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Claudia Domínguez
Mejía En nuestra época, las ciencias sociales viven una paradoja
especial. Por un lado, detentan cierto prestigio público, sobre
todo a través de los medios de comunicación, que demandan cada vez
más la presencia de científicos sociales para la explicación de
los sucesos; por otro, al interior de la academia se experimenta
la autocrítica, dadas las complejidades del mundo contemporáneo
en el cual han dejado de ser válidas las categorías auxiliares en
la comprensión de los patrones de cambio social.
Sobre tal paradoja se cimenta el desarrollo crítico de la actualidad,
como lo dijera Sergio Acosta, de la Universidad Libre de Berlín,
al participar en el Coloquio Internacional "La postmodernidad en
América Latina", organizado por la UV en colaboración con la Universidad
Pedagógica Veracruzana.
En el Auditorio de
Humanidades, el investigador brasileño fundamentó su interés por
la construcción de una ciencia social cosmopolita, cuya función
básica sea romper cualquier vínculo con las sociedades nacionales,
es decir, ajena a los Estados nacionales -particularmente europeos-
que les dieron origen.
Sergio Acosta se refirió a la propuesta de Habermas, quien habla
de la constitución de los Estados democráticos en la posguerra como
organismos administrativos capaces de tomar decisiones dentro de
la modernidad política, pero que en las condiciones actuales ya
no les es posible seguir cumpliendo esas tareas dada la constelación
de problemas trasnacionales, tanto políticos como ambientales, que
rebasan la esfera local. A fin de enfrentar esta nueva dimensión,
a la cual se agrega la pluralidad cultural, Habermas sugiere la
instrumentación de mecanismos generadores de consensos, como lo
sería la conformación de una gran Nación Europea.
El ponente argumentó que hay varios problemas para seguir la sugerencia
de Habermas, sobre todo de índole histórica, ya que el pensador
alemán parece no considerar que todos los Estados nacionales de
nuestro tiempo de ninguna manera obedecen a un estatuto democrático,
sino que se han construido bajo el costo de guerras y la opresión
de las minorías: ejemplos fehacientes son los países latinoamericanos.
"No podemos basar la democracia mundial en el supuesto de una homogeneización;
la identidad cultural se sobrepone a ello dada su inevitable y necesaria
pluralidad, mas a la vez plantea el gran desafío político de la
constelación postnacional", explicó Sergio Acosta, y agregó un segundo
gran problema: "¿Quién se apropia de los beneficios de la modernidad
y quienes serán las víctimas preferenciales de los riesgos?"
De acuerdo a tu edad puedes participar en alguna de las siguientes
categorías: A, de 12 a 15 años, resumen y opinión; B, de 16 a 18
años, reseña crítica; C, de 19 a 25 años, ensayo; D, profesores
de nivel medio superior frente a grupo, ensayo didáctico, y E, alumnos
del Subsistema de Universidades Tecnológicas, ensayo.
Los interesados enviarán un trabajo acerca de cualquiera de los
182 títulos participantes de la colección La Ciencia para Todos,
que aparecen divididos por áreas en esta convocatoria. Los libros
se encuentran a disposición del público lector en la Red Nacional
de Bibliotecas públicas del país y en librerías.
Los trabajos deberán presentarse escritos a máquina, a doble espacio
y en hojas tamaño carta, engrapadas, sin engargolar. Una cuartilla
se considerará de 25 renglones de 60 a 65 golpes.
Los concursantes podrán ser orientados y apoyados por sus padres,
maestros, amigos o cualquier otra persona, pero la elaboración y
redacción del trabajo deberá ser exclusivamente obra del concursante.
Cuando se haga una cita de la obra reseñada o de otras obras, éstas
aparecerán entrecomilladas y con la ficha bibliográfica completa
de la obra consultada.
Por último, aludió a los estudios postcoloniales, afines con las
teorías postmodernas. Tal perspectiva afirma que las ciencias sociales
modernas fueron construidas a partir de la experiencia particular
de desarrollo de cuatro o cinco países y en donde todas las diferencias
se traducían como vacíos de sociabilidad.
La modernización globalizada, finalizó, sigue siendo la gran religión
civil que legitima políticas absurdas y de transformaciones no siempre
positivas, por lo cual es necesario cuestionar el principio de la
experiencia limitada de un grupo de naciones y, con ello, reconstruir
el conocimiento de las ciencias sociales desde una perspectiva distinta,
no trasplantada de otras realidades. Dicha tarea le corresponde
a la actual generación, que es la encargada de configurar una ciencia
social efectivamente cosmopolita.
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