Año 2 • No. 68 • julio 1 de 2002 Xalapa • Veracruz • México
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Un primero de mayo en la tierra del
P R I N C I P I T O

Magali Velasco Vargas
Sentados en las piernas de la Libertad, abrazados por la Igualdad y parados en los hombros de la Fraternidad. Ondeaban banderas, bailaban y gritaban con una sola voz: Nous sommes tous, les enfants immigrés: première, deuxième, troisième génération. Tres generaciones de hijos nacidos en territorio francés. Tres continentes principales: África, Asia y América. Más de 600 mil personas reunidas en La Place de Republique con una sola idea en la mente: no a Le Pen, no a la extrema derecha, no a la economía ultraliberal, no al fascismo ni al racismo.
Las tres estatuas del monumento de La Republique que simbolizan los valores humanísticos, cimiento de la Francia republicana y democrática, cobraron vida al cargar en brazos y piernas decenas de jóvenes, que desde las alturas gloriosas elevaban los ánimos de un océano pluriétnico.
Sindicatos de trabajadores (no olvidemos el por qué del desfile), grupos civiles chinos, el partido comunista kurdo, el Partido Verde Ecologista, actores de teatro y demás artistas, organizaciones de inmigrantes latinos estudiantes de Lycé (preparatoria), universitarios, niños, ancianos, hombres y mujeres de todas las edades, de todos los orígenes, manifestando su descontento, su indignación. Fue considerada como una de las manifestaciones más importantes de la posguerra.
Los cálculos varían entre los 400 mil de las autoridades y 900 mil de parte de los organizadores. No hay que olvidar el millón 300 mil que desfiló en toda Francia, cifra que incluye la capital. Toda una nación exhortando a su pueblo a votar en contra del candidato de extrema derecha, Le Pen, cuyo programa de gobierno se fundamenta en principios ultra liberales, exclusivistas, racistas, y que van en contra de la libertad de expresión, en contra de los derechos humanos.
Al ritmo de batucada, la marcha comenzó a desplazarse hora y media más tarde de lo planeado. Una tarde con sol en París, calles y avenidas repletas de personas, policías a la expectativa, balcones con carteles que decían: “Non”. Después la lluvia pero los ánimos más encendidos que nunca. A paso lento, apretados como en el metro, la gente se sonreía, cantaba y socializaba. No hubo actos de agresión, no hubo empujones ni golpes, como lo esperaba el Departamento de Seguridad y como los medios informativos especularon (tal vez hasta desearon). No, lo único que hubo fue una verdadera unión que de tan impresionante resultaba inverosímil.
En una esquina, un sillón de piel verde, sentados en él una pareja de ancianos que sostenían la plana principal de un periódico: “Non a le Pen”. Un grupo de niños con un cartel pidiendo que los adultos voten ya que ellos no pueden hacerlo.
Fotomontajes del rostro del candidato del Fondo Nacional con colmillos y nariz de cochino, dibujos grotescos que responden al grado de indignación y repudio, un cartel más, el que llevaba mi amiga Maya –papá mexicano y mamá judía-francesa nacida en
África–, junto con Carlos y Tania, mexicanos, Pauline y los demás amigos franceses: Ne perdons pas la memoire, con la “o” de memoria en forma de suástica. Mantas, carteles, calcomanías, y cantos cuyo mensaje fue: “No pasarán”, “Ils ne passeront pas”, “Front National, Non!”... no al fascismo, no al racismo, sí a la libertad y a la convivencia, a la igualdad, a la fraternidad y al cosmopolitismo.
 

Lo importante para los franceses en la segunda vuelta de votación, es votar “contra” y no “por”. De esta forma Chirac, tal como estaba escrito en calcomanías y volantes, tendrá el voto más no la voz: Chirac, t’as peut-être eu mon bulletin mais t’as pas ma voix!
Más allá de los terrenos políticos, la esencia de la manifestación, su importancia y peso mayor, estuvo encaminada a la defensa de los derechos humanos, a los valores de la Revolución Francesa y de la Resistencia contra la ocupación Nazi, al respeto a la vida y a la libertad contemporánea. La onda expansiva de esta manifestación no se limita a una realidad francesa, tiene que ver con un pensamiento europeo y, me atrevería a decir, mundial. Existe, está ahí: el racismo, la xenofobia, el odio, están presentes en todas partes del mundo. Es un cáncer que se debe atacar.

Tristeza, es lo que mi amiga Maya me dijo que sentía. Coraje e indignación, pero sobre todo tristeza y decepción. Aquellos que votaron por el candidato del Frente Nacional, que son en su mayoría adultos y ancianos, no jóvenes, piensan que el problema de la inseguridad lo originan los inmigrantes, expresan su molestia ante el ruido y “el mal olor” de los extranjeros. Claro está que no es sólo esto, también esta la cuestión económica, los cambios que Le Pen proyecta, como son: la salida de Francia de la Unión Europea, el regreso del franco, la supresión del impuesto a grandes fortunas, privatización de la seguridad social y de servicios públicos, el fin de la escuela laica, entre otros.
La carrera política del candidato del fn se remite a más de 30 años. Desde entonces su pensamiento xenofóbico, antirrepublicano y extremista fue tildado de absurdo e imposible de concretarse. El tiempo ha pasado, las circunstancias son otras, más gente, más presión social, más carencias y necesidades son la coyuntura esperada para, en voz alta, decir lo que tan sólo con las miradas y en voz baja murmura una parte de la población que no tiene nada que ver con aquellos que se manifestaron el 1 de mayo: “Qué espanto, qué desagradable toda esta gente (árabes, africanos, asiáticos y latinoamericanos) que vienen y se instalan”. Pero, atención a la doble moral: “Qué espanto pero qué bueno porque les pago menos que lo que tendría que pagar a un francés, qué bueno porque no tengo que darles seguro médico, qué bueno porque no los indemnizo ni pago impuestos”. El círculo vicioso de la inmigración en Europa y todas partes, realidad cruda que debe modificarse.
Ocho de la noche, aún de día, la marcha finaliza en Nation, el monumento, como el de La Republique alberga en sus extremidades de piedra a la masa, a los jóvenes que, exhaustos, felices y más fuertes que nunca, se sientan en las piernas de la Libertad, abrazados por la Igualdad y parados en los hombros de la Fraternidad, con la ilusión de que el 5 de mayo (curiosa la coincidencia histórica) dé marcha atrás el pensamiento neo fascista.
En espera del día de las elecciones, el pueblo francés no olvidará el día en que tomaron París, haciendo frente a la barrera de las mentalidades caducas que sólo han traído la destrucción y la fractura de la humanidad.