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Un
aplauso y un par de regaños
Voz en Off
Roberto Benítez |
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Lo Vásquez Rentería no le quita lo Víctor Hugo.
Lo digo a propósito de la presentación en días
pasados en la Facultad de Teatro de la obra Pelo de zanahoria a
cargo del grupo Énfasis de la Facultad de Idiomas, un grupo
del que es necesario señalar que está conformado por
aficionados que no por ello eluden el compromiso que implica hacer
teatro, enfrentándolo con gran seriedad y respeto, lo cual
no es obra del “espíritu santo” porque se encuentran
dirigidos por alguien que, desde hace varios años, ha estado
cerca del teatro, ya como reseñista, actor o director, y
esto desde luego es un buen principio. Es decir, lo simple no le
quita lo valioso.
Con la piedra de Sísifo a cuestas y en el zapato, una vez
más llega al público una puesta en escena de este
grupo. No están ustedes para saberlo ni yo para contarlo,
pero no
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es
nada fácil llevar un taller de teatro amateur (donde no existe
mayor compromiso que el que les dicta su conciencia) a la presentación
de su trabajo. Y con Pelo de zanahoria ya suman tres trabajos. |
Fui
un niño triste. Una vez me perdí.
Le pregunté a un policía
si creía que íbamos a encontrar
a mis padres y me contestó:
“No sé, chaval, hay muchos sitios
donde se pueden esconder”.
Marta Prieto en Babelia (p.11),
El País, 8 de junio de 2002 |
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Dicho
lo anterior, procedamos... La historia es sencilla, casi pueril, un
claro material melodramático: un adolescente ‘bueno’
que no es querido, especialmente por su madre ‘mala’ y
goza de la indiferencia de su padre hasta que éste se da cuenta
de cuanto tienen en común. La contratación de una empleada
doméstica evidencia y agudiza esta situación.
El melodrama, contrario a lo que podría pensarse, no es un
género menor ni mucho menos, goza de mala reputación
a partir del uso que le han dado las telenovelas, pero su propósito
es muy claro e importante: ejercitar en el espectador sus emociones.
El abordaje que se hace de esta historia escrita por Jules Renard
y adaptada por Vásquez Rentería, parte de la sensatez
de buscar las cosas simples: una banca y una bolsa de basura, como
únicos elementos escenográficos que establecen el patio
de una casa, manejo de objetos imaginarios, enriquecidos por los sonidos
que producen. Las tareas escénicas pretenden sostener la acción
(cosa que se consigue sobre todo al principio), el actor sin mayores
artificios busca la sinceridad para poder convencer de que realmente
existe la ficción. Dicho de otro modo, el grupo esta allí,
apostando con las mejores intenciones. Lo que se agradece.
En el desarrollo de la obra se va minando el interés, ya que
no se logra lo propuesto. Algunos ejemplos: a excepción del
hijo (Francisco), los otros personajes no llegan a ser verosímiles,
lo cual se debe al aspecto físico y a su comportamiento. Los
actores son muy jóvenes, lo que les dificulta la aproximación
a las edades y los roles que la ficción les exige, problema
que se acentúa al tratarse de personas cuya principal actividad
no es la actuación. Una muestra de ello es el escaso atractivo
escénico emanado de los actores, ya que en cuanto se plantan
en escena no vemos que sus cuerpos respondan a lo representado, no
hay organicidad en sus movimientos y sólo se limitan a la transmisión
de la información anecdótica, lo que provoca que la
atención del espectador se fugue sin remedio.
Al ser demasiado narrativa, la historia se prolonga excesivamente
al no ocurrir nada que modifique la acción, todo se vuelve
reiterativo y cada vez se hace más anhelado el desenlace. Por
lo tanto, la compasión que se podría tener ante el personaje
adolescente (Pelo de zanahoria, a quien podríamos imaginar
como Cenicienta pero sin ratoncitos) se va volviendo una risa burlona
ante el ridículo que provoca la reiteración verbal del
desprecio y el desamor.
Pese a lo anterior, a lo que podría interpretarse como “regaños”
pero dichos con sinceridad y hasta con simpatía, destaca el
interés y la valentía de un grupo de estudiantes por
hacer teatro de una manera comprometida, lo que no abunda en nuestra
Universidad. Según sé Énfasis Teatro es de los
pocos talleres de actuación para amateurs que existen y se
toma en serio su trabajo, y efectivamente se enfrentan a la escena
sin quedarse en los proyectos eternamente pospuestos. Vaya con esta
nota mi aplauso por el gran esfuerzo de los jóvenes y a su
director, a quien se debe finalmente que este taller dé frutos
y se fortalezca.
Grupo Énfasis de la Facultad de Idiomas presenta: Pelo de zanahoria,
de Jules Renard, adaptación y dirección de Víctor
Hugo Vásquez Rentería. Actúan: César Villegas,
Luis Iturralde, Nancy Cuervo y Marlene P. Alonso. Consulta la cartelera. |
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