Gracias
a la capacitación que la Universidad Veracruzana (UV) proporcionó
a un grupo de emprendedores, a través de su Centro de Incubación
y Desarrollo Empresarial (Incuba), Veracruz cuenta hoy con 60 nuevas
pequeñas y medianas empresas (Pymes) que dan empleo formal
a más de 150 personas.
Escuelas de música, talleres de velas decorativas, museos ecoturísticos,
guarderías, invernaderos, restaurantes, e incluso una sociedad
de crédito, son algunos de los giros de las nuevas Pymes –ya
registradas ante la Secretaría de Hacienda– que fueron
establecidas en Córdoba, Orizaba, Tuxpan, Boca del Río,
Veracruz, Minatitlán, Tempoal y Xalapa.
Al brindar información, orientación, asesoría,
consultoría, y capacitación a empresarios y emprendedores,
externos y universitarios, la UV cumple con su misión de compartir
el conocimiento con la sociedad y, a la vez, promueve el comercio
formal, el empleo y el autoempleo, y así el crecimiento económico
de la entidad.
Para la Veracruzana, apoyar a este sector es prioridad. De inicio,
porque representa 97 por ciento de la economía en el país
y son el sostén de la mayor parte de la población, pero
sobre todo porque 65 por ciento de las nuevas Pymes que se establecen
cada año en el país (200 mil en promedio) desaparecen
antes de cumplir dos años debido a la falta de orientación
y capacitación.
“La mayoría se enfrentan al burocratismo y al desconocimiento
de la tramitología que requiere el establecimiento formal de
su negocio, que –dicho sea de paso– es una de las más
complejas en el mundo; de ahí que muchos terminen por desesperarse,
desistir de su empeño y desaparecer”, declaró
Rocío Cruz Camacho, directora del Centro Incuba.
Aseguró que además de apoyar a las empresas para elevar
su competitividad y rentabilidad o gestionar financiamientos, la tarea
principal de Incuba es ayudar al emprendedor a clarificar sus objetivos
con diagnósticos y planes de negocios concretos: “Ésta
es la base del éxito de cualquier organización empresarial”,
señaló. De
la mano de Incuba
Para apoyar el desarrollo empresarial, Incuba gestionó ante
instancias federales y estatales más de 700 mil pesos en
créditos empresariales que beneficiaron a las mejores opciones
de negocios, capital semilla que les fue entregado para la compra
de equipo, insumos, renta de instalaciones, pago de licencias y
demás.
Para Cruz Camacho, la solidez de las nuevas empresas radica en la
planeación que los emprendedores llevaron a cabo de la mano
de consultores especializados del Centro, quienes durante varios
meses los capacitaron para clarificar sus propuestas de negocios
y los acompañaron en el proceso de gestación.
Con ello, dijo, aseguran la viabilidad, rentabilidad y permanencia
de las Pymes, pues además de la capacitación previa
llevan a cabo un seguimiento individual que apoya a los nuevos empresarios
en los meses posteriores al establecimiento del negocio para consolidarlo
de acuerdo con los planes establecidos.
Artesanías
con calidad de exportación
Una de las Pymes que Incuba apoyó es Velas Szazar. Sus propietarios,
Rudy Cházaro Hernández, egresado de Diseño
Gráfico, y Emiliano Gómez Cházaro, estudiante
de Agronomía en Xalapa, tenían 10 años trabajando
en el diseño y creación de velas decorativas como
un pasatiempo que les dejaba dinero de vez en cuando.
“No teníamos claro cómo hacer un verdadero negocio,
no nos sentíamos empresarios, y en términos de procesos
y de organización no teníamos idea de las estrategias
a seguir para estandarizar la calidad. Incuba nos ayudó a
formalizar la microempresa y a plantearnos metas más precisas”,
dijeron los Cházaro, primos hermanos que hoy emplean a otras
cuatro personas, o más si es temporada de ventas.
En su taller producen dos mil 500 velas decorativas cada mes y planean
llegar a 10 mil para iniciar la exportación. Tienen puntos
de venta en Monterrey, Guadalajara y el Distrito Federal, además
de que una vez al mes participan en ferias y exposiciones nacionales,
donde venden al mayoreo y promocionan su microempresa.
“Si generas autoempleo eres menos vulnerable, creo que tenemos
que estar conscientes que se puede lograr, que saliendo de la escuela
no necesariamente hay que ir a pedir trabajo, lo que realmente hace
falta es ofrecer trabajo a otros”, comentó Rudy Cházaro.
A partir de la relación con Incuba, los Cházaro tienen
clara su visión a futuro: “Que tengamos suficiente
calidad para dejar de ser una artesanía, pero sin perder
el arte, la esencia”. Confían en que esta visión,
así como una adecuada organización administrativa,
les permitirá hacer crecer el negocio hasta posicionarlo
como uno de los mejores del país.
De
clases particulares a Instituto de Educación Musical
Cuando egresó de la Licenciatura en Educación Musical
que cursó en la UV, Lorena Silva daba clases particulares;
hoy es dueña de Formart, un instituto de educación
y capacitación musical que atiende a 30 niños, de
entre tres meses y 12 años, a quienes ofrece clases de estimulación
temprana y piano, chelo, violín, guitarra o percusiones.
“Incuba me ayudó a proyectar mi trabajo, me hizo percibir
de otra forma mi propia capacidad, y el plan de negocios me dio
la claridad que necesitaba: estructura administrativa, perfiles
de puestos, análisis financiero, organigrama, estudio de
mercado, procesos de trabajo; en fin, claridad para formalizar el
negocio”, comentó Lorena, también licenciada
en Psicología por la UV.
Ella es una de las personas que gracias a la gestión de Incuba
recibió capital semilla para fortalecer la microempresa que
hoy emplea a siete personas: “Mi empresa fue seleccionada
luego de un análisis de viabilidad y pertinencia del plan
de negocios, y eso refuerza su solidez. Por eso el recurso lo voy
a invertir en promocionar el instituto, para hacerlo crecer”.
Para Lorena, lo más difícil al emprender un negocio
es arriesgarse: “Tomar decisiones en cuanto a lo económico,
equilibrar el tiempo personal, tener persistencia para salvar los
obstáculos, disciplina, pero sobre todo, creer que uno es
capaz de lograrlo”. Recomendó a los jóvenes
a tomar estos riesgos y a buscar apoyo profesional como el que la
UV ofrece.
Antes
del fracaso se debe buscar apoyo profesional
Una vez que Claudia Inés Flores Saviaga egresó de
la Universidad, hace dos años, decidió establecer
una empresa de nutrición y terapias alternativas con ahorros
propios y el apoyo de su familia. Todo iba bien hasta que el negocio
empezó a crecer al mismo ritmo que la desorganización
interna.
“Empezamos a tener más demanda de los servicios, pero
también más problemas con el personal, no teníamos
un plan de incentivos, no estaban delimitadas las funciones, no
había claridad en las responsabilidades, existía mala
comunicación y eso empezó afectar seriamente el servicio”,
comenta la joven, de apenas 25 años.
Fue entonces, explica, cuando buscaron el apoyo de Incuba: “Sabíamos
que necesitábamos apoyo profesional si queríamos seguir
adelante y no pasar a ser una de esas miles de empresas pequeñas
y medianas que fracasan en sus
primeros años”. |