|
En el angustioso juego del ser/parecer
Si la filosofía teológicoiluminista argumenta que
el hombre viene al mundo a cumplir una misión, o nace con
las dotes para desempeñar un determinado oficio -la vocación-,
las corrientes del pensamiento del XX muestran el envés de
estas ideas, al concebir al individuo como víctima del absurdo
(piénsese en la literatura de Kafka, Beckett o Camus), siendo
infructuosos sus esfuerzos por trascender, e incluso devienen en
una caricatura. Eso se constata en La otra vida de Miguel Ostrogov
-primera novela del joven escritor español Antonio Gómez
López-Quiñones-, cuyo protagonista, Renato Ravelo,
hace patente desde su infancia una férrea vocación
por ser cartero, y no ceja en su afán hasta que ingresa a
la Oficina de Correos, aunque su labor se limita a coser las bolsas
de los repartidores. Vedado de cualquier posibilidad de tener contacto
directo con la correspondencia, una noche decide irrumpir en el
lugar donde guardan las cartas y, presa de un frenesí por
haber alcanzado su más caro anhelo, incurre en una falta
que intenta ocultar ante el Director y ante sus compañeros
de trabajo. Tal hecho fortuito hace que Ravelo, por una parte, descubra
un romance secreto entre el Señor Director y la hija de una
costurera, por otra, se vea inmiscuido en un complot cuyo propósito
es cambiar el sistema de Correos, y él es elegido el ejecutor
de un crimen que dará pie a dicha transformación.
En estas circunstancias, imbuido de una franca ambición por
conseguir su ascenso a cartero, recurre al chantaje y la intimidación;
su deseo de portar el uniforme de empleado postal llega al extremo
de ataviarse como Miguel Ostrogov, correo del zar. Empero, el nuevo
modo de vida de Renato se ve truncado al final, pues luego de llevar
a cabo su función dentro de la conspiración es separado
de su más grande pasión, volviéndose sus sueños
de ser alguien una quimera, y él, un paria, corriendo la
misma suerte de Miguel Ostrogov, quien fuera desterrado a Siberia.
Un trozo de memoria viva de Xalapa
"La historia no se ocupa del pasado. Le pregunta al pasado
cosas que le interesan al hombre de hoy", ha señalado
José Luis Romero. Es cierto: a través del contacto
con historias, leyendas, narraciones, documentos y crónicas,
el ser humano reconstruye su memoria histórica, que le posibilita
comprender las causas que han dado lugar a la configuración
del entorno donde vive. Tal es el motivo que anima el surgimiento
de Tlacuilo, boletín del Consejo de la Crónica de
Xalapa, pues reconocidos académicos de diversas disciplinas
ponen al alcance del lector aspectos relevantes para apreciar la
riqueza cultural que resguarda la capital del estado de Veracruz:
la fundación del primer ayuntamiento, el Colegio Preparatorio,
el Parque Juárez, la presencia de esclavos negros en la región
de 1578 a 1699, así como el aporte de su mano de obra a los
ingenios azucareros; una biografía del maestro Atenógenes
Pérez y Soto, los murales de la antigua Escuela Normal Veracruzana
-hoy Facultad de Economía de la UV-, así como la estancia
de Antonio López de Santa Anna en Nueva Granada (Colombia).
Dichos contenidos se complementan con dibujos y fotografías
en blanco y negro de la Xalapa de ayer. Esta es una publicación
que, ineludiblemente, debe adquirir toda aquella persona que ame
a esta ciudad, sobre todo los que han nacido en ella.
|