Año 2 • No. 54 • marzo 4 de 2002 Xalapa • Veracruz • México
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Imposible hablar de paz en la miseria: Menchú
La Nobel de la Paz, en el IV Congreso Centroamericano de Antropología
Claudia Domínguez Mejía
 

Rigoberta Menchú Tum lleva a Guatemala en las líneas de sus pequeñas manos, y como
corresponde a las personas de origen maya-quiché, es una mujer bajita de dulce voz que aún preserva el acento característico de los indígenas del sur; pero gracias a su gran estatura moral le sobran los pantalones debajo de sus coloridas vestimentas. Alguien que no duda en decir que desde niña ha estado vinculada a las luchas sociales, durante los duros tiempos de la Guerra Fría, a la que no se permitió sucumbir: "yo no dejé que me cortaran la cabeza ni la lengua y aquí estoy".

Esa libertad en el pensamiento y la expresión, en el derecho a disentir y a tomar parte en las realidades sociales es lo que Rigoberta Menchú requirió también de la ciencia latinoamericana al participar sobre el tema toral del IV Congreso Centroamericano de Antropología: "Por la construcción de la paz", sobre el que giró dicha conferencia inaugural el lunes pasado en la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información, USBI-Xalapa, actividad que fue transmitida a todas las regiones universitarias a través del sistema de videoconferencias.

"No es posible hablar de la paz si seis mil millones de personas en el mundo viven con menos de dos dólares diarios, cómo hablar de condiciones para la paz si tenemos en cuenta que de esos seis mil millones, la mitad sobrevive con un ingreso inferior a un dólar diario", aseguró la Premio Nobel 1992 para invitar a reflexionar antes a fondo sobre el tema de la desigualdad, del etnocidio indígena, de la destrucción masiva de poblaciones, de los incontables refugiados y víctimas de conflictos armados en todo el planeta, de la destrucción natural, el saqueo y el destrozo en nombre de una noción única e insensible de la civilización, de la falta de reconocimiento real de la diversidad multicultural.

Ninguna ciencia es útil sino resuelve los problemas de todos los días:

Rigoberta Menchú

"Cómo hablar de paz si preferimos el silencio y la complacencia en esta carrera desenfrenada hacia la destrucción", dijo Rigoberta Menchú, quien sin necesidad de llevar su conferencia por escrito, si acaso algunas notas sueltas (y salvo algunos deslices que cualquier gramático consciente del bilingüismo de la ponente podría perdonar), insistió en el imperativo de ver al mundo de un modo integral y alertó a los presentes en el sentido de que "Chiapas no es el conflicto más peligroso que existe en el planeta, sino la carrera armamentista de las grandes potencias y que va más allá de nuestra imaginación y alcance".

De ahí la preocupación de la autora de La nieta de los mayas y Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia en cuanto al endurecimiento de la posición defensiva de los Estados Unidos después de los hechos del 11 de septiembre de 2001. De la autoimposición de esa potencia como policía internacional bajo el supuesto de su propia seguridad nacional, con lo que este país ha regresado al mismo clima imperante en la Guerra Fría, en donde el que pensaba diferente, era tachado de comunista y se ganaba la tortura, la ejecución, el yacer en cementerios clandestinos no obstante ser menor de edad, anciano, mujer o no-nato.

Sin una visión integral de la realidad y sin la consideración de la diversidad en todos los órdenes no es posible la creación de propuestas con una perspectiva para el futuro, y ninguna ciencia es útil sino resuelve los problemas de todos los días, sino va hacia donde está la gente y actúa con solidaridad y respeto. Y con este punto que Rigoberta Menchú estimó prioritario en la agenda internacional dijo que debe enfrentarse la próxima Conferencia Mundial sobre Desarrollo Sustentable a efectuarse en Johannesburgo, Sudáfrica; al igual que debe ser la tónica en los medios de comunicación para dar participación real a las mujeres, a los jóvenes, a los ancianos y a los pueblos indígenas para no dejar crecer a la incomprensión y al olvido.

Rigoberta finalizó con una ironía sobre la intolerancia a los indígenas: "Nosotros somos como las piedras, ahí estamos, no chocamos en contra de nadie, son los otros los que tropiezan con nosotros y no somos nosotros los que vamos a perder".

Los indígenas somos como las piedras, ahí estamos, no chocamos en contra de nadie, son los otros los que tropiezan con nosotros y no somos nosotros los que vamos a perder:

Rigoberta Menchú