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El
trabajo de los arqueólogos veracruzanos fue elocuentemente
representado en sus detalles más íntimos y de disciplina
en el escudriñamiento de las civilizaciones originarias,
en la exposición "Descubridores del pasado de
Mesoamérica", que ofrece desde noviembre pasado y hasta
marzo de este año el Colegio de San Ildefonso en la Ciudad
de México.
Veracruz
abrió esta exposición que toca el lado sensible de
investigadores de pensamiento inquieto que actúan en la UV,
particularmente a través del Museo de Antropología
de Xalapa (MAX) y el Instituto de Antropología, y en la delegación
estatal del Instituto Nacional de Antropología e Historia
(INAH), con la cual las instituciones universitarias guardan una
estrecha colaboración.
La
exposición, cuya curaduría general corrió a
cargo de Eduardo Matos Moctezuma y Leonardo López Luján,
incluyó un homenaje a los arqueólogos veracruzanos
que han trabajado en distintas zonas durante el siglo XX, como nos
explica Rubén Morante López, director del MAX.
Para
esta exposición se formó un comité científico,
con un representante de cada una de las regiones culturales de México:
Beatriz de la Fuente (zona Olmeca), María del Carmen Serra
Puche (Preclásico), Felipe Solís (Teotihuacán
y centro de México), Otto Schondube (región Occidente),
Nelly Robles (Oaxaca), Mercedes de la Garza (Maya) y Rubén
Morante (para la Costa del Golfo). Este comité propuso una
serie de temas para la exposición, entre ellos un homenaje
para los arqueólogos fallecidos más importantes.
En
el segmento dedicado a la zona del Golfo, cuya curaduría
le correspondió al director del MAX, se decidió resaltar
el trabajo de Alfonso Medellín Zenil, para tal efecto se
reprodujo su oficina, resultando así una imagen muy humana
y viva de este investigador.
En
la sección dedicada a este antropólogo, fallecido
hace más de tres lustros, el visitante puede apreciar el
escritorio de quien fuera coautor, junto con Octavio Paz, de La
magia de la risa (libro publicado por la UV), tal como lo dejó,
bajo cuya cubierta de cristal había múltiples fotografías
de sus hijos que habían crecido en el Museo, notas dispersas,
un mapa antiguo de Veracruz utilizado para planear sus expediciones
arqueológicas, documentos amarillentos, manuscritos de su
puño y letra, su pluma fuente, un perchero con su saracof
(el sombrero emblemático de la profesión), una Nefertiti,
un simpático veliz de piel de víbora, varios libros
abiertos a la espera de su dueño, como si todavía
estuviese con nosotros, y todos sus pertrechos como si en cualquier
momento fuese a salir al campo a investigar. En fin, un entorno
de trabajo conmovedor que también habla de una historia muy
personal y apasionada.
El
MAX y el Instituto de Antropología colaboraron en la sección
dedicada a El Tajín, en donde hay objetos de José
García Payón, como su pipa, sombrero, lentes, su antigua
máquina de escribir y su cámara fotográfica,
además de algunas esculturas por él halladas, incluyendo
un fragmento de columna de El Tajín, patrimonio del MAX.
Junto
a él, la sección dedicada a otro gran arqueólogo
fallecido: Francisco Beverido, quien saluda al visitante a través
de un autorretrato que se tomó en un espejo de la Facultad
de Artes cuando era apenas un joven fotógrafo, así
como sonriendo a través de sus imágenes de esas célebres
caritas que ilustraron a La magia de la risa.
Pero
además, el segmento dedicado a Veracruz cuenta con una zona
de arqueología subacuática que resulta impresionante
y llena de vida: se exhibe el equipo de buceo utilizado por los
arqueólogos, un calidoscopio con imágenes marinas
de las exploraciones, imágenes cambiantes que se repiten
en espejos formando una museografía muy afortunada. El equipo
en este caso se basa en las exploraciones de Ramón Arellanos
Melgarejo en Ojo de Agua y, para ilustrar como vestigio arqueológico
hallado en este punto, se presenta un yugo prestado por el Museo
Arqueológico de Córdoba. En la misma sección,
se muestran "Los tesoros del pescador", prestados por
el Baluarte de Santiago, del Puerto de Veracruz.
La
exposición también muestra una Cihuatetéotl
para ilustrar el importante hallazgo de Manuel Torres Guzmán,
quien actualmente trabaja en el Instituto de Antropología,
además de las publicaciones que se tuvieron sobre la localización
de este templo a Mictlantecuhtli en El Zapotal. De esos mismos años
son igualmente los hallazgos de Las Higueras, de los cuales se exhibe
un fragmento, patrimonio del MAX, del mural original de aquel sitio.
Además,
el INAH presenta material de las excavaciones de su proyecto especial
en Filobobos, Cuajilote y Vega de la Peña, y en que trabajó
Jaime Cortés. En este parte se presenta un tambor de cerámica
con imágenes de Ehécatl, el dios del viento, además
de imágenes de dioses fálicos; a lo que se agrega
una lápida con la imagen de Quetzalcóatl en bajo relieve,
fruto de las excavaciones en Coyuxquihui, de otro veracruzano: Omar
Ruiz Gordillo.
Alfonso Medellín Zenil, José García Payón,
Francisco Beverido y Ramón Arellanos Melgarejo, en la nómina
de la exposición dedicada a los exploradores del pasado prehispánico,
en el Colegio de San Ildefonso
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