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¿Qué
es lo primero que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en el
12 de noviembre? Seguramente el Día del Cartero, ¿no? Pero con el
perdón de los señores carteros (supongo que cada vez con menos chamba
con esto de los "e-milios") ese día es memorable para la literatura
en español por ser el día del nacimiento de una mujer verdaderamente
excepcional, lo que se dice un "monstruo" por la esplendidez de
su ingenio, la singularidad que representó en su época en tanto
mujer intelectual y su insaciable sed por el conocimiento: Sor Juana
Inés de la Cruz (1651-1695) o Juana de Asbaje y Ramírez de Santillana
(o Asuaje, como lo han precisado algunos de sus biógrafos, Antonio
Alatorre, entre ellos), y para consuelo de los carteros, ella es
autora por cierto de una de las epístolas más famosas de la historia:
la Respuesta a sor Filotea de la Cruz, en donde se pinta de cuerpo
entero, se despide de las letras (lo que amaba más que a Dios, pero
se vio obligada a hacerlo) y hace una suerte de confesión para la
posteridad.
Sor
Juana fue una escritora que sin salir de la entonces Nueva España
y escasamente del espacio conventual, marcó a la sociedad literaria
de su época, trascendió la 'Mar Océano' y ha llegado hasta nuestro
presente cotidiano, no sólo a través de nuestros billetes de doscientos
pesos, sino de lo que verdaderamente vale la pena: un justo lugar
en la historia de la literatura mundial.
El
contexto que le tocó vivir era muy difícil no sólo por haber nacido
mujer e hija ilegítima (lo que según los valores de su tiempo, eran
dos condiciones que le restaban oportunidades de ascenso social
y le negaban valor a sus aspiraciones literarias), pero ella logró
sobresalir tanto en la poesía, la prosa y el teatro, y es la única
representante, junto con Carlos de Sigüenza y Góngora y Juan Ruiz
de Alarcón de la literatura novohispana, en una época en que el
valor del canon era tan importante que la entonces literatura virreinal
era una copia, más o menos fiel, de la española, y en donde no sólo
era necesario el talento para escribir sino también una desbordada
cultura en varios ámbitos. Pensemos en ese Siglo de Oro Español
y en las obras de escritores como Luis de Góngora y Argote, Francisco
de Quevedo o Félix Lope de Vega (sin hablar de Miguel de Cervantes
quien se cuece aparte), por mencionar algunos de los nombres de
los genios que perpetraban composiciones que constituían auténticos
retos para el intelecto y en donde más de un lego trastabillea y
se queda en blanco.
Además
de las letras, la Décima Musa, como la ha bautizado la crítica,
sintió pasión por la ciencia y la música (sus poemas son una evidencia
de su educado oído y su sensibilidad matemática). Luego de vender
lo que ella llamaba su "quita-pesares", es decir su biblioteca de
cuatro mil volúmenes, sus útiles científicos y sus instrumentos
musicales, dedicando el producto para fines piadosos, muere el 17
de abril de 1695 atendiendo a sus hermanas de orden enfermas de
fiebre. Sus biógrafos conjeturan que se contagió a propósito una
vez que se despojó de lo que para ella más sentido tenía.
Inundación
cástalida fue una de las primeras recopilaciones que de su poesía
se hicieron poco después de su muerte y la edición de esta obra
en la mismísima España (algo que era insólito para los novohispanos)
constituyó una impronta tal que le ganó el nombre del Fénix de México
y suscitó un enorme interés por esta monja mexicana; pero además
la obra de Sor Juana es intemporal, abundante y sorpresiva, algunos
de sus títulos más conocidos son: Los empeños de una casa, El divino
Narciso, Primero sueño, Neptuno alegórico, Sonetos, Autos sacramentales,
sus famosas Redondillas, Amor es más laberinto y más, algunas otras
se han perdido como el compendio de armonía musical, denominado
"El Caracol".
A
pesar de su excelente factura literaria y de la actualidad que guardan
muchos de sus textos, no son muchos los "sorjuanistas" en nuestro
país, destacan desde luego los trabajos de Octavio Paz, Pascual
Buxó y Antonio Alatorre. En la Universidad Veracruzana se han editado
estudios sobre su obra como es el caso de los libros de Octavio
Castro López: Sor Juana y el 'Primero sueño' y Sor Juana Inés de
la Cruz y último de los Austrias, así como el de Amada Palacios:
Hacia una lectura contemporánea de 'Amor es más laberinto'.
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