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Un
primero de mayo en la tierra del
P R I N C I P I T O
Magali Velasco Vargas |
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Sentados
en las piernas de la Libertad, abrazados por la Igualdad y parados
en los hombros de la Fraternidad. Ondeaban banderas, bailaban y gritaban
con una sola voz: Nous sommes tous, les enfants immigrés: première,
deuxième, troisième génération. Tres generaciones
de hijos nacidos en territorio francés. Tres continentes principales:
África, Asia y América. Más de 600 mil personas
reunidas en La Place de Republique con una sola idea en la mente:
no a Le Pen, no a la extrema derecha, no a la economía ultraliberal,
no al fascismo ni al racismo.
Las tres estatuas del monumento de La Republique que simbolizan los
valores humanísticos, cimiento de la Francia republicana y
democrática, cobraron vida al cargar en brazos y piernas decenas
de jóvenes, que desde las alturas gloriosas elevaban los ánimos
de un océano pluriétnico.
Sindicatos de trabajadores (no olvidemos el por qué del desfile),
grupos civiles chinos, el partido comunista kurdo, el Partido Verde
Ecologista, actores de teatro y demás artistas, organizaciones
de inmigrantes latinos estudiantes de Lycé (preparatoria),
universitarios, niños, ancianos, hombres y mujeres de todas
las edades, de todos los orígenes, manifestando su descontento,
su indignación. Fue considerada como una de las manifestaciones
más importantes de la posguerra.
Los cálculos varían entre los 400 mil de las autoridades
y 900 mil de parte de los organizadores. No hay que olvidar el millón
300 mil que desfiló en toda Francia, cifra que incluye la capital.
Toda una nación exhortando a su pueblo a votar en contra del
candidato de extrema derecha, Le Pen, cuyo programa de gobierno se
fundamenta en principios ultra liberales, exclusivistas, racistas,
y que van en contra de la libertad de expresión, en contra
de los derechos humanos.
Al ritmo de batucada, la marcha comenzó a desplazarse hora
y media más tarde de lo planeado. Una tarde con sol en París,
calles y avenidas repletas de personas, policías a la expectativa,
balcones con carteles que decían: “Non”. Después
la lluvia pero los ánimos más encendidos que nunca.
A paso lento, apretados como en el metro, la gente se sonreía,
cantaba y socializaba. No hubo actos de agresión, no hubo empujones
ni golpes, como lo esperaba el Departamento de Seguridad y como los
medios informativos especularon (tal vez hasta desearon). No, lo único
que hubo fue una verdadera unión que de tan impresionante resultaba
inverosímil. |
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En
una esquina, un sillón de piel verde, sentados en él
una pareja de ancianos que sostenían la plana principal de
un periódico: “Non a le Pen”. Un grupo de niños
con un cartel pidiendo que los adultos voten ya que ellos no pueden
hacerlo.
Fotomontajes del rostro del candidato del Fondo Nacional con colmillos
y nariz de cochino, dibujos grotescos que responden al grado de indignación
y repudio, un cartel más, el que llevaba mi amiga Maya –papá
mexicano y mamá judía-francesa nacida en
África–, junto con Carlos y Tania, mexicanos, Pauline
y los demás amigos franceses: Ne perdons pas la memoire, con
la “o” de memoria en forma de suástica. Mantas,
carteles, calcomanías, y cantos cuyo mensaje fue: “No
pasarán”, “Ils ne passeront pas”, “Front
National, Non!”... no al fascismo, no al racismo, sí
a la libertad y a la convivencia, a la igualdad, a la fraternidad
y al cosmopolitismo.
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Lo
importante para los franceses en la segunda vuelta de votación,
es votar “contra” y no “por”. De esta forma
Chirac, tal como estaba escrito en calcomanías y volantes,
tendrá el voto más no la voz: Chirac, t’as peut-être
eu mon bulletin mais t’as pas ma voix!
Más allá de los terrenos políticos, la esencia
de la manifestación, su importancia y peso mayor, estuvo
encaminada a la defensa de los derechos humanos, a los valores de
la Revolución Francesa y de la Resistencia contra la ocupación
Nazi, al respeto a la vida y a la libertad contemporánea.
La onda expansiva de esta manifestación no se limita a una
realidad francesa, tiene que ver con un pensamiento europeo y, me
atrevería a decir, mundial. Existe, está ahí:
el racismo, la xenofobia, el odio, están presentes en todas
partes del mundo. Es un cáncer que se debe atacar.
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Tristeza,
es lo que mi amiga Maya me dijo que sentía. Coraje e indignación,
pero sobre todo tristeza y decepción. Aquellos que votaron
por el candidato del Frente Nacional, que son en su mayoría
adultos y ancianos, no jóvenes, piensan que el problema de
la inseguridad lo originan los inmigrantes, expresan su molestia ante
el ruido y “el mal olor” de los extranjeros. Claro está
que no es sólo esto, también esta la cuestión
económica, los cambios que Le Pen proyecta, como son: la salida
de Francia de la Unión Europea, el regreso del franco, la supresión
del impuesto a grandes fortunas, privatización de la seguridad
social y de servicios públicos, el fin de la escuela laica,
entre otros.
La carrera política del candidato del fn se remite a más
de 30 años. Desde entonces su pensamiento xenofóbico,
antirrepublicano y extremista fue tildado de absurdo e imposible de
concretarse. El tiempo ha pasado, las circunstancias son otras, más
gente, más presión social, más carencias y necesidades
son la coyuntura esperada para, en voz alta, decir lo que tan sólo
con las miradas y en voz baja murmura una parte de la población
que no tiene nada que ver con aquellos que se manifestaron el 1 de
mayo: “Qué espanto, qué desagradable toda esta
gente (árabes, africanos, asiáticos y latinoamericanos)
que vienen y se instalan”. Pero, atención a la doble
moral: “Qué espanto pero qué bueno porque les
pago menos que lo que tendría que pagar a un francés,
qué bueno porque no tengo que darles seguro médico,
qué bueno porque no los indemnizo ni pago impuestos”.
El círculo vicioso de la inmigración en Europa y todas
partes, realidad cruda que debe modificarse.
Ocho de la noche, aún de día, la marcha finaliza en
Nation, el monumento, como el de La Republique alberga en sus extremidades
de piedra a la masa, a los jóvenes que, exhaustos, felices
y más fuertes que nunca, se sientan en las piernas de la Libertad,
abrazados por la Igualdad y parados en los hombros de la Fraternidad,
con la ilusión de que el 5 de mayo (curiosa la coincidencia
histórica) dé marcha atrás el pensamiento neo
fascista.
En espera del día de las elecciones, el pueblo francés
no olvidará el día en que tomaron París, haciendo
frente a la barrera de las mentalidades caducas que sólo han
traído la destrucción y la fractura de la humanidad. |
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