Año 2 • No. 54 •marzo 4 de 2001 Xalapa • Veracruz • México
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Tan lejos y tan cerca
Educación a distancia
Javier Beltrán e Irma Torres (Instituto de Investigaciones Psicológicas-UV) Última parte
 

Es lo más difícil de lograr: la autodisciplina. Adicionalmente a la disciplina se encuentra una claridad en tus propias metas y una actitud que determina tu propia decisión de alcanzar dichas metas. Hay dos situaciones en el estudio a distancia que se entrelazan entre sí. Una de ellas es precisamente la distancia que nos separa de nuestros profesores, que en este caso es todo un mar de por medio, que condicionan consecuentemente la retroalimentación necesaria entre maestro y alumno. La otra es la relación entre nuestros compañeros de aventura, misma que sustituyó a esa necesaria retroalimentación.

Quiero resaltar esta última situación, los compañeros de estudio. A través de compartir los mismo estudios y la experiencia internacional que ello implicó tuvimos la oportunidad tener vivencias invaluables de solidaridad y compañerismo difíciles de olvidar y que de una manera u otra contribuyeron a alcanzar con éxito la meta propuesta. Así transcurrieron dos años de estudio en los cuales tuvimos contacto con nuestros maestros en dos ocasiones, con un año de distancia entre cada una, así como contactos telefónicos con ellos y por vía postal esporádicamente o bien, a través de compañeros que viajaban al viejo continente y que ayudaban a llevar y traer noticias entre nosotros y nuestros maestros. Del mismo modo, una relación de amistad crecía con algunos de nuestros maestros.

Hacia el tercer año llegó la primera prueba en vivo y a todo color: teníamos que presentar un trabajo de investigación para acreditar lo que en el doctorado es un requisito indispensable: la suficiencia investigadora, en nuestro caso se le conoce también como el examen de seis créditos.

Para tal efecto debíamos viajar y enfrentar una situación totalmente desconocida para nosotros: otro país, el mismo idioma pero con acento y acepciones diferentes para algunos vocablos, además de un cierto grado de incertidumbre, ya que debíamos programar nuestra estancia por un tiempo aproximado de un mes para poder presentar el mencionado examen.

Parecía sencillo pero no fue así, de hecho se puede considerar como una primera escaramuza de lo que sería el examen de tesis: Debíamos hacer la presentación de nuestro trabajo ante un jurado formado por cinco sinodales y defenderlo posteriormente, con una mecánica poco usual para nosotros: 40 minutos de exposición, escuchar las intervenciones y preguntas de cada uno de los sinodales y, posteriormente contestar a cada una de ellas en el orden en que fueron realizadas. Lo presentado y defendido en esta ocasión constituyó la primera parte de la tesis: estábamos en camino de lograrlo, ya éramos candidatos a doctor.

Finalmente, iniciamos el trayecto a seguir en nuestra investigación de tesis. Revisar bibliografía, elaborar nuestra propuesta de tesis, desarrollar la investigación y redactar el trabajo final. Como pueden ver son apenas tres líneas para describir todo un proceso que duró dos años. Sin embargo, la retroalimentación de nuestros directores de tesis se hizo tan espaciada que sucedía cada año aproximadamente, lo cual hacía que los nervios se pusieran de punta pues sentíamos que no avanzábamos en nuestro objetivo. Llamábamos por teléfono, escribíamos por e-mail, enviábamos misivas con otros compañeros, pero el resultado no era el esperado.

Por ello, cuando creímos que ya teníamos el trabajo terminado tomamos la decisión de irnos con tiempo suficiente para que el director hiciera las observaciones y nosotros las correcciones pertinentes y obtener así la autorización para el examen correspondiente. Aún así, regresamos a

México a elaborar el manuscrito final, hacer las correcciones de estilo, imprimirla y viajar de regreso a España para que, finalmente el 20 de noviembre del 2000, leyéramos la tesis en donde obtuvimos la calificación de Sobresaliente Cum Laude.

Mi participación no sería completa si no hiciera mención del importante papel que jugó el apoyo de nuestra familia, quien nos acompañó en todas las dificultades que enfrentamos y nos animó siempre para lograr tan anhelado propósito y a quienes sacrificamos en tiempo, en espacio y también con nuestros malos ratos producto de las frustraciones sufridas en el camino. Asimismo, la solidaridad, el apoyo y el ánimo de nuestros compañeros de estudio.

Nosotros tuvimos la oportunidad de ser los primeros en alcanzar la meta, pero sólo fue una cuestión de temporalidad, luego siguieron Sergio, Susana, Sebastián, Raúl, Gilberto, Ana Berta, Elka, Milagros, Belinda y otros que están en lista de espera para este 2002.

Con el título bajo el brazo regresamos a nuestras actividades cotidianas, el título no hace diferencia, sólo que nos sentimos satisfechos de haber logrado una meta más en nuestras vidas, con el reconocimiento de nuestra familia y con relaciones de amistad más profundas.