Es
centenaria. Ha formado a la mayoría de los cuadros importantes
de la sociedad mexicana. Salvo el presidente Fox que es egresado
de una universidad particular y el presidente Zedillo, que fue economista
por el Instituto Politécnico Nacional (IPN), todos los presidentes
de México de este siglo -salvo los Generales-, han surgido
de la universidad pública.
América
entera ha peleado por su existencia. Desde la ciudad de Córdoba,
Argentina, en 1918, surgieron los primeros llamados a la autonomía
en sus aspectos políticos, docentes, administrativos y económicos:
la libertad de cátedra y concursos de oposición para
la selección del profesorado; elección de los cuerpos
directivos y de las autoridades de la universidad por la propia
comunidad universitaria; reorganización académica,
creación de nuevas escuelas y modernización de los
métodos de enseñanza; docencia activa y mejoramiento
de la formación cultural de los profesores; democratización
del ingreso a la universidad; vinculación con el sistema
educativo nacional; extensión universitaria; fortalecimiento
de su función social; preocupación por los problemas
nacionales y proyección hacia el pueblo de la cultura universal,
latinoamericana y nacional; entre otros acuerdos trascendentes.
Los románticos de la época señalaron a esa
reunión de las inteligencias como el arribo de América
Latina al siglo XX. Faltan sólo 16 años para que cumpla
su primer siglo de celebrada y parecería una reunión
sucedida en estos tiempos.
Por
si fuera poco, la universidad pública latinoamericana tiene
reminiscencias que se remontan al siglo XVI. Están en la
universidad colonial hispánica, al servicio de la política
trazada por el imperio español y formadora de cuadros para
la Corona, la iglesia y las clases superiores de españoles
y criollos. Están en la Universidad de Chile y el talento
de Andrés Bello que supo diseñar una universidad urbana
que sustituyó al clérigo colonial por el abogado formado
principalmente en el Derecho Romano y en el Código Civil,
quién más tarde se convertiría en el artífice
de las nacientes repúblicas de América Latina durante
el siglo XIX y en el funcionario de Estado que las administraría.
La
autonomía llegó a México en 1929 cuando la
Universidad Nacional se convirtió en la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM). Fue una lucha cruenta,
pero el talento de Vasconcelos fue visionario: la otorgó
para el bien del país y de la educación superior.
Luego vendrían las autonomías para las universidades
públicas del interior de México.
La
de nuestra casa de estudios es reciente. La otorgó el gobernador
Chirinos y Víctor Arredondo es nuestro primer rector como
Universidad Autónoma. Comentarios a
mazera2000@yahoo.com.
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