Año 2 • No. 46 • noviembre 19 de 2001 Xalapa • Veracruz • México
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A la sombra esquiva de Sor Juana
350 años de una mujer que supo latín…
Claudia Domínguez

 

¿Qué es lo primero que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en el 12 de noviembre? Seguramente el Día del Cartero, ¿no? Pero con el perdón de los señores carteros (supongo que cada vez con menos chamba con esto de los "e-milios") ese día es memorable para la literatura en español por ser el día del nacimiento de una mujer verdaderamente excepcional, lo que se dice un "monstruo" por la esplendidez de su ingenio, la singularidad que representó en su época en tanto mujer intelectual y su insaciable sed por el conocimiento: Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695) o Juana de Asbaje y Ramírez de Santillana (o Asuaje, como lo han precisado algunos de sus biógrafos, Antonio Alatorre, entre ellos), y para consuelo de los carteros, ella es autora por cierto de una de las epístolas más famosas de la historia: la Respuesta a sor Filotea de la Cruz, en donde se pinta de cuerpo entero, se despide de las letras (lo que amaba más que a Dios, pero se vio obligada a hacerlo) y hace una suerte de confesión para la posteridad.

Sor Juana fue una escritora que sin salir de la entonces Nueva España y escasamente del espacio conventual, marcó a la sociedad literaria de su época, trascendió la 'Mar Océano' y ha llegado hasta nuestro presente cotidiano, no sólo a través de nuestros billetes de doscientos pesos, sino de lo que verdaderamente vale la pena: un justo lugar en la historia de la literatura mundial.

El contexto que le tocó vivir era muy difícil no sólo por haber nacido mujer e hija ilegítima (lo que según los valores de su tiempo, eran dos condiciones que le restaban oportunidades de ascenso social y le negaban valor a sus aspiraciones literarias), pero ella logró sobresalir tanto en la poesía, la prosa y el teatro, y es la única representante, junto con Carlos de Sigüenza y Góngora y Juan Ruiz de Alarcón de la literatura novohispana, en una época en que el valor del canon era tan importante que la entonces literatura virreinal era una copia, más o menos fiel, de la española, y en donde no sólo era necesario el talento para escribir sino también una desbordada cultura en varios ámbitos. Pensemos en ese Siglo de Oro Español y en las obras de escritores como Luis de Góngora y Argote, Francisco de Quevedo o Félix Lope de Vega (sin hablar de Miguel de Cervantes quien se cuece aparte), por mencionar algunos de los nombres de los genios que perpetraban composiciones que constituían auténticos retos para el intelecto y en donde más de un lego trastabillea y se queda en blanco.

Además de las letras, la Décima Musa, como la ha bautizado la crítica, sintió pasión por la ciencia y la música (sus poemas son una evidencia de su educado oído y su sensibilidad matemática). Luego de vender lo que ella llamaba su "quita-pesares", es decir su biblioteca de cuatro mil volúmenes, sus útiles científicos y sus instrumentos musicales, dedicando el producto para fines piadosos, muere el 17 de abril de 1695 atendiendo a sus hermanas de orden enfermas de fiebre. Sus biógrafos conjeturan que se contagió a propósito una vez que se despojó de lo que para ella más sentido tenía.

Inundación cástalida fue una de las primeras recopilaciones que de su poesía se hicieron poco después de su muerte y la edición de esta obra en la mismísima España (algo que era insólito para los novohispanos) constituyó una impronta tal que le ganó el nombre del Fénix de México y suscitó un enorme interés por esta monja mexicana; pero además la obra de Sor Juana es intemporal, abundante y sorpresiva, algunos de sus títulos más conocidos son: Los empeños de una casa, El divino Narciso, Primero sueño, Neptuno alegórico, Sonetos, Autos sacramentales, sus famosas Redondillas, Amor es más laberinto y más, algunas otras se han perdido como el compendio de armonía musical, denominado "El Caracol".

A pesar de su excelente factura literaria y de la actualidad que guardan muchos de sus textos, no son muchos los "sorjuanistas" en nuestro país, destacan desde luego los trabajos de Octavio Paz, Pascual Buxó y Antonio Alatorre. En la Universidad Veracruzana se han editado estudios sobre su obra como es el caso de los libros de Octavio Castro López: Sor Juana y el 'Primero sueño' y Sor Juana Inés de la Cruz y último de los Austrias, así como el de Amada Palacios: Hacia una lectura contemporánea de 'Amor es más laberinto'.