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¡Mira que lindos zapatitos! - y... ¡zás! se los
ponemos al inocente bebé.
Lo
anterior viene a cuento porque en una ocasión, conversando
con una bailarina acerca de la función de la educación
por el arte, comentábamos la importancia que tiene, tanto
en el hogar como en la escuela, y desde el jardín de niños,
que el adulto comience por devolver al niño la posibilidad
de liberar sus pies, y así como sus pies también sus
manos, oídos, ojos, en fin... sus sentidos y junto con ellos
la posibilidad de expresarse en medio de su mundo. Y es que desde
que el ser humano es pequeñito, los padres y maestros nos
empeñamos inconscientemente, y en ocasiones hasta con cariño,
en atarlo de pies y manos ante la vida que tienen por delante. Provocando
así inseguridad, dependencia y consecuentemente, por desgracia,
temor ante
la vida.
Entre
las funciones más preciadas de la educación está
la de enseñar el camino hacia la felicidad, y ésta
sólo se alcanza cuando el ser humano hace un buen uso de
sus sentidos. Desde que somos bebés podemos diferenciar y
manifestar, a través de nuestros sentidos, lo que nos gusta
y lo que nos disgusta, y es así como podemos adentrarnos
en el ejercicio del bien y el mal, relacionando lo que nos agrada
con el bien y lo que nos enfada con el mal. De este ejercicio de
nuestros sentidos nacen la expresión, la comunicación,
la sociabilización y el consecuente desarrollo de su personalidad.
¿Cómo
hacer para no coartar el desarrollo de los sentidos? Para empezar:
mantenerlos libres antes de obstaculizarlos, para después
ejercitarlos promoviendo juegos de expresión y experimentación,
cosas, que de sobra está decirlo, se dan de manera natural
en todos los niños.
La
espontaneidad y la creatividad van de la mano y una buena orientación,
con el apoyo de actividades artísticas, es indispensable
para el desarrollo integral de la personalidad del niño.
A través de la expresión, con el uso de los sentidos,
se puede iniciar al niño en el goce y práctica de
disciplinas artísticas, mismas que han nacido precisamente
de expresiones emanadas del uso y goce de los sentidos.
La
promoción de actividades artísticas en la escuela
deben ocupar un lugar más importante para ocasionar así
la posibilidad de que el niño se exprese con libertad, provocando
al niño el placer de no dejar nada apretado dentro de esos
"lindos zapatitos" .
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