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Armando Fuentes Aguirre, el célebre Catón, es un personaje de aspecto
adusto quien, para desconcierto de todos, irradia humorismo desde
la severidad de su gesto duro y voz terminante. Y, desde luego,
sus conceptos se antojan más impactantes al ser enunciados con la
contundencia de quien conoce al dedillo los terrenos que pisa, siempre
con visión crítica y sentido de la mordacidad optimista.
A invitación del voluntariado de la Secretaría de Desarrollo Económico
del Estado, coincidieron el grupo musical Polonia, que dirige el
violinista Adam Wajda, y este hombre de letras que se dedica –por
razones que es sencillo detectar– al periodismo, en las instalaciones
del World Trade Center (WTC) de Boca del Río.
Todo elogio previo no parece casar por completo con una personalidad
tan singular. Es humorista, pero ante todo es realista; es agudo
observador, y de ello se derivan sus curiosas definiciones acerca
de todo lo que nos rodea. Catón, el maestro residente en Saltillo,
Coahuila, y cuya columna se publica en por lo menos un centenar
de periódicos, habló de la economía nacional: “Dicen que no pasa
nada, y tengo la impresión de que los que dicen esto les ocurre
lo mismo que al que se arroja desde la azotea de un rascacielos;
cuando va cayendo por el piso 10 rumbo al suelo dice: bueno, hasta
el momento nada malo ocurre...”
Sin tomar respiro y sin un solo error de dicción, Catón vuelve a
arremeter: “Dicen que la brevedad va de la mano con la inteligencia;
por tanto, las mujeres inteligentes poseen necesariamente pechos
pequeños. Fíjense ustedes que a mí me gustan tontitas...”
Antes de concluir su alocución de casi 70 minutos, que todo mundo
escuchó sin perder detalle, Catón saluda desde el micrófono a su
amigo Adam Wajda y vierte una serie de elogiosos comentarios hacia
el grupo Polonia. Ahora sí va en serio su oratoria, y se declara
emocionado y agradecido por tener la oportunidad de volver a disfrutar
de “un arte musical hermoso, bien interpretado, que resulta altamente
satisfactorio”.
Catón y Wajda se conocieron desde hace varios lustros. Desde entonces
han entablado una cordial relación amistosa que se apoya en el intercambio
de habilidades. Uno es un artista que toca el violín y dirige uno
de los más notables grupos de música de cámara en el Estado de Veracruz;
el otro es un importante conferenciante, hombre de letras y orador
consumado, cuya opinión es respetada en todo ámbito. El reencuentro
de estos dos amigos, en el marco de un acontecimiento en que ambos
mostraron las aptitudes que les ha hecho célebres, resultó un evento
memorable.
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