Año 2 • No. 68 • julio 1 de 2002 Xalapa • Veracruz • México
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Primer lugar en cuento en la Facico
Puros Cuentos
Carolina Cruz
Boca del Río, Ver.- Jóvenes y maestros de la Facultad de Ciencias de la Comunicación llevaron a cabo el I Concurso de Cuento, con el tema “Abrapalabra”, en el que resultó ganadora Imelda Cosme Sarmiento, alumna del octavo semestre (grupo 803), con su relato El elixir de la Gloria, resultado de una idea que había venido elaborando tiempo atrás acerca del curato de la iglesia.
Con inmensa alegría recibió la notificación de su primer lugar, lo que representó para ella “un aliciente para seguir adelante en un área por la que siempre he sentido interés, la literatura”.
El concurso está basado en la siguiente idea: la redacción de cuentos y relatos cortos es una de las mejores formas de iniciarse en la corrección de estilo en sus dos vertientes: periodística y literaria, a la vez de promover la lectura entre los estudiantes, empezando por el cuento corto.
Las categorías en que participaron fueron relato libre, sobre una ventana, sobre la ceguera y el erotismo.
Por ahora Imelda piensa dedicar más tiempo a la escritura narrativa, precisamente uno
de los motivos que la llevó a elegir la carrera de periodismo. Para los lectores de UniVerso, presentamos en esta página el cuento ganador El elíxir de la gloria.

Cuento triunfador
El elixir de la gloria
Imelda Cosme Sarmiento


En el momento del clímax la estrepitosa caída hizo que Pablo despertara del dulce sueño. Se incorporó y todavía pudo ver fluir el elixir de la gloria.
La madrugada era tierna, regresó a la pulcritud perdida de su cama, las blancas sábanas de encaje de brujas se habían humedecido con la inundación, en ese momento nada importaba, aún se electrizaba con el mínimo roce de la almohada.
No pudo conciliar el sueño, un huracán de reproches laceraba su alma, veía el dedo acusador de doña Carmelita, celadora incansable, su madre.
Por ratos regresaba la euforia de acariciar la gloria en la tierra, ¡sí!, la gloria que en su larga formación le habían asegurado llegaría hasta el final de sus días. Por ratos escuchaba la voz de la exuberante mujer del calendario tamaño natural en el muro del baño, lo incitaba a expulsar sobre ella su pasión reprimida.
Volvió en sí con el sonar de las campanas y el murmullo de la gente que se aglutinaba a toda prisa para escuchar su discurso. Apresuradamente trató de ahuyentar el ajetreo de la tormentosa noche bañándose con agua helada. Se vistió con recelo, el deber lo llamaba.
Durante la homilía su automatismo se había derrumbado, sentía las sigilosas miradas de las beatas del frío y apacible pueblo. Las sudoraciones recorrían palmo a palmo su cuerpo. Cambió su hermosa tez morena, por el verdor del musgo en las piedras.
La encrucijada de su vida llegó cuando al compartir el pan que salva, vio brotar de su mano el elixir de la gloria, convertido ahora en el infierno de su alma.