Año 2 • No. 54 • marzo 4 de 2001 Xalapa • Veracruz • México
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No hurtarás
Voz en off
Roberto Benítez Contreras
 

Personajes:
Una mujer, 38 años.
Un joven, 25 años.
Un empleado, una vendedora,
más los pasajeros que van y
vienen en una estación.

Son las cuatro de la tarde de hoy mismo en una estación de trenes de cualquier ciudad.

(Entra a la estación una mujer madura muy elegante, trae una maleta y un bolso, con paso decidido se dirige hacia losandenes, en la entrada muestra su boleto, el empleado le dice que su tren está retrasado. Con gesto de fastidio, vuelve atrás, observa el lugar con desdén, suspira, tendrá que esperar en ese lugar que le incomoda. Sin más remedio, va hacia una pequeña cafetería. Allí compra un café, unas galletas, unas pastillas de menta y una revista de decoración de interiores, guarda las cosas pequeñas en su bolso y camina en busca de un sitio en donde entarse. Ningún lugar le convence hasta que encuentra en un rincón una banquita para dos personas. Se sienta, acomoda con escrúpulo atrás de sus tobillos su maleta, cruza el asa de su bolso y coloca a un lado su café mientras abre con atención la revista, da un sorbo, y así trascurren algunos minutos.

Un joven vestido con sencillez se sienta a su lado, al instante ella repliega sus músculos recelosa y evade la mirada, casi quisiera cubrirse toda la cara con la revista. El joven la ve con interés y sospecha de sus temores. Ella se ha escondido detrás de su revista, haciendo de ésta la muralla china que le impide percatarse de todo lo que pasa al otro lado.

De pronto, escucha el peculiar ruidito del papel celofán que proviene de junto al vaso de su café, voltea y ve al joven llevarse una galleta a la boca al tiempo que sus miradas chocan. Se queda pasmada y aparta toda su atención de la revista; sencillamente no da crédito de lo que en ese momento está sucediendo. Después del desconcierto vuelve a su supuesta lectura. Al poco rato el sonido vuelve, esta vez aparta al instante la revista y voltea hacia el joven, quien mientras tanto saborea la galleta. A manera de venganza, ella toma con decisión y violencia una galleta y se la lleva a la boca al tiempo que finge estar absorta en la revista. El joven levanta levemente los hombros y sigue masticando, no ha terminado de hacerlo, cuando de nueva cuenta toma otra galleta y ella rápidamente procede del mismo modo pero con mayor saña. La situación es de dos niños que midiendo su poder, juegan a ver quien toma y come más rápido las galletas; un poco divertido él toma una vez más otra galleta, ella hace lo mismo pero se da cuenta que la envoltura está vacía… Él tiene la última galleta en la mano, sosteniéndola sin llevársela a la boca, ella lo mira con rabia, su cuerpo está totalmente crispado y no desearía otra cosa más en el mundo que matar a ese insolente. Él se limita a partir la galleta en dos y le ofrece cortésmente una de las mitades. Al tiempo que se la arrebata ella se levanta sacando de debajo del asiento su maleta y emprende con resolución la huida, acaban de anunciar su tren. Ella rápidamente lo aborda y se sienta junto a la ventanilla tratando de recobrar la calma y la cordura.

El tren inicia lentamente su partida, ella agudiza su atención pues sabe que el tren pasará cerca del lugar donde estuvo esperando, cuando esto sucede ve al atrevido que a su vez también la ve y la saluda como diciéndole adiós. Ella se indigna, y sin pensarlo, aprieta fuertemente su mano convirtiendo en polvo la mitad de la galleta que llevaba. Se apresura a abrir su bolso para sacar un pañuelo y al mirar al interior lo primero que salta a sus ojos es un paquetito de galletas perfectamente cerrado, se ha quedado paralizada con el paquete en la mano mientras el color rojo cubre rápidamente su cara al tiempo que el tren se aleja de la estación.)
Telón