Año 2 • No. 49 • enero 14 de 2002 Xalapa • Veracruz • México
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Reconoce nuestro país el aporte de los arqueólogos veracruzanos
Descubridores del pasado de Mesoamérica

 

El trabajo de los arqueólogos veracruzanos fue elocuentemente representado en sus detalles más íntimos y de disciplina en el escudriñamiento de las civilizaciones originarias, en la exposición "Descubridores del pasado de
Mesoamérica", que ofrece desde noviembre pasado y hasta marzo de este año el Colegio de San Ildefonso en la Ciudad de México.

Veracruz abrió esta exposición que toca el lado sensible de investigadores de pensamiento inquieto que actúan en la UV, particularmente a través del Museo de Antropología de Xalapa (MAX) y el Instituto de Antropología, y en la delegación estatal del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), con la cual las instituciones universitarias guardan una estrecha colaboración.

La exposición, cuya curaduría general corrió a cargo de Eduardo Matos Moctezuma y Leonardo López Luján, incluyó un homenaje a los arqueólogos veracruzanos que han trabajado en distintas zonas durante el siglo XX, como nos explica Rubén Morante López, director del MAX.

Para esta exposición se formó un comité científico, con un representante de cada una de las regiones culturales de México: Beatriz de la Fuente (zona Olmeca), María del Carmen Serra Puche (Preclásico), Felipe Solís (Teotihuacán y centro de México), Otto Schondube (región Occidente), Nelly Robles (Oaxaca), Mercedes de la Garza (Maya) y Rubén Morante (para la Costa del Golfo). Este comité propuso una serie de temas para la exposición, entre ellos un homenaje para los arqueólogos fallecidos más importantes.

En el segmento dedicado a la zona del Golfo, cuya curaduría le correspondió al director del MAX, se decidió resaltar el trabajo de Alfonso Medellín Zenil, para tal efecto se reprodujo su oficina, resultando así una imagen muy humana y viva de este investigador.

En la sección dedicada a este antropólogo, fallecido hace más de tres lustros, el visitante puede apreciar el escritorio de quien fuera coautor, junto con Octavio Paz, de La magia de la risa (libro publicado por la UV), tal como lo dejó, bajo cuya cubierta de cristal había múltiples fotografías de sus hijos que habían crecido en el Museo, notas dispersas, un mapa antiguo de Veracruz utilizado para planear sus expediciones arqueológicas, documentos amarillentos, manuscritos de su puño y letra, su pluma fuente, un perchero con su saracof (el sombrero emblemático de la profesión), una Nefertiti, un simpático veliz de piel de víbora, varios libros abiertos a la espera de su dueño, como si todavía estuviese con nosotros, y todos sus pertrechos como si en cualquier momento fuese a salir al campo a investigar. En fin, un entorno de trabajo conmovedor que también habla de una historia muy personal y apasionada.

El MAX y el Instituto de Antropología colaboraron en la sección dedicada a El Tajín, en donde hay objetos de José García Payón, como su pipa, sombrero, lentes, su antigua máquina de escribir y su cámara fotográfica, además de algunas esculturas por él halladas, incluyendo un fragmento de columna de El Tajín, patrimonio del MAX.

Junto a él, la sección dedicada a otro gran arqueólogo fallecido: Francisco Beverido, quien saluda al visitante a través de un autorretrato que se tomó en un espejo de la Facultad de Artes cuando era apenas un joven fotógrafo, así como sonriendo a través de sus imágenes de esas célebres caritas que ilustraron a La magia de la risa.

Pero además, el segmento dedicado a Veracruz cuenta con una zona de arqueología subacuática que resulta impresionante y llena de vida: se exhibe el equipo de buceo utilizado por los arqueólogos, un calidoscopio con imágenes marinas de las exploraciones, imágenes cambiantes que se repiten en espejos formando una museografía muy afortunada. El equipo en este caso se basa en las exploraciones de Ramón Arellanos Melgarejo en Ojo de Agua y, para ilustrar como vestigio arqueológico hallado en este punto, se presenta un yugo prestado por el Museo Arqueológico de Córdoba. En la misma sección, se muestran "Los tesoros del pescador", prestados por el Baluarte de Santiago, del Puerto de Veracruz.

La exposición también muestra una Cihuatetéotl para ilustrar el importante hallazgo de Manuel Torres Guzmán, quien actualmente trabaja en el Instituto de Antropología, además de las publicaciones que se tuvieron sobre la localización de este templo a Mictlantecuhtli en El Zapotal. De esos mismos años son igualmente los hallazgos de Las Higueras, de los cuales se exhibe un fragmento, patrimonio del MAX, del mural original de aquel sitio.

Además, el INAH presenta material de las excavaciones de su proyecto especial en Filobobos, Cuajilote y Vega de la Peña, y en que trabajó Jaime Cortés. En este parte se presenta un tambor de cerámica con imágenes de Ehécatl, el dios del viento, además de imágenes de dioses fálicos; a lo que se agrega una lápida con la imagen de Quetzalcóatl en bajo relieve, fruto de las excavaciones en Coyuxquihui, de otro veracruzano: Omar Ruiz Gordillo.


Alfonso Medellín Zenil, José García Payón, Francisco Beverido y Ramón Arellanos Melgarejo, en la nómina de la exposición dedicada a los exploradores del pasado prehispánico, en el Colegio de San Ildefonso