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Junio Musical
En perspectiva
Jorge
Vázque Pacheco |
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Un
intento de recuento, en lo que respecta al festival Junio Musical,
nos indica que es difícil tratar de entresacar lo mejor de
una serie en la que todo resultó importante y en la que se
dieron momentos de enorme brillantez.
Sin embargo, no podemos hacer a un lado las presentaciones que marcaron
un hito en la actividad de este festival y que se erigen por sí
mismas como acontecimientos que, sin ser tan promocionados como
la ópera o la zarzuela, establecieron parámetros que
nos permitirán medir la trascendencia de futuras experiencias.
Una de estas ha sido, sin duda, la audición en la que el
grupo de cámara Ad libitum, con la soprano Ana Luisa Méndez,
presentó el Pierrot lunaire de Arnold Schoenberg.
Pierrot lunaire, más
allá de los límites
Obra capital en el catálogo de este maestro europeo, definitoria
en sí misma de los nuevos derroteros que habría
de tomar la música del siglo xx, en la misma, su autor
utilizó todo lo que la tradición musical prohibió
desde tiempos inmemoriales. El sprachgesang
–canto hablado o hablar cantado–, glissandi en voz
e instrumentos, trémolos disonantes y sonoridades sin tonalidad
definida fueron adecuadamente resueltos por los instrumentistas.
Fue interesante observar cómo la asistencia al auditorio
del max se interesó vivamente por una propuesta musical
que combinó la música con la pantomima y la actuación.
Ello funcionó extraordinariamente para la mejor comprensión
de un texto en alemán sobre poemas de Albert Giraud.
La orquesta de reducidas dimensiones, tal como lo exige el autor,
fue hábilmente dirigida por Víctor Hugo Jiménez
Beyrutti.
Esta obra se dio a conocer en 1912 y no existen datos de una audición
anterior en esta ciudad, lo que nos hace suponer que la audición
de referencia –que los mismos participantes denominaron
acertadamente “Más allá de los límites”–
fue estreno en Xalapa.
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OSX,
ballet y jazz
Antes de esto, los días viernes 28 y sábado 29, la osx
presentó tres ballets de Sergei Diaghilev, con la asistencia
de las compañías coreográficas Aksenti y Delfos,
ambas de la ciudad de México. Aksenti mostró su trabajo
sobre el Preludio a la siesta de un fauno, de Claude Debussy, mientras
que Delfos presentó un digno desempeño para La consagración
de la primavera de Stravinski. Las características del Teatro
del Estado, así como las dimensiones de la orquesta impidieron
la colocación de la misma en el foso, de modo que la ingeniosa
disposición de los espacios en el foro permitió un excelente
desempeño de bailarines y músicos en este par de funciones.
La dirección musical estuvo a cargo de Carlos Miguel Prieto.
Otro acontecimiento digno de mención resultó el concierto
en que el grupo ConFusión presentó su primer disco compacto.
Este ensamble de jazz surgió como un intento de robustecimiento
hacia los renglones del jazz universitario por parte del bajista Lucio
Sánchez, luego que en la casa de estudios han surgido grupos
como Jazz entre Tres y la Big Band, como respuesta al marasmo en que
se ha hundido el grupo Orbis Tertius que, por mucho tiempo, se consideró
representativo del jazz xalapeño.
ConFusión realizó un concierto introducido por Guillermo
Cuevas y Luis Barria, como parte de la presentación de su reciente
registro discográfico. Se interpretaron obras de Yek, Lucio,
Jimi Hendrix y Miles Davis, entre otros.
En el mismo renglón y mismo auditorio, Alejandro Corona presentó
los trabajos de composición e interpretación con los
integrantes del taller que él mismo dirige. Un jazz nítido,
de sonoridades diáfanas, acentos mesurados y ejecución
facturada magistralmente, fueron los detalles que llamaron la atención
de un trío que logró un desempeño admirable.
Resulta imprescindible destacar la combinación de dos conjuntos,
aparentemente disímbolos, que se combinaron de excelente forma
para presentar al público de la plaza Xallitic su trabajo artístico.
Así, la Big Band y el grupo de son jarocho Son Luna procedieron
a una fusión de jazz latino y música jarocha que despertó
el entusiasmo de los asistentes. |
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Las
conferencias
Un ciclo de cuatro conferencias sobre la música en Xalapa cubrió
cada miércoles del mes de la música. Las dos últimas
se asignaron a los descendientes de Adolfo Domínguez –uno
de los grandes benefactores de la osx– y a Carlos Miguel Prieto,
titular de ésta. Cristina y María Eugenia Domínguez
comentaron acerca de los aciagos años en que don Adolfo tuvo
que promocionar a la osx en la Ciudad de México y en el mismo
puerto de Veracruz, para obtener fondos monetarios que permitieran
su funcionamiento ininterrumpido. Esto se convirtió en un eterno
peregrinar para este personaje, que mucho nos dice en torno de las
motivaciones de quienes se esforzaron por mantener con vida al organismo
musical.
La última jornada de las conferencias citadas fue asistida
por Héctor Salmerón, presidente del patronato Pro Orquesta,
y por Guillermo Cuevas, personaje infaltable en este tipo de
acontecimientos y verdadero conocedor de los vericuetos propios del
quehacer musical xalapeño. Mientras Carlos Miguel Prieto reconoció
su distancia de la historia de la orquesta, ya que fue designado director
titular apenas en enero de 2002, Salmerón hizo un balance de
los logros de la de organización que encabeza.
Cuevas procedió al recuento de las más significativas
experiencias entre los fundadores de la osx, y de lo mismo se derivaron
comentarios de verdad hilarantes. Un célebre “no le hace
que no sepas, nomás te vas poniendo abusado”pareció
ser la tónica común entre quienes se sumaron a la orquesta
en la época de Juan Lomán, director fundador de la misma. |
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