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Universidades
de Latinoamérica y El Caribe proponen incorporar a la currícula
universitaria el encuentro permanente de estudiantes y pasantes
con las comunidades rurales, lo anterior como un componente fundamental
de su proceso de formación profesional, informaron los brigadistas
de la Universidad Veracruzana que asistieron al Primer Encuentro
de Jóvenes Voluntarios de Proyectos unir de América
Latina y El Caribe, realizado del 24 al 26 de abril en Lima, Perú.
Dentro del marco del primer centenario de la fundación de
la Universidad Nacional Agraria “La Molina”, sede del
encuentro, directivos, coordinadores de campo, representantes comunitarios
y estudiantes universitarios de 12 países reflexionaron e
intercambiaron experiencias sobre los resultados del servicio comunitario
en la formación personal y profesional de los estudiantes
universitarios que participan en los proyectos unir.
Sandra Estela Huesca Barradas, arquitecta exbrigadista del proyecto
uv-unir; Moisés Martínez Vázquez, estudiante
de biología originario de El Llanillo, municipio de Las Vigas
de Ramírez, donde opera dicho proyecto, y Milagros Hernández
Diego, coordinadora de campo en la Dirección de Vinculación
General de la uv, subrayaron que los asistentes al encuentro coincidieron
en la necesidad de valorar y respaldar institucionalmente el trabajo
comunitario de los alumnos como una estrategia viable de vinculación
social.
En tanto actor coadyuvante del desarrollo sostenible de las comunidades,
la Universidad debe participar en el diseño y gestión
de políticas que fomenten y fortalezcan la unión de
fuerzas para el desarrollo local y regional; y al mismo tiempo abrir
espacios donde sus estudiantes se formen con conocimientos acordes
a la problemática real del medio rural.
Asistieron a este encuentro representantes de 12 países:
Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador,
Haití, Honduras, Perú, Venezuela y por México
la delegación de la Universidad Veracruzana. El programa
incluyó conferencias magistrales, mesas de trabajo, exposición
grupal de experiencias y visitas a las comunidades rurales de los
Valles de Lurín, Mala y Cañete, para observar las
metodologías participativas de planeación de actividades
comunitarias y el manejo de microempresas para la cría de
cuyes, ganado ovino y caprino, así como el cultivo de Tarai
y manzana.
Moisés Martínez conoció el proyecto unir cuando
los brigadistas de la uv llegaron a su comunidad, él tenía
15 años y estudiaba la secundaria, entonces asistió
a un taller de conservación de suelos, posteriormente formó
parte del grupo de ocho jóvenes que recibieron preparación
de unir y aprobaron el examen de ingreso a la uv, hoy cursa el sexto
semestre de la carrera de biología.
“Tenía la intención de seguir estudiando pero
no los recursos. Ahora sí que al menos la mentalidad en mí
ha cambiado bastante, he pensado en una propuesta de trabajo para
mi comunidad, el cultivo de abies hickeli, oyamel o árbol
de navidad. Es un proyecto que inicié con mis compañeros
(del Grupo de los ocho) para producir esta especie nativa que está
en peligro de extinción por la deforestación. En El
Conejo tenemos una estructura poblacional con aplicación
de sustratos (tierra de diferentes tipos) para mejorar su desarrollo,
posteriormente la llevaremos al
ejido Las Vigas”.
Moisés es el menor de diez hermanos, sólo dos pudieron
iniciar estudios universitarios, de ahí que su objetivo sea
llevar a su comunidad propuestas viables de generación de
ingresos y conservación del medio ambiente. Añadió
que algunas veces los comerciantes pagan 15 ó 20 pesos por
una reja de papa, aunque ahora el precio es de 120 pesos debido
a que muchas familias cambiaron de cultivo o intercalaron otros
y la producción de papa fue menor a otros años. Detalló
que del Grupo de los ocho participan en este proyecto, que se presentará
como tesis de grado colectiva, dos estudiantes de biología,
uno de pedagogía y cinco de agronomía,
quienes son asesorados por
Lázaro Sánchez Velázquez, investigador del
Instituto de Genética Forestal de la uv.
Por su parte, Sandra Huesca comentó respecto del encuentro
unir: “Íbamos con la idea de presentar una problemática
rural diferente, nuestra sorpresa es que es la misma en los 12 países
representados: pobreza, desnutrición y marginación,
no sólo económica sino cultural y social; el desánimo
en las familias por el paternalismo del gobierno, muchos estudiantes
apáticos porque desconocen la problemática y la falta
de programas que hagan interesante trabajar en campo”.
En 1996 Sandra ingresó al proyecto uv-unir primero como prestadora
de servicio social en Ingenio del Rosario y luego como tesista,
es originaria de Nautla y estudió arquitectura en la zona
Xalapa; actualmente labora en la Comisión de Agua del Estado.
“Lo más enriquecedor del trabajo en comunidad es que
te humaniza, aprendes a trabajar en equipo y a tratar de la mejor
manera posible a la gente del campo; valoras el trabajo en zonas
rurales y prácticamente nunca lo dejas. Ahora yo sigo teniendo
relación con las familias del lugar”.
Detalló que con un equipo multidisciplinario elaboraron una
propuesta para el cultivo de hongos comestibles y logró su
titulación con otros dos arquitectos, también presentó
el diseño de una capilla y asesoró el uso de espacios
en las viviendas: “Padecían enfermedades respiratorias
debido a que la cocina está separada y lejos del dormitorio,
propusimos cambios pero siempre recuperando el concepto original,
porque en comunidad aprendes que no se trata de imponer tu idea
sino de proponer considerando sus necesidades y formas de vida,
pero eso lo aprendes sólo cuando convives con ellos”.
Sandra Huesca comentó por otro lado lo difícil que
resulta a las pasantes mujeres ser aceptadas en la zona rural cuando
tienen una profesión considerada tradicionalmente como propia
de hombres: “Me costó mucho, cuando hice mi servicio
social me pasé un año dando clases de tejido y como
apoyo en la logística de los cursos que daban otros compañeros
como el odontólogo, la enfermera y hasta un arquitecto hombre,
para lograr que los señores me aceptaran como arquitecta,
pasó mucho tiempo para que me vieran como arquitecta y aceptaran
mi asesoría. Hoy en la Comisión de Agua del Estado
me corresponde validar el proyecto de introducción del sistema
de drenaje de Ingenio del Rosario, –comunidad donde trabajó
por unir–, un proyecto que yo quería hacer”.
Finalmente Milagros Hernández Diego comentó que ella
inició como prestadora de servicio social en el proyecto
uv-unir, ahora es coordinadora de campo: “en el encuentro
coincidimos en que Unir es el espacio para perfeccionar la técnica,
desarrollar habilidades profesionales y, en lo personal, cambiar
tu visión de trabajo hacia la zona rural y asumir un compromiso
de ayudar más que sólo terminar la carrera”.
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