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Rigoberta
Menchú Tum lleva a Guatemala en las líneas de sus
pequeñas manos, y como
corresponde a las personas de origen maya-quiché, es una
mujer bajita de dulce voz que aún preserva el acento característico
de los indígenas del sur; pero gracias a su gran estatura
moral le sobran los pantalones debajo de sus coloridas vestimentas.
Alguien que no duda en decir que desde niña ha estado vinculada
a las luchas sociales, durante los duros tiempos de la Guerra Fría,
a la que no se permitió sucumbir: "yo no dejé
que me cortaran la cabeza ni la lengua y aquí estoy".
Esa libertad en el pensamiento y la expresión, en el derecho
a disentir y a tomar parte en las realidades sociales es lo que
Rigoberta Menchú requirió también de la ciencia
latinoamericana al participar sobre el tema toral del IV Congreso
Centroamericano de Antropología: "Por la construcción
de la paz", sobre el que giró dicha conferencia inaugural
el lunes pasado en la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información,
USBI-Xalapa, actividad que fue transmitida a todas las regiones
universitarias a través del sistema de videoconferencias.
"No es posible hablar de la paz si seis mil millones de personas
en el mundo viven con menos de dos dólares diarios, cómo
hablar de condiciones para la paz si tenemos en cuenta que de esos
seis mil millones, la mitad sobrevive con un ingreso inferior a
un dólar diario", aseguró la Premio Nobel 1992
para invitar a reflexionar antes a fondo sobre el tema de la desigualdad,
del etnocidio indígena, de la destrucción masiva de
poblaciones, de los incontables refugiados y víctimas de
conflictos armados en todo el planeta, de la destrucción
natural, el saqueo y el destrozo en nombre de una noción
única e insensible de la civilización, de la falta
de reconocimiento real de la diversidad multicultural.
Ninguna ciencia es útil sino resuelve los problemas
de todos los días:
Rigoberta Menchú
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"Cómo
hablar de paz si preferimos el silencio y la complacencia en esta
carrera desenfrenada hacia la destrucción", dijo Rigoberta
Menchú, quien sin necesidad de llevar su conferencia por
escrito, si acaso algunas notas sueltas (y salvo algunos deslices
que cualquier gramático consciente del bilingüismo de
la ponente podría perdonar), insistió en el imperativo
de ver al mundo de un modo integral y alertó a los presentes
en el sentido de que "Chiapas no es el conflicto más
peligroso que existe en el planeta, sino la carrera armamentista
de las grandes potencias y que va más allá de nuestra
imaginación y alcance".
De ahí la preocupación de la autora de La nieta de
los mayas y Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació
la conciencia en cuanto al endurecimiento de la posición
defensiva de los Estados Unidos después de los hechos del
11 de septiembre de 2001. De la autoimposición de esa potencia
como policía internacional bajo el supuesto de su propia
seguridad nacional, con lo que este país ha regresado al
mismo clima imperante en la Guerra Fría, en donde el que
pensaba diferente, era tachado de comunista y se ganaba la tortura,
la ejecución, el yacer en cementerios clandestinos no obstante
ser menor de edad, anciano, mujer o no-nato.
Sin una visión integral de la realidad y sin la consideración
de la diversidad en todos los órdenes no es posible la creación
de propuestas con una perspectiva para el futuro, y ninguna ciencia
es útil sino resuelve los problemas de todos los días,
sino va hacia donde está la gente y actúa con solidaridad
y respeto. Y con este punto que Rigoberta Menchú estimó
prioritario en la agenda internacional dijo que debe enfrentarse
la próxima Conferencia Mundial sobre Desarrollo Sustentable
a efectuarse en Johannesburgo, Sudáfrica; al igual que debe
ser la tónica en los medios de comunicación para dar
participación real a las mujeres, a los jóvenes, a
los ancianos y a los pueblos indígenas para no dejar crecer
a la incomprensión y al olvido.
Rigoberta finalizó con una ironía sobre la intolerancia
a los indígenas: "Nosotros somos como las piedras, ahí
estamos, no chocamos en contra de nadie, son los otros los que tropiezan
con nosotros y no somos nosotros los que vamos a perder".
Los
indígenas somos como las piedras, ahí estamos,
no chocamos en contra de nadie, son los otros los que tropiezan
con nosotros y no somos nosotros los que vamos a perder:
Rigoberta
Menchú
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