Año 2 • No. 65 • junio 10 de 2002 Xalapa • Veracruz • México
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Oliva, Tlen Huicani y la OSX
Fiesta sinfónica de la música mexicana
Son huasteco y arpas jarochas, toda una fiesta melódica y armónica de música típica regional, resultaron el corolario de la inauguración en el Junio Musical. Y, por añadidura, el imprescindible reconocimiento por parte de la Universidad Veracruzana, de la Orquesta Sinfónica de Xalapa y de la Dirección de Divulgación Artística para el talento creador de uno de los personajes esenciales en la actividad musical de Veracruz. Un homenaje que el talentoso compositor y arreglista de Naolinco, cuyas orquestaciones la crítica especializada en California ha comparado con “la elegancia de Percy Faith”.
La entrega del reconocimiento a Mateo Oliva por parte de las autoridades universitarias resultó, en sí misma, un momento de gran emotividad; un verdadero homenaje a quien ha entregado la totalidad de su periplo creador a la música y el arte generados en Veracruz en los últimos tiempos. De hecho, el trabajo de Oliva abarca la totalidad del último tercio del siglo xx; y no parece declinar, ahora que el maestro –ya jubilado– se entrega al retiro profesional. Desde la tranquilidad de sus actividades privadas, Oliva nos ha sorprendido con el estreno mundial de su Suite huasteca, una vertiginosa ilación de melodías propias de aquella región, encadenadas mediante una creatividad que bien explica la admiración que el público de tantas latitudes profesa hacia este músico.
Oliva y el grupo Tlen Huicani resultaron, al lado de la música mexicana, los protagonistas medulares en una audición sinfónica que el público seguramente recordará con gratitud durante mucho tiempo. Desde la presentación de la primera parte del Mosaico nacional, fue posible palpar la atmósfera optimista imperante en el acontecimiento con que arrancó formalmente el mas importante festival del sureste mexicano. Un desarrollo orquestal que recrea alfabéticamente los temas representativos de cada uno de los Estados de nuestra República, fue seguido por el estreno en México de la segunda parte del mismo Mosaico, rematado con el atlético arreglo de la música del estado de Zacatecas.
Y, hacia el final, los sones jarochos orquestados por Oliva para orquesta sinfónica con grupo folklórico solista. De nueva cuenta, la entusiasta respuesta del público en el Teatro del Estado, como ha ocurrido en el Teatro de la República en Querétaro y en la sala de conciertos de San Bernardino, California, lugares en que recientemente se han presentado estas verdaderas creaciones del músico naolinqueño.
Es de destacarse la instrumentación oscura y en tonalidad menor para el son La bruja; toda una alegoría instrumental para una tonada cargada de sugerencias surrealistas. Ese es el con jarocho en su más límpida esencia, del todo respetada por Oliva en su traslado al ámbito de concierto.
Junio Musical comienza con los mejores augurios. No será, al decir de Manuel Zepeda Ramos, un festival más. Habrá de ser la conjugación de todas las experiencias anteriores, consumadas en virtud de toda la infraestructura existente desde muchos años atrás y respaldada por la experiencia universitaria en la realización de acontecimientos de enorme trascendencia.
Vendrán, más adelante, la ópera, la zarzuela, el homenaje a Herrera de la Fuente, la música de los ballets generados por el genio Serge Diaghilev... Xalapa es una fiesta.