La construcción y venta a Estados Unidos de un robot en forma
de tiranosaurio rex, creado en el Instituto Politécnico Nacional
(IPN), abre la posibilidad de desarrollar la industria robótica
en México, consideró Francisco Bojórquez Hernández,
director de la Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería
y Ciencias Sociales y Administrativas (UPIICSA).
El
robot, de 6 metros de alto y l4 de largo, construido por la UPIICSA
del IPN y por la empresa Animatronix, fue presentado ayer como parte
de los logros alcanzados en México en el campo de la robótica
en el entretenimiento.
El
dinosaurio, encargado y vendido en 200 mil dólares a una
empresa de entretenimiento de Utah, en Estados Unidos, es el primero
de un total de 10 que serán construidos en el transcurso
del año.
El
robot cuenta con un cerebro computarizado que le permite coordinar
25 movimientos autónomos, que van desde la apertura de fauces,
garras y cambios de postura del cuerpo, hasta rugidos y cambios
de actitud. De pacífica a amenazante.
Según
Bojórquez Hernández, director de UPIICSA, con este
proyecto se amplían las posibilidades de aplicar la robótica
a nuevas áreas, como la educativa, y no sólo en lo
relativo al trabajo de automatización industrial, campo en
el que la unidad ha alcanzado logros importantes. Entre las nuevas
aplicaciones que se estudian, está la elaboración
de prótesis robotizadas o biónicas, y continuar con
el desarrollo de robots cada vez más detallados para la industria
del espectáculo y del entretenimiento, así como diseñar
metodologías de colaboración en equipos multidisciplinarios.
El
resultado del robot y su interés comercial abre también
una posibilidad para que científicos y artistas mexicanos
puedan ver en la robótica una nueva opción de desarrollo
profesional.
El
director de la empresa Animatronix, Erasto Martínez, mencionó
que tanto la calidad alcanzada en el dinosaurio, como su bajo costo,
hacen que esta industria sea atractiva para empresarios del ramo
de las atracciones y entretenimiento de EU y otros países.
*Artículo
publicado en Milenio
|