Año 8 • No. 301 • Marzo 3 de 2008 Xalapa • Veracruz • México
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Universidad
y sustentabilidad
José Othón Flores Consejo
Les decía pues que esta semana hablaríamos de las fiestas carnestolendas y sus excesos, aunque no hablaré de todos ellos porque mi moral y la censura de UniVerso me lo prohíben (aunque sería más divertido, creo yo).

Lo cierto es que “qué bonito es lo bonito” “sobre todo cuando es bonito” Los desfiles, el ritmo, en fin, la alegría jarocha (porque somos jarooooochooos).

El problema es que al disfrutar de todo eso mi ánimo disminuía cuando el vecino, luego de apurar el último trago de su cerveza, tiró entre las gradas el vaso, asumiendo que la calle es un gran bote de basura; más cuando la señora que preparaba las tortas de la familia en la grada de enfrente lanzó a la playa los huesos del pollo que cuidadosamente deshebraba, mi nivel de tolerancia se veía seriamente cuestionado cuando el feliz participante tiraba y pisaba la colilla de su cigarro en un suelo ya pletórico de papeles y desperdicios.

El desfile terminó y, aunque enojado, busqué un lugar para deshacerme de la basura que había generado, misma que previamente había clasificado, según mi costumbre, en orgánicos e inorgánicos, sin encontrar en un tramo mayor a dos kilómetros; un sitio apropiado para depositarla.

Fue entonces que reflexioné acerca de lo que pasa en nuestra Universidad y me dije: lo bueno es que soy universitario, deberían de ver lo limpio que tenemos nuestros salones, los patios y pasillos, las bibliotecas, nuestros baños y luego me sentí más avergonzado al recordar la realidad.

Todo este tremendo descuido está ocasionando problemas severos al medio ambiente y por ello, hoy se ha hecho importante el estudio de la sustentabilidad; pero veamos de qué se trata este asunto.

El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española no registra la palabra “sustentabilidad” pero define sustentar como “proveer a alguien del alimento necesario, conservar algo en su ser o estado, sostener algo para que no se caiga o se tuerza, defender o sostener determinada opinión, apoyar”.

La vida del ser humano y su constante crecimiento tecnológico ha provocado que descuidemos de manera drástica nuestro entorno. La sociedad actual se ha considerado por muchos filósofos como la sociedad del desperdicio, hoy las cosas son desechables en su mayoría y el problema es que al fabricar usamos recursos naturales que no nos ocupamos de renovar y al desechar provocamos desperdicios que ya no se incorporan a la naturaleza.

La mayor preocupación de la humanidad, en consecuencia, debe estar en conservar los niveles de desarrollo y avance tecnológico pero sin descuidar la preservación del entorno. El “desarrollo sustentable”.

Sobre este tema platiqué con la Leticia Garibay Prado, excelente compañera y amiga y entusiasta promotora de la sustentabilidad, adscrita a la Facultad de Biología y me hizo algunos comentarios que ahora transcribo: “Cuando hablamos de sustentabilidad, hoy en día, tenemos bien claro que se trata de un cambio de prácticas comunes en muchos aspectos de nuestras acciones cotidianas; por ejemplo, desconectar los aparatos eléctricos que no vayamos a utilizar, disminuyendo así nuestro gasto de energía eléctrica, o bien hacer el cambio de nuestros focos acostumbrados a focos ahorradores o al menos hacer el ejercicio diario y continuo de apagar los focos que no necesitamos al cambiar de un ambiente o de una habitación a otra”.

Invito a mis lectores a que hagamos ahora un pequeño ejercicio: Miren a su alrededor y díganme, ¿cuántas luces están prendidas innecesariamente?
Continúo con la reflexión de la maestra Garibay: “El problema es que ese cambio debe estar acompañado de la idea en cada uno de nosotros; el ahorro energético no es una moda sino una forma de vida que debe trascender a las futuras generaciones”.

“Déjeme citar otro ejemplo, pues en esto de la sustentabilidad intervienen muchos, pero muchos factores: el cuidado del agua, pero en serio, llaves y regaderas ahorradoras, baños cortos, cargas completas de ropa de acuerdo con la capacidad de la lavadora, lavado de jardines, cocheras y autos con cubetas y usando escobas y trapos en vez de agua en mangueras, revisión diaria de instalaciones; sobre todo los WC”.

¿Sabían ustedes que estamos perdiendo el agua de los ríos cercanos a Xalapa gracias a nuestros nuevos desarrollos residenciales y a que en su construcción no se prevé la captación del agua pluvial y su incorporación al subsuelo? Y el asunto es tan fácil como exigir que en los planes de construcción de estos nuevos fraccionamientos se ofrezcan soluciones a este problema (claro que eso reduciría el escandaloso margen de utilidad de algunos voraces “empresarios”).

Continúo con la maestra: “Permíteme ofrecer algunos datos: En el estado de Veracruz, se producen cinco mil 900 toneladas de basura al día; en tan sólo el municipio de Xalapa 400 toneladas y en el campus Xalapa de la Universidad Veracruzana, según nos lo ha informado la Dirección de Servicios Generales, se producen de tres a cinco toneladas diarias; que como ustedes y yo sabemos, van a dar al relleno sanitario o basurero que hoy está pasando la Congregación del Castillo, municipio de Xalapa, y que tiene un sin número de problemas, entre los que destaca el que en poco tiempo ya no abastecerá y de nueva cuenta habrá que buscar otro lugar al que se le afectará como a los anteriores rellenos, su entorno y acceso.

“En un estudio realizado en la Facultad de Biología-Xalapa, se encontró que más de 50 por ciento de nuestros Residuos Sólidos (RSU), son materia orgánica (producto de los desechos de la jardinería principalmente) misma que se podría utilizar, haciendo con ella una composta y más adelante una lombricomposta y utilizar la tierra que se genera en los propios campus universitarios y hasta venderla a un costo accesible. La tierra obtenida por este método tiene un mayor valor agregado y menor costo que la normal.

“En el mismo estudio se determinó que descontando la materia orgánica y todo lo no reciclable, que supera en dos veces a todo lo demás (unicel, vasos de cartón, vasos con restos de yogurt, popotes, envolturas de papas, dulces, panecillos y golosinas, etcétera) las botellas de plástico (PET), ocupan 40 por ciento; el papel y el cartón, 35 por ciento; el metal y el vidrio, 25 por ciento; y todo esto se puede vender si no está sucio o arrugado, y aunque aparentemente su costo es bajo, en promedio general un kilo de estos materiales se vende en un peso, y en la Universidad se genera, estoy segura dependiendo de cada facultad o campus cientos de kilos por semana.

“Algunos de los resultados mundiales de este descuido los vemos ya día a día: el cambio climático, el calentamiento global, el efecto invernadero, el derretimiento de los polos y de los hielos ‘icebergs’, las inundaciones y paradójicamente las sequías, la pérdida de la biodiversidad y de los bosques, los incendios, la escasez de agua y el desabasto de alimento, la contaminación del aire, la contaminación visual y auditiva, el hacinamiento humano, los embotellamientos, la escasez de combustibles, la desigualdad social, las guerras, el rezago educativo y muchas pero muchas cosas más, pero para qué le sigo”.

Y concluye: “La sustentabilidad en las universidades tiene que trascender y pasar a formar parte de acciones realizadas por cada uno de sus integrantes (estudiantes, maestros, trabajadores), corresponde a cada quien, a cada administración, a cada grupo, a cada escuela o campus. En el discurso, se sustenta, se aclara se explica, pero si no tenemos un cambio de actitud no avanzaremos. Somos las universidades, las formadoras de los nuevos profesionista en quienes se debe incidir para formar un nuevo paradigma, el del ahorro y la preservación de los recursos para las futuras generaciones. Somos la elite del conocimiento y por tanto responsables de que estas actitudes trasciendan, debemos poner el ejemplo, debemos imponer la moda.

”La sustentabilidad ya es nuestra única oportunidad y es la forma de contrarrestar lo que ya tenemos encima; mejor pensemos y hagamos lo mínimo; separo los desechos sólidos, apago los focos que no utilizo, optimizo la luz del día, desconecto los aparatos que no voy a usar, reviso mis fugas de agua y todo lo que más pueda ahorrar y así, quizás, un día más merezcamos ir a dormir tranquilos y despertemos al día siguiente”.

Hasta aquí por ahora y con el agradecimiento a Leticia Garibay Prado y a todos los compañeros de la Facultad de Biología, Xalapa.

Mientras tanto, yo sigo esperando sus comentarios al correo electrónico otflores@uv.mx