Año 8  • No. 318 • Julio 14 de 2008 Xalapa • Veracruz • México
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  La autonomía
revisitada
(3 de 3)
Víctor M. Morales Pavón
Centro de Idiomas-Veracruz
Cuando el maestro promociona este tipo de aprendizaje, le ofrece a sus alumnos la oportunidad de estructurar y de integrar experiencias educativas de naturaleza colaborativa, así como la posibilidad de promocionar el aprendizaje a través de grupos de discusión. De esta manera, el alumno descubre experiencias diferentes realizando actividades que enfatizan el aprendizaje por objetivos más que el simple hacer por hacer.

Es importante subrayar que el aprendizaje colaborativo no tiene nada que ver con un grupo haciendo comentarios libres o generales, se trata de una experiencia educativa cuidadosamente planeada y organizada en donde se ponen en practica habilidades y/o estrategias tales como clarificar y expander significados, realizar explicaciones, contextualizar conceptos, reformular ideas, hacer resúmenes.

Los alumnos, en esta sinergia, actúan como verdaderas fuentes de información de los demás en el grupo, asumiendo un papel realmente activo durante el proceso de aprendizaje. No hay nada al azar. Solamente entendiendo que se trata de una práctica cuidadosamente estructurada podremos hablar de un objetivo real: el grupo reconociendo lo que ya ha aprendido y lo que falta aún por aprender.

Las clases en modalidad colaborativa tienden a ser menos estresadas al no tener a la figura autoritaria e impositiva del maestro tradicional controlando cada paso del proceso. Aquí es el grupo quien establece el ritmo y las metas. A manera de nota final, diremos que una metodología de aprendizaje colaborativo se basa en la interacción que se establece al interior del grupo, y que el maestro toma el papel de un facilitador, listo para hacer acto de presencia sólo cuando es necesario o requerido.

Finalmente abordaremos, de manera general, la cuestión del autoaprendizaje en el caso del estudio de lenguas extranjeras. Los Centros de Idiomas de la UV cuentan desde 1999 con mediatecas conocidas como CADI (Centros de Autoacceso de Idiomas), en donde se ofrece al alumno dos opciones: reforzar su formación en lengua extranjera como un complemento a sus cursos presenciales y/o continuar su formación en modalidad de autonomía, en donde el alumno trabaja de manera autónoma, autodirigiendo su aprendizaje con o sin la ayuda de asesores in situ.

Los CADI, decíamos, son mediatecas o centros con materiales de aprendizaje multimedia. A diferencia de los asistentes a las bibliotecas tradicionales, quienes son básicamente lectores, los usuarios de un CADI son estudiantes de lengua extranjera que trabajan con una serie de materiales diseñados para tales fines, siguiendo ellos mismos, de acuerdo con sus propias necesidades, una secuencia de actividades de aprendizaje – en audio, video y/o lecturas– que los llevarán a obtener un conocimiento en lengua extranjera.

Estas secuencias de aprendizaje (pathways) son rutas de trabajo sugeridas para el alumno. Este puede diseñarlas de manera autónoma o con la tutoría de un asesor académico dentro del CADI y pueden basarse en un área, un tema o una habilidad en especial (escuchar, leer, escribir), o puede ser una combinación de estos tres.

El término de Centro de Autoacceso se refiere a aquel sistema u organización de materiales de aprendizaje y equipo técnico al que el alumno accede de manera autónoma o con la asesoría de un académico especializado (asesor) en los periodos en que ella o él elija de acuerdo con sus posibilidades y necesidades individuales.

En un Centro de Autoacceso, el alumno aprende de la manera en que es más conveniente para ella o para él. Pero para esto es necesario desarrollar las habilidades de las que hablábamos con anterioridad para lograrlo de una manera óptima. Además, los CADI ofrecen un curso de inducción para los nuevos usuarios. Aunado a esto, los asesores académicos que laboran en los centros deben cumplir con una serie de actividades de apoyo al alumno, entre ellas ayudar al alumno a tomar responsabilidad de su propio aprendizaje; a conocer su nivel inicial; a establecer objetivos individuales; a descubrir sus propias estrategias de aprendizaje y dar sugerencias al respecto; indicar qué materiales son convenientes a sus necesidades o qué actividades puede realizar en particular; reconocer materiales que realmente le estén siendo de utilidad; hacer valoraciones del progreso del alumno y contrastarlas con las de éste; convertirse en una fuente de información más dentro del centro; conocer no sólo las características del material sino, sobre todo, cómo un material en particular tiene que ver con el estilo de aprendizaje preferido por el estudiante.

La educación ha pasado por varias etapas y se ha logrado acceder a cada una de ellas con la participación decidida de todos y cada uno de sus actores principales. Hablar de conceptos tales como la autonomía en el aprendizaje implica un cambio de actitud en todos los sectores. Recordemos que las personas no cambian por decreto. No estamos hablando aquí sólo de modalidades, sino de crear una verdadera cultura de cambio. Pero también debemos entender que se trata de un proceso que implica tiempo y compromiso. Depende de cada uno de nosotros que ese tiempo se alargue o se haga lo más breve posible.