|
|
|
Inauguró
en la RAC Los Siameses
José Luis Cuevas
visitó Xalapa una vez más
Gina
Sotelo
|
El
continuo ir y venir del polémico José Luis Cuevas por
Veracruz son
siempre un acontecimiento, y es que su presencia –unas veces
irritante, otras juguetona– nunca pasa desapercibida. Filias
y fobias lo han acompañado desde que inició su provocadora
irrupción al mundo del arte. Una vez más Cuevas estuvo
en Xalapa.
Como ya es una costumbre, se hizo acompañar de su querida Beatriz
del Carmen, compañera del alma con quien se ha mimetizado de
manera tan profunda que hacia los últimos tiempos ha llamado
cariñosamente “su siamesa”.
Los Cuevas llegaron este mes a Xalapa para inaugurar en la Galería
Universitaria Ramón Alva de la Canal la exposición doble
Los Siameses, obra en la cual los visitantes podrán apreciar
las convergencias y diferencias de esta pareja que se ha convertido
en inseparable.
Sobre Los Siameses, el propio Cuevas ha escrito: “Desde hace
siete años que nos conocimos, Beatriz del Carmen y yo nos hemos
convertido en una sola persona; nunca nos separamos. Cuando asistimos
a una comida en la que hemos sido invitados, pedimos que se nos siente
juntos. Lo mismo sucede en nuestros constantes viajes. Si yo subo
a mi estudio a trabajar, no puedo hacerlo si mi esposa no está
cerca de mí”. |
|
“Antes,
recuerdo, necesitaba del aislamiento para dibujar o pintar. No permitía
la presencia de nadie. Ahora mis hábitos han cambiado; sin
la cercanía de ella no podría hacer nada. Esto extraña
a nuestros amigos, quienes nos llaman ‘Los Siameses’.
A la entrada del Museo José Luis Cuevas he colocado una escultura
en la que represento a la inseparable pareja. Se trata de dos cabezas
monumentales que he titulado ‘Los Siameses’. ”Hemos
descubierto que conforme pasa el tiempo, nuestro parecido físico
va en aumento. Nos miramos en un espejo y encontramos los mismos rasgos.
Esto nos asombra; sin embargo, nuestros estilos de arte son diametralmente
opuestos. Ni ella ha influido en mí, ni yo; en lo que hago
se da el estilo que Beatriz del Carmen descubrió muchos años
antes de habernos conocido”. |
“En
los cuadros de ella hay ternura y fantasía que la acercan al
surrealismo; mientras que los míos se distinguen por la violencia
y la constante metamorfosis que sufren mis personajes. Trabajamos
juntos, como ya lo dije, pero nuestros mundos son diferentes; sin
embargo, su producción me conmueve y ella es admiradora de
mis dibujos que trazo con rapidez. Nuestra imaginación corre
por diferentes rumbos”
“Aunque en algunas ocasiones hemos coincidido en exposiciones
colectivas, ahora por primera vez nos confrontamos los dos solos.
Ella ocupará una sala del Museo y yo otra. Unas cuantas escaleras
nos separan. Se ha impreso un tríptico que anuncia este primer
encuentro; los asistentes a la muestra decidirán a quién
de los dos prefieren”.
Los Siameses se inauguró el pasado 15 de abril en la Galería
Universitaria “Ramón Alva de la Canal” y podrá
apreciarse por espacio de un mes.
Cuevas, el único e irrepetible
Sabemos que la madre de Cuevas era yucateca de origen cubano-catalán
y su padre tenía ascendencia judía. Desde muy pequeño
descubre su destino de pintor, comenta incluso su madre que antes
de comunicarse con ella articulando palabras, el pequeño José
Luis lo hizo con dibujos.
Desde los 10 años dominó el dibujo académico,
cuando ingresó a la Escuela Nacional de Pintura, Escultura
y Grabado “La Esmeralda”; en ese entonces, el director
Antonio Ruiz pedía a los profesores que le avisaran cuando
llegara el niño a clases para verlo dibujar. Por ese entonces
ganó un concurso nacional de dibujo infantil y realiza su primer
autorretrato.
La figura de Cuevas es relevante en la “Generación de
la ruptura” y cobra notoriedad con su manifiesto La cortina
de nopal (1958) que le publica Fernando Benítez en un suplemento
cultural. Las obras de Cuevas tratan de la carne y su descomposición;
las constantes que forman su estilo son la enfermedad, la vejez, la
muerte, así como la podredumbre moral; su obra es una sublimación
de la degradación humana.
Por su rebeldía e inconformidad, por sus ideas singulares provocadoras
y por sus expresiones libres que desafían y cuestionan el establishment,
abundan sus detractores, pero quienes lo conocen saben que a pesar
de ser un personaje célebre jamás ha dejado de ser un
ser humano sencillo, amistoso, generoso y de buen trato. Pero hay
una certeza, y es que Cuevas ama su vocación, su pintura, su
trabajo, ama todo lo que hace, y es así como construye su genialidad.
Cuevas
por Villarreal
Jaime Moreno Villarreal, en su libro El monstruo y el monumento
dice que para José Luis Cuevas “todo debe quedar registrado”
y es por eso su obsesión de tomarse fotos, y que toda imagen
propia signifique algo en términos biográficos; también
nos dice que es muy difícil que Cuevas en una foto no
aparezca posando, y si una foto no le satisface la rompe en
el acto.
Explica que su culto a la pose surge desde la inmovilidad a la que
fue sometido de niño, ya que debía guardar reposo
a causa de la fiebre reumática que padecía: “Es
axial cómo el quietismo es característico de sus múltiples
autorretratos, axial como tantos personajes inertes se repiten en
sus dibujos. Por su enfermedad tenía prohibido subir las
escaleras corriendo, no podía hacer deportes, ni salir a
la calle los días de lluvia”. |
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|