Durante
la década de los años setenta, Ryszard Kapuscinski
era un periodista notable en su país; sin embargo, en aquella
época aún no había sido traducido al español
y era escasamente conocido fuera de Polonia. En 1980, Sergio Galindo,
por aquel entonces director de la Editorial de la Universidad Veracruzana
(UV), aprovechando la estancia del también escritor en México
–durante un periodo en que cubría diversos acontecimientos
de América Latina– entabló amistad con él
y logró que el visitante le concediera los derechos de autor
de La guerra del futbol.
Considerando el valor del libro en aquel momento, Galindo pensó
que probablemente alguna otra editorial de habla hispana o de otra
lengua podría aprovechar la situación de que Kapuscinski
se hallaba en este continente para contratar los derechos del volumen,
de modo que le encargó a Gustaw Kolinski y Mario Muñoz,
maestro de la Facultad de Letras Españolas de la UV, que
en un tiempo mínimo de seis meses lo tradujeran del polaco
al español.
Así recuerda el doctor Mario Muñoz la publicación
que hiciera en 1980 la Universidad Veracruzana, en la colección
Biblioteca, de la primera edición del libro de Ryszard Kapuscinski
que en 1978 sacara a luz la editorial Czytelnik, de Varsovia bajo
el título Wojna futbolowa (La guerra del futbol) y cuyo título
fue cambiado aquí a Las botas. Una segunda edición
del volumen fue publicada recientemente por la UV, como parte de
la Serie Conmemorativa Sergio Galindo, en ocasión de celebrarse
el cincuentenario de la Editorial universitaria.
Sobre la traducción, explicó Mario Muñoz en
el programa Oye, lee y dile, que transmite Radio Universidad todos
los martes de 18:00 a 19:00 horas, que Kapuscinski “es un
autor que lo puede leer cualquier persona: muy directo, con una
prosa, diríamos, sencilla, realista, porque sus relatos están
basados en hechos reales –de hecho, son reportajes–
y tienen la característica de ser relatos configurados como
si se tratara de cuentos, de historias ficticias, aunque no es así,
y ésa es la gran seducción que tiene él como
periodista. De modo que cuando uno lee el libro en el original se
encuentra con una gran dificultad para pasar ese estilo al español.
”Muchas personas que desconocen la cuestión de la traducción
presuponen que se trata solamente de trasladar literalmente el original
al español, lo cual es absolutamente infundado: el traductor
tiene que encontrar el estilo equivalente del autor, el ritmo, la
armonía del lenguaje, que se corresponda al idioma original,
lo cual fue difícil de conseguir, por el breve lapso que
teníamos para entregar la traducción, y además
porque al ser dos, teníamos que uniformar ambos el estilo
de la traducción, y encontrar esas cadencias propias del
polaco que muchas veces resulta casi imposible trasladar al español.
Finalmente se la entregamos a Sergio Galindo para que él,
como escritor nato que era, la revisara, y afortunadamente
le pareció que la traducción era correcta y decidió
que se publicara”.
Todo lo que escribió Kapuscinski, aclaró Mario Muñoz,
fueron experiencias directas. “No eran noticias que le llegaban
de tercera mano, sino que participó en todos los acontecimientos.
Lo conocí durante su estancia en México y me comentó
que hay reportajes en el libro que podrían parecer tomados
de alguna fuente adicional, cuando el hecho es que él en
varias ocasiones estuvo a punto incluso de perder la vida, debido
a que era el primer periodista que entraba siempre en los frentes
de batalla, en aquellos convulsos años de los países
africanos; entonces, varias veces las tropas de uno u otro bando
lo habían copado y estuvieron a punto de fusilarlo porque
lo consideraban espía, hasta que demostraba lo contrario.
”Pero no obstante estas situaciones extremas, era un hombre
muy optimista, que no se arredraba ante las cosas, muy pacífico,
tranquilo, de muy buen humor, muy conversador, porque además
era políglota, por lo que resulta sorprendente que haya atravesado
toda la serie de atrocidades que se narran en sus libros y haya
podido mantener la fe en el ser humano”.
Un gran periodista
Yo había leído algunos reportajes que había
publicado en periódicos polacos cuando viví en aquel
país y conocía la opinión de los expertos en
la materia, que lo consideraban ya un gran periodista, y había
publicado un par de libros muy importantes: La guerra de Angola,
con experiencias personales en los frentes de batalla, y Cristo
con el arma al hombro, también sobre esta clase de conflictos
bélicos, en torno a los cuales gira toda su obra. Así
que cuando Sergio Galindo propuso este libro –del cual yo
tenía antecedentes porque apareció en Polonia en 1978
la edición original y cuando yo llegué en 1979 a Varsovia
ya se hablaba de él–, a mi regreso a Xalapa, en 1980,
decidí respaldar el proyecto”, indicó el actual
director de la revista La Palabra y el Hombre.
En torno a los acontecimientos que narra el libro, recordó:
“Cuando sucedieron los hechos bélicos que entre El
Salvador y Honduras provocó la eliminatoria para el Mundial
de México de 1970, yo estaba en Polonia y me llegó
la noticia muy lejana, pues entonces las noticias de América
Latina llegaban de manera escueta a Europa, y a veces no con las
dimensiones sociales y las repercusiones políticas que estas
noticias pudieran tener, pero me resultó curioso ese fenómeno,
que por un partido de futbol, dos países se encontraran en
situaciones bélicas bastante intensas, y para mi sorpresa,
años después me encontré con que el libro de
Kapuscinski se titulaba La guerra del futbol.
“Kapuscinski tenía ‘olfato’ para prever
situaciones bélicas próximas a suscitarse y por lo
general tenía siempre la primera noticia a mano; era un hombre
muy conocido dentro del ambiente periodístico en todas partes
donde había estado, así que los amigos y conocidos
de esos países mantenían una relación constante
con él y cuando ya había algo que ‘flotaba’
en el aire y podía presuponerse que había una situación
bélica próxima a estallar, él tomaba el primer
avión y se dirigía a ese lugar, por lo que despertaba
los celos de sus colegas que tenían las fuentes desde sus
respectivos países, porque cuando ellos llegaban, ya estaba
allí el polaco, quien había enviado ya, inclusive,
reportajes a su país y a otros medios de información.
”Eso es lo admirable de él, que no reparaba en medios
para estar en el lugar de los acontecimientos, no importaba a qué
argucias tuviera que recurrir para llegar al sitio donde estaban
sucediendo o a punto de suceder los acontecimientos. Me contó
que muchas veces lo habían dado por muerto en Polonia, en
las embajadas de su país, porque había ocasiones en
las que no mantenía comunicación alguna desde las
naciones en que se hallaba cubriendo la noticia, pues se cortaba
todo vínculo con el mundo, especialmente en los países
de África donde en los años setenta hubo una efervescencia
política importante”.
Las botas, de Ryszard Kapuscinski, se puede adquirir en el Servicio
Bibliográfico Universitario situado en Xalapeños Ilustres
37 o en la Feria Permanente del Libro Universitario, de Hidalgo
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