Año 2 • No. 68 • julio 1 de 2002 Xalapa • Veracruz • México
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Historia relámpago
Alejandro Rulfo Méndez
Durante la crisis que desató el Sputnik en 1957 (de verdad, alguna vez hubo un satélite soviético llamado Sputnik) el presidente Eisenhower motivó la creación de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada (arpa, por sus siglas en inglés).
El objetivo de esta organización sería lanzar satélites de vigilancia y comunicaciones, crear sistemas de intercepción de misiles, diseñar y poner en funcionamiento armas orbitales estratégicas, estaciones espaciales y una flamante base en la luna.
En 1958 fue creada la nasa y todos los ambiciosos proyectos espaciales de arpa (junto con un jugoso presupuesto) pasaron al control de la nasa. Mientras tanto, arpa se tuvo que conformar con una tarea menos glamorosa y aparentemente menos importante: las computadoras y las telecomunicaciones. Los científicos de esta agencia diseñaron la red de comunicaciones digitales Arpanet, que evolucionó para convertirse en Internet.
El principio era que la red enlazaría a científicos y laboratorios de investigación involucrados en proyectos del Departamento de la Defensa de los Estados Unidos.
Hoy nasa y arpa han tenido una poderosa influencia en la vida de cientos de millones de personas y en la cultura del fin de siglo.
La red tiene historia, no es algo que súbitamente apareció de la nada. Es el resultado de más de 30 años de investigación y experimentación subsidiados con fondos públicos. Difícilmente una empresa privada se hubiera embarcado en una aventura semejante debido a su alto costo, a la incertidumbre que representaba y a que hubiera tardado demasiado tiempo en ofrecer resultados y producir utilidades.
No obstante, la red fue entregada a la iniciativa privada a manera de ofrenda neoliberal. Al hacer esto, el gobierno estadounidense se lavaba las manos de la responsabilidad de mantener a la red y regularla, además de que complacía en grande a ciertos grupos de poder.
Contrariamente a lo que ofrecía el discurso oficial, el control de la red no quedó en manos de grupos ciudadanos, ni de pequeños empresarios sino en el poder de enormes corporaciones.
Los primeros dos nodos de la red Arpanet se conectaron en 1969 entre Cambridge y California. A finales de 1970 ya había 15 nodos. En 1972 se estableció la primera correspondencia entre dos computadoras y para 1973 la red crecía a ritmo de un nodo al mes. En 1979 surgió la idea de crear una red abierta a la investigación científica en la academia, la industria y el gobierno (por supuesto con hardware Mac Intosh).
Una vez que se multiplicó el número de nodos en la incipiente red, muchas personas de diferentes medios profesionales, sociales y económicos comenzaron a usar este medio para fines personales: comunicarse con amigos, participar en juegos en línea y diseminar toda clase de información, opiniones, rumores, sospechas y comentarios subversivos.
El asunto no era tan previsible como ahora, pero podrás imaginar hoy que con el sistema de Line Power Comunications –el envío de señal para uso de Internet por la línea de suministro eléctrico– la red puede tener una expansión sin precedente.
Se trataba de un espacio de información restringida, elitista y privilegiada. Pero cuando aparece el World Wide Web (www), inventado por Tim Berners-Lee en 1990, se simplificó notablemente el uso de la red.
El medio se masificó a partir de la mitad de la década de los noventa, cuando miles de individuos y organizaciones llegaron al espacio virtual. El correo electrónico se convirtió en una poderosa necesidad y un gran número de comercios e industrias comenzaron a ofrecer sus productos y servicios en línea.
Todavía en 1995 Internet era considerado una curiosidad tecnológica exótica, pero a partir de ese año el ciberespacio se volvió un lugar de encuentro que atraía por igual a anarquistas que a ejecutivos, a adolescentes raperos que a cincuentones calenturientos, a coleccionistas de memorabilia fílmica que a políticos desempleados, a inversionistas sin brújula que a paranoicos patológicos.
Nos leemos en el siguiente Interfase. La dirección arulfo@uv.mx está abierta a todo tipo de comentarios y sugerencias.
Nota: la información usada para este Interfase, se realizó con base en un artículo de Naief Yehya.
(Con este artículo Interfase cumple 50 entregas, felicitaciones a todos por seguirnos leyendo).