Año 2 • No. 66 • junio 17 de 2002 Xalapa • Veracruz • México
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Un aplauso y un par de regaños
Voz en Off
Roberto Benítez
 


Lo Vásquez Rentería no le quita lo Víctor Hugo. Lo digo a propósito de la presentación en días pasados en la Facultad de Teatro de la obra Pelo de zanahoria a cargo del grupo Énfasis de la Facultad de Idiomas, un grupo del que es necesario señalar que está conformado por aficionados que no por ello eluden el compromiso que implica hacer teatro, enfrentándolo con gran seriedad y respeto, lo cual no es obra del “espíritu santo” porque se encuentran dirigidos por alguien que, desde hace varios años, ha estado cerca del teatro, ya como reseñista, actor o director, y esto desde luego es un buen principio. Es decir, lo simple no le quita lo valioso.
Con la piedra de Sísifo a cuestas y en el zapato, una vez más llega al público una puesta en escena de este grupo. No están ustedes para saberlo ni yo para contarlo, pero no

es nada fácil llevar un taller de teatro amateur (donde no existe mayor compromiso que el que les dicta su conciencia) a la presentación de su trabajo. Y con Pelo de zanahoria ya suman tres trabajos.
Fui un niño triste. Una vez me perdí.
Le pregunté a un policía
si creía que íbamos a encontrar
a mis padres y me contestó:
“No sé, chaval, hay muchos sitios
donde se pueden esconder”.
Marta Prieto en Babelia (p.11),
El País, 8 de junio de 2002
Dicho lo anterior, procedamos... La historia es sencilla, casi pueril, un claro material melodramático: un adolescente ‘bueno’ que no es querido, especialmente por su madre ‘mala’ y goza de la indiferencia de su padre hasta que éste se da cuenta de cuanto tienen en común. La contratación de una empleada doméstica evidencia y agudiza esta situación.
El melodrama, contrario a lo que podría pensarse, no es un género menor ni mucho menos, goza de mala reputación a partir del uso que le han dado las telenovelas, pero su propósito es muy claro e importante: ejercitar en el espectador sus emociones.
El abordaje que se hace de esta historia escrita por Jules Renard y adaptada por Vásquez Rentería, parte de la sensatez de buscar las cosas simples: una banca y una bolsa de basura, como únicos elementos escenográficos que establecen el patio de una casa, manejo de objetos imaginarios, enriquecidos por los sonidos que producen. Las tareas escénicas pretenden sostener la acción (cosa que se consigue sobre todo al principio), el actor sin mayores artificios busca la sinceridad para poder convencer de que realmente existe la ficción. Dicho de otro modo, el grupo esta allí, apostando con las mejores intenciones. Lo que se agradece.
En el desarrollo de la obra se va minando el interés, ya que no se logra lo propuesto. Algunos ejemplos: a excepción del hijo (Francisco), los otros personajes no llegan a ser verosímiles, lo cual se debe al aspecto físico y a su comportamiento. Los actores son muy jóvenes, lo que les dificulta la aproximación a las edades y los roles que la ficción les exige, problema que se acentúa al tratarse de personas cuya principal actividad no es la actuación. Una muestra de ello es el escaso atractivo escénico emanado de los actores, ya que en cuanto se plantan en escena no vemos que sus cuerpos respondan a lo representado, no hay organicidad en sus movimientos y sólo se limitan a la transmisión de la información anecdótica, lo que provoca que la atención del espectador se fugue sin remedio.
Al ser demasiado narrativa, la historia se prolonga excesivamente al no ocurrir nada que modifique la acción, todo se vuelve reiterativo y cada vez se hace más anhelado el desenlace. Por lo tanto, la compasión que se podría tener ante el personaje adolescente (Pelo de zanahoria, a quien podríamos imaginar como Cenicienta pero sin ratoncitos) se va volviendo una risa burlona ante el ridículo que provoca la reiteración verbal del desprecio y el desamor.
Pese a lo anterior, a lo que podría interpretarse como “regaños” pero dichos con sinceridad y hasta con simpatía, destaca el interés y la valentía de un grupo de estudiantes por hacer teatro de una manera comprometida, lo que no abunda en nuestra Universidad. Según sé Énfasis Teatro es de los pocos talleres de actuación para amateurs que existen y se toma en serio su trabajo, y efectivamente se enfrentan a la escena sin quedarse en los proyectos eternamente pospuestos. Vaya con esta nota mi aplauso por el gran esfuerzo de los jóvenes y a su director, a quien se debe finalmente que este taller dé frutos y se fortalezca.
Grupo Énfasis de la Facultad de Idiomas presenta: Pelo de zanahoria, de Jules Renard, adaptación y dirección de Víctor Hugo Vásquez Rentería. Actúan: César Villegas, Luis Iturralde, Nancy Cuervo y Marlene P. Alonso. Consulta la cartelera.