Año 8  • No. 312 • Junio 2 de 2008 Xalapa • Veracruz • México
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Foto: thegeneralist.co.uk

Kapuscinski,
una gloria del periodismo: Mario Muñoz
(1 de 2)
Celia Álvarez

La ética profesional, rasgo distintivo de su ejercicio como reportero

Durante la década de los años setenta, Ryszard Kapuscinski era un periodista notable en su país; sin embargo, en aquella época aún no había sido traducido al español y era escasamente conocido fuera de Polonia. En 1980, Sergio Galindo, por aquel entonces director de la Editorial de la Universidad Veracruzana (UV), aprovechando la estancia del también escritor en México –durante un periodo en que cubría diversos acontecimientos de América Latina– entabló amistad con él y logró que el visitante le concediera los derechos de autor de La guerra del futbol.

Considerando el valor del libro en aquel momento, Galindo pensó que probablemente alguna otra editorial de habla hispana o de otra lengua podría aprovechar la situación de que Kapuscinski se hallaba en este continente para contratar los derechos del volumen, de modo que le encargó a Gustaw Kolinski y Mario Muñoz, maestro de la Facultad de Letras Españolas de la UV, que en un tiempo mínimo de seis meses lo tradujeran del polaco al español.

Así recuerda el doctor Mario Muñoz la publicación que hiciera en 1980 la Universidad Veracruzana, en la colección Biblioteca, de la primera edición del libro de Ryszard Kapuscinski que en 1978 sacara a luz la editorial Czytelnik, de Varsovia bajo el título Wojna futbolowa (La guerra del futbol) y cuyo título fue cambiado aquí a Las botas. Una segunda edición del volumen fue publicada recientemente por la UV, como parte de la Serie Conmemorativa Sergio Galindo, en ocasión de celebrarse el cincuentenario de la Editorial universitaria.

Sobre la traducción, explicó Mario Muñoz en el programa Oye, lee y dile, que transmite Radio Universidad todos los martes de 18:00 a 19:00 horas, que Kapuscinski “es un autor que lo puede leer cualquier persona: muy directo, con una prosa, diríamos, sencilla, realista, porque sus relatos están basados en hechos reales –de hecho, son reportajes– y tienen la característica de ser relatos configurados como si se tratara de cuentos, de historias ficticias, aunque no es así, y ésa es la gran seducción que tiene él como periodista. De modo que cuando uno lee el libro en el original se encuentra con una gran dificultad para pasar ese estilo al español.

”Muchas personas que desconocen la cuestión de la traducción presuponen que se trata solamente de trasladar literalmente el original al español, lo cual es absolutamente infundado: el traductor tiene que encontrar el estilo equivalente del autor, el ritmo, la armonía del lenguaje, que se corresponda al idioma original, lo cual fue difícil de conseguir, por el breve lapso que teníamos para entregar la traducción, y además porque al ser dos, teníamos que uniformar ambos el estilo de la traducción, y encontrar esas cadencias propias del polaco que muchas veces resulta casi imposible trasladar al español. Finalmente se la entregamos a Sergio Galindo para que él, como escritor nato que era, la revisara, y afortunadamente
le pareció que la traducción era correcta y decidió que se publicara”.

Todo lo que escribió Kapuscinski, aclaró Mario Muñoz, fueron experiencias directas. “No eran noticias que le llegaban de tercera mano, sino que participó en todos los acontecimientos. Lo conocí durante su estancia en México y me comentó que hay reportajes en el libro que podrían parecer tomados de alguna fuente adicional, cuando el hecho es que él en varias ocasiones estuvo a punto incluso de perder la vida, debido a que era el primer periodista que entraba siempre en los frentes de batalla, en aquellos convulsos años de los países africanos; entonces, varias veces las tropas de uno u otro bando lo habían copado y estuvieron a punto de fusilarlo porque lo consideraban espía, hasta que demostraba lo contrario.

”Pero no obstante estas situaciones extremas, era un hombre muy optimista, que no se arredraba ante las cosas, muy pacífico, tranquilo, de muy buen humor, muy conversador, porque además era políglota, por lo que resulta sorprendente que haya atravesado toda la serie de atrocidades que se narran en sus libros y haya podido mantener la fe en el ser humano”.

Un gran periodista
Yo había leído algunos reportajes que había publicado en periódicos polacos cuando viví en aquel país y conocía la opinión de los expertos en la materia, que lo consideraban ya un gran periodista, y había publicado un par de libros muy importantes: La guerra de Angola, con experiencias personales en los frentes de batalla, y Cristo con el arma al hombro, también sobre esta clase de conflictos bélicos, en torno a los cuales gira toda su obra. Así que cuando Sergio Galindo propuso este libro –del cual yo tenía antecedentes porque apareció en Polonia en 1978 la edición original y cuando yo llegué en 1979 a Varsovia ya se hablaba de él–, a mi regreso a Xalapa, en 1980, decidí respaldar el proyecto”, indicó el actual director de la revista La Palabra y el Hombre.

En torno a los acontecimientos que narra el libro, recordó: “Cuando sucedieron los hechos bélicos que entre El Salvador y Honduras provocó la eliminatoria para el Mundial de México de 1970, yo estaba en Polonia y me llegó la noticia muy lejana, pues entonces las noticias de América Latina llegaban de manera escueta a Europa, y a veces no con las dimensiones sociales y las repercusiones políticas que estas noticias pudieran tener, pero me resultó curioso ese fenómeno, que por un partido de futbol, dos países se encontraran en situaciones bélicas bastante intensas, y para mi sorpresa, años después me encontré con que el libro de Kapuscinski se titulaba La guerra del futbol.

“Kapuscinski tenía ‘olfato’ para prever situaciones bélicas próximas a suscitarse y por lo general tenía siempre la primera noticia a mano; era un hombre muy conocido dentro del ambiente periodístico en todas partes donde había estado, así que los amigos y conocidos de esos países mantenían una relación constante con él y cuando ya había algo que ‘flotaba’ en el aire y podía presuponerse que había una situación bélica próxima a estallar, él tomaba el primer avión y se dirigía a ese lugar, por lo que despertaba los celos de sus colegas que tenían las fuentes desde sus respectivos países, porque cuando ellos llegaban, ya estaba allí el polaco, quien había enviado ya, inclusive, reportajes a su país y a otros medios de información.

”Eso es lo admirable de él, que no reparaba en medios para estar en el lugar de los acontecimientos, no importaba a qué argucias tuviera que recurrir para llegar al sitio donde estaban sucediendo o a punto de suceder los acontecimientos. Me contó que muchas veces lo habían dado por muerto en Polonia, en las embajadas de su país, porque había ocasiones en las que no mantenía comunicación alguna desde las naciones en que se hallaba cubriendo la noticia, pues se cortaba todo vínculo con el mundo, especialmente en los países de África donde en los años setenta hubo una efervescencia política importante”.

Las botas, de Ryszard Kapuscinski, se puede adquirir en el Servicio Bibliográfico Universitario situado en Xalapeños Ilustres 37 o en la Feria Permanente del Libro Universitario, de Hidalgo 9.