Son huasteco
y arpas jarochas, toda una fiesta melódica y armónica
de música típica regional, resultaron el corolario
de la inauguración en el Junio Musical. Y, por añadidura,
el imprescindible reconocimiento por parte de la Universidad Veracruzana,
de la Orquesta Sinfónica de Xalapa y de la Dirección
de Divulgación Artística para el talento creador de
uno de los personajes esenciales en la actividad musical de Veracruz.
Un homenaje que el talentoso compositor y arreglista de Naolinco,
cuyas orquestaciones la crítica especializada en California
ha comparado con “la elegancia de Percy Faith”.
La entrega del reconocimiento a Mateo Oliva por parte de las autoridades
universitarias resultó, en sí misma, un momento de
gran emotividad; un verdadero homenaje a quien ha entregado la totalidad
de su periplo creador a la música y el arte generados en
Veracruz en los últimos tiempos. De hecho, el trabajo de
Oliva abarca la totalidad del último tercio del siglo xx;
y no parece declinar, ahora que el maestro –ya jubilado–
se entrega al retiro profesional. Desde la tranquilidad de sus actividades
privadas, Oliva nos ha sorprendido con el estreno mundial de su
Suite huasteca, una vertiginosa ilación de melodías
propias de aquella región, encadenadas mediante una creatividad
que bien explica la admiración que el público de tantas
latitudes profesa hacia este músico.
Oliva y el grupo Tlen Huicani resultaron, al lado de la música
mexicana, los protagonistas medulares en una audición sinfónica
que el público seguramente recordará con gratitud
durante mucho tiempo. Desde la presentación de la primera
parte del Mosaico nacional, fue posible palpar la atmósfera
optimista imperante en el acontecimiento con que arrancó
formalmente el mas importante festival del sureste mexicano. Un
desarrollo orquestal que recrea alfabéticamente los temas
representativos de cada uno de los Estados de nuestra República,
fue seguido por el estreno en México de la segunda parte
del mismo Mosaico, rematado con el atlético arreglo de la
música del estado de Zacatecas.
Y, hacia el final, los sones jarochos orquestados por Oliva para
orquesta sinfónica con grupo folklórico solista. De
nueva cuenta, la entusiasta respuesta del público en el Teatro
del Estado, como ha ocurrido en el Teatro de la República
en Querétaro y en la sala de conciertos de San Bernardino,
California, lugares en que recientemente se han presentado estas
verdaderas creaciones del músico naolinqueño.
Es de destacarse la instrumentación oscura y en tonalidad
menor para el son La bruja; toda una alegoría instrumental
para una tonada cargada de sugerencias surrealistas. Ese es el con
jarocho en su más límpida esencia, del todo respetada
por Oliva en su traslado al ámbito de concierto.
Junio Musical comienza con los mejores augurios. No será,
al decir de Manuel Zepeda Ramos, un festival más. Habrá
de ser la conjugación de todas las experiencias anteriores,
consumadas en virtud de toda la infraestructura existente desde
muchos años atrás y respaldada por la experiencia
universitaria en la realización de acontecimientos de enorme
trascendencia.
Vendrán, más adelante, la ópera, la zarzuela,
el homenaje a Herrera de la Fuente, la música de los ballets
generados por el genio Serge Diaghilev... Xalapa es una fiesta.
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