Año 8 • No. 310 • Mayo 19 de 2008 Xalapa • Veracruz • México
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  Una película de
Anne Bancroft
Roberto Ortiz Escobar
chicol@prodigy.net.mx
El próximo miércoles 21, dentro del ciclo “Rostros femeninos” programado por el Departamento de Cinematografía de la Universidad Veracruzana (UV), el público del Aula Clavijero podrá ver a las 18:00 horas la película Grandes esperanzas (Great Expectations, Estados Unidos, 1997 de Alfonso Cuarón).

En principio, disfrutará de Anne Bancroft, mujer que si bien fue nominada en cinco ocasiones por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood como mejor actriz, sólo una vez recibió la estatuilla dorada (La maestra milagrosa, 1962, de Arthur Penn), arrebatándosela a la avejentada Bette Davis de ¿Qué pasó con Baby Jane? (de Robert Aldrich).

Nacida en Nueva York en 1931, desde muy pequeña la Bancroft definió afanosamente la actividad que soñaba como realización de vida. Se dice que a los nueve años gritaba desde el balcón del departamento donde vivía: “¡quiero ser actriz!, ¡quiero ser actriz!” Su preparación académica demuestra que no estaba equivocada al tomar el timón con pulso enérgico: se inició en la Academia de Arte Dramático de Nueva York, a la mitad de su carrera ingresó al Actor’Studio y con posterioridad estudió en el American Film Institute un taller de dirección.

Al iniciar la década de los cincuenta se convierte en actriz de televisión e inicia con papeles secundarios en la pantalla grande dirigida por Anthony Mann, Delmer Daves y Jacques Tourneur. Se separa del cine durante cinco años para dedicarse al teatro en cuerpo y alma, pero cuando regresa lo hace con aplomo en La maestra milagrosa donde interpretó a la educadora Hellen Keller, una niña que a fines del siglo XIX quedó sorda y ciega después de padecer una congestión cerebral.

Otro papel que incrementó los aplausos del público fue el de la señora Robinson en El graduado (1967), una mujer madura que seduce a un jovencito recién desprendido de los pañales del aprendizaje universitario (Dustin Hoffman).

Esposa del director Mel Brooks, Anne Bancroft alternó con sapiencia el oficio teatral y cinematográfico. Lo hizo pensando en el deber profesional que aspira el mayor de los retos: “Me gusta seleccionar al máximo los papeles…no me causan demasiado impacto las ofertas económicas importantes, pero sí los papeles que pueden significar un hito en mi carrera profesional. Algunos podría incluso hacerlos gratis”

Ciertamente fue un histrión que no permitió a sus personajes doblegarse al guiño fácil de la sobreactuación, tal como ocurre desde hace muchos años con el caricaturesco Al Pacino. De ahí que marcara distancia a la fama tentadora: “Odio el divismo. Me parece estúpido, sencillamente. Un actor es un intérprete, un intermediario entre un guión y un público…Pienso que la vanidad es el abrigo de visón en un cuerpo desnudo ante los ojos de los demás”.

En reconocimiento a esta actriz de peso completo, se reitera la invitación para ver gratuitamente Grandes esperanzas, la segunda cinta con la que Alfonso Cuarón incursionó exitosamente en la meca del cine. Basada libremente en una novela de Charles Dickens (la Inglaterra del siglo XIX se transforma en Miami y Nueva York de fines del siglo XX) y con una sugerente ambientación que integra la lente de Emmanuel Lubezki, esta película nos permite apreciar una de las últimas actuaciones de Ann Bancroft, quien a sus 66 años se convirtió en la señora Dinsmoor, una rica veterana que en el pasado fue abandonada por su novio en pleno altar de casamiento. Con un halo de misterio, acoge a un niño huérfano que a su vez piensa que la anciana es su amuleto de la suerte.