Año 8 • No. 306 • Abril 21 de 2008 Xalapa • Veracruz • México
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Tristana
Roberto Ortiz Escobar

El ciclo dedicado a Luis Buñuel por el Departamento de Cinematografía de la Universidad Veracruzana se sigue presentando en el Aula Clavijero de Juárez 55 en su horario acostumbrado de 18:00 horas. Hoy se proyectará La joven (The Young One, 1960), el miércoles 23 Diario de una recamarera (1964) y el viernes 25 Tristana (1970).

En la década de los sesenta Buñuel finiquitó su trabajo fílmico en México, hizo una coproducción con Estados Unidos (La joven) y enfiló sus baterías finales a Francia, país donde iniciara su carrera con dos obras fundamentales del surrealismo: Un perro andaluz (1928.1929) y La edad de oro (1930).

En el caso de Tristana, si bien el proyecto se concretó en 1970, la idea de adaptar a Benito Pérez Galdós (primeramente fue con Nazarín en 1958) se remonta a principios de los cincuenta y se pensó que los roles principales serían para Ernesto Alonso y Silvia Pinal. El plan no prosperó y para 1962 se intentó de nueva cuenta, ahora en España, pero la censura respondió que no estaba interesada en proyecto alguno del director aragonés. Años después se insistió y cuando un censor le dijo a Buñuel que España no estaba preparada para una cinta dirigida por él, la respuesta del cineasta fue que se plegaría totalmente a lo estipulado por el guión.

Filmada en Toledo, Buñuel hace de Tristana una obra crepuscular que aborda los conflictos del final de la existencia humana y su vínculo doloroso con el erotismo. No es casual que en obras como El (1952) y Viridiana (1961), los deseos obsesivos del maduro Francisco Galván (Arturo de Córdova) y del viejo don Jaime (Fernando Rey), sean los móviles que conduzcan a la locura y la muerte.

Cuando Buñuel tenía 52 años realizó El, visión implacable de los celos que atormentan a un caballero de Colón desde su primera noche de bodas y cuyos arrebatos patológicos tal vez puedan resarcirse en la atmósfera contemplativa y meditabunda de un convento. Si bien en Viridiana están presentes las inquietudes de un vejete suicida que narcotiza a su sobrina con tal de poseerla, de manera mucho más cruel el personaje de don Lope en Tristana (también interpretado por Fernando Rey) nos remite a las aspiraciones ridículas de un anciano que se piensa gratificado por el amor de una bella joven que regresa a él después de vivir una aventura con un pintor (Catherine Deneuve como Tristana). Con ingredientes oníricos y de humor negro, Buñuel lleva hasta sus últimas consecuencias la forma como el deseo es frenado altivamente por Tristana, quien además no admite compasión al abrir las puertas de la estancia de don Lope para que el frío invernal ingrese al recinto y acelere la muerte del anciano.

En buena medida los personajes de las dos cintas sugieren las preocupaciones de un artista que jamás renunció a los pronunciamientos liberadores del erotismo, pero a los cuales se anteponían las ataduras sociales y religiosas. No es gratuito que en el discurso, don Lope sea anticlerical y asuma un aire anarquista.

Cuando realiza Viridiana Buñuel tenía 71 años y al filmar Tristana cumplía 70. En el libro Prohibido asomarse al interior, Luis Buñuel admitió cierto parentesco con los personajes españoles de las dos cintas: “es posible que sea algo autobiográfico. Tenemos algo en común: la vejez”. En el remate de su carrera encontramos una especie de tratado sobre las dificultades de concretar los deseos insatisfechos en Ese oscuro objeto del deseo (1977), también con Fernando Rey y la presencia de dos actrices en un mismo papel para acentuar las fantasías y el misterio que la belleza femenina provoca en el hombre.