sustentabilidad” pero define sustentar
como “proveer a alguien del alimento necesario, conservar algo
en su ser o estado, sostener algo para que no se caiga o se tuerza,
defender o sostener determinada opinión, apoyar”.
La vida del ser humano y su constante crecimiento tecnológico
ha provocado que descuidemos de manera drástica nuestro entorno.
La sociedad actual se ha considerado por muchos filósofos como
la sociedad del desperdicio, hoy las cosas son desechables en su mayoría
y el problema es que al fabricar usamos recursos naturales que no
nos ocupamos de renovar y al desechar provocamos desperdicios que
ya no se incorporan a la naturaleza.
La mayor preocupación de la humanidad, en consecuencia, debe
estar en conservar los niveles de desarrollo y avance tecnológico
pero sin descuidar la preservación del entorno. El “desarrollo
sustentable”.
Sobre este tema platiqué con la Leticia Garibay Prado, excelente
compañera y amiga y entusiasta promotora de la sustentabilidad,
adscrita a la Facultad de Biología y me hizo algunos comentarios
que ahora transcribo: “Cuando hablamos de sustentabilidad, hoy
en día, tenemos bien claro que se trata de un cambio de prácticas
comunes en muchos aspectos de nuestras acciones cotidianas; por ejemplo,
desconectar los aparatos eléctricos que no vayamos a utilizar,
disminuyendo así nuestro gasto de energía eléctrica,
o bien hacer el cambio de nuestros focos acostumbrados a focos ahorradores
o al menos hacer el ejercicio diario y continuo de apagar los focos
que no necesitamos al cambiar de un ambiente o de una habitación
a otra”.
Invito a mis lectores a que hagamos ahora un pequeño ejercicio:
Miren a su alrededor y díganme, ¿cuántas luces
están prendidas innecesariamente?
Continúo con la reflexión de la maestra Garibay: “El
problema es que ese cambio debe estar acompañado de la idea
en cada uno de nosotros; el ahorro energético no es una moda
sino una forma de vida que debe trascender a las futuras generaciones”.
“Déjeme citar otro ejemplo, pues en esto de la sustentabilidad
intervienen muchos, pero muchos factores: el cuidado del agua, pero
en serio, llaves y regaderas ahorradoras, baños cortos, cargas
completas de ropa de acuerdo con la capacidad de la lavadora, lavado
de jardines, cocheras y autos con cubetas y usando escobas y trapos
en vez de agua en mangueras, revisión diaria de instalaciones;
sobre todo los WC”.
¿Sabían ustedes que estamos perdiendo el agua de los
ríos cercanos a Xalapa gracias a nuestros nuevos desarrollos
residenciales y a que en su construcción no se prevé
la captación del agua pluvial y su incorporación al
subsuelo? Y el asunto es tan fácil como exigir que en los planes
de construcción de estos nuevos fraccionamientos se ofrezcan
soluciones a este problema (claro que eso reduciría el escandaloso
margen de utilidad de algunos voraces “empresarios”).
Continúo con la maestra: “Permíteme ofrecer algunos
datos: En el estado de Veracruz, se producen cinco mil 900 toneladas
de basura al día; en tan sólo el municipio de Xalapa
400 toneladas y en el campus Xalapa de la Universidad Veracruzana,
según nos lo ha informado la Dirección de Servicios
Generales, se producen de tres a cinco toneladas diarias; que como
ustedes y yo sabemos, van a dar al relleno sanitario o basurero que
hoy está pasando la Congregación del Castillo, municipio
de Xalapa, y que tiene un sin número de problemas, entre los
que destaca el que en poco tiempo ya no abastecerá y de nueva
cuenta habrá que buscar otro lugar al que se le afectará
como a los anteriores rellenos, su entorno y acceso.
“En un estudio realizado en la Facultad de Biología-Xalapa,
se encontró que más de 50 por ciento de nuestros Residuos
Sólidos (RSU), son materia orgánica (producto de los
desechos de la jardinería principalmente) misma que se podría
utilizar, haciendo con ella una composta y más adelante una
lombricomposta y utilizar la tierra que se genera en los propios campus
universitarios y hasta venderla a un costo accesible. La tierra obtenida
por este método tiene un mayor valor agregado y menor costo
que la normal.
“En el mismo estudio se determinó que descontando la
materia orgánica y todo lo no reciclable, que supera en dos
veces a todo lo demás (unicel, vasos de cartón, vasos
con restos de yogurt, popotes, envolturas de papas, dulces, panecillos
y golosinas, etcétera) las botellas de plástico (PET),
ocupan 40 por ciento; el papel y el cartón, 35 por ciento;
el metal y el vidrio, 25 por ciento; y todo esto se puede vender si
no está sucio o arrugado, y aunque aparentemente su costo es
bajo, en promedio general un kilo de estos materiales se vende en
un peso, y en la Universidad se genera, estoy segura dependiendo de
cada facultad o campus cientos de kilos por semana.
“Algunos de los resultados mundiales de este descuido los vemos
ya día a día: el cambio climático, el calentamiento
global, el efecto invernadero, el derretimiento de los polos y de
los hielos ‘icebergs’, las inundaciones y paradójicamente
las sequías, la pérdida de la biodiversidad y de los
bosques, los incendios, la escasez de agua y el desabasto de alimento,
la contaminación del aire, la contaminación visual y
auditiva, el hacinamiento humano, los embotellamientos, la escasez
de combustibles, la desigualdad social, las guerras, el rezago educativo
y muchas pero muchas cosas más, pero para qué le sigo”.
Y concluye: “La sustentabilidad en las universidades tiene que
trascender y pasar a formar parte de acciones realizadas por cada
uno de sus integrantes (estudiantes, maestros, trabajadores), corresponde
a cada quien, a cada administración, a cada grupo, a cada escuela
o campus. En el discurso, se sustenta, se aclara se explica, pero
si no tenemos un cambio de actitud no avanzaremos. Somos las universidades,
las formadoras de los nuevos profesionista en quienes se debe incidir
para formar un nuevo paradigma, el del ahorro y la preservación
de los recursos para las futuras generaciones. Somos la elite del
conocimiento y por tanto responsables de que estas actitudes trasciendan,
debemos poner el ejemplo, debemos imponer la moda.
”La sustentabilidad ya es nuestra única oportunidad y
es la forma de contrarrestar lo que ya tenemos encima; mejor pensemos
y hagamos lo mínimo; separo los desechos sólidos, apago
los focos que no utilizo, optimizo la luz del día, desconecto
los aparatos que no voy a usar, reviso mis fugas de agua y todo lo
que más pueda ahorrar y así, quizás, un día
más merezcamos ir a dormir tranquilos y despertemos al día
siguiente”.
Hasta aquí por ahora y con el agradecimiento a Leticia Garibay
Prado y a todos los compañeros de la Facultad de Biología,
Xalapa.
Mientras tanto, yo sigo esperando sus comentarios al correo electrónico
otflores@uv.mx |
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