Año 2 • No. 69 • julio 8 de 2002 Xalapa • Veracruz • México
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Abrapalabra, concurso de cuento

Boca del Río, Ver.- Durante el Primer Concurso de Cuento que realizaron jóvenes y maestros de la Facultad de Ciencias de la Comunicación con el tema “Abrapalabra”, y que tienen como base la redacción de cuentos y relatos cortos es una de las mejores formas de iniciarse en la corrección de estilo en sus dos vertientes: periodística y literaria, a la vez de promover la lectura entre los estudiantes, empezando por el cuento corto. A continuación les presentamos los siguintes relatos:

Soy un cuento descontento
Soy un cuento contradictorio y apesadumbrado. Soy un cuento cursi. Soy un cuento alimentado de la magnificencia lingüística de extremada longitud. Soy un cuento que vomita adjetivos para sentirse más ligero. Soy un cuento oscuro que se esconde en el aire incapaz de ver más luz que la recién extinta. Soy un cuento que no cuenta con lazarillo, por tanto, a la deriva, por tanto, tonto. Soy un cuento descontento, amalgama de pensamientos y desvirtudes. Soy un cuento porno. Soy un cuento por no ser biografía de otros cuentos. Soy un cuento al que no le gustan los finales felices. Hoy no cuento. Soy un cuento metido en otro cuento.
Eres un cuento oscuro que se esconde en el aire incapaz de ver más luz que la recién extinta. Eres un cuento descontento. Eres un cuento por no ser biografía de otros cuentos. Eres un cuento que no cuenta con lazarillo, por tanto, a la deriva, por tanto, tonto. Eres un cuento alimentado de la magnificencia lingüística de extremada longitud. Eres un cuento cursi. Soy un cuento que vomita adjetivos para sentirse más ligero. Eres un cuento al que no le gustan los finales felices. Eres un cuento descontento amalgama de pensamientos y desvirtudes. Eres un cuento contradictorio y apesadumbrado. Eres un cuento porno. Hoy no cuentas. Eres un cuento metido en otro cuento.
Es un cuento cursi. Es un cuento salido de otro cuento. Es un cuento oscuro que se esconde en el aire incapaz de ver más luz que la recién extinta. Es un cuento contradictorio y apesadumbrado. Es un cuento porno. Es un cuento alimentado de la magnificencia lingüística de extremada longitud. Es un cuento que no cuenta con lazarillo, por tanto, a la deriva, por tanto, tonto. Es un cuento que vomita adjetivos para sentirse más ligero. Es un cuento descontento amalgama de pensamientos y desvirtudes. Es un cuento por no ser biografía de otros cuentos. Es un cuento al que no le gustan los finales felices. Es un cuento descontento. Hoy no cuenta. (Sergio Rojas Quezada, Facultad de Ciencias de la Comunicación)

Anónimo
Pasos constantes se escuchan en la calle, provienen quizás de personas que se dirigen a sus trabajos o escuelas, apresurados van para que el reloj no les gane la carrera. Todo parece normal allá afuera, mientras que aquí, en este cuarto oscuro sin algún rayo de luz que penetre entre su puerta estoy dando vueltas poco a poco.
Mi cuerpo se mueve cada vez más lentamente en forma de medio círculo, apenas vislumbro el colchón marcado con la huella del uso que le dieron sus dos dueños anteriores, logro sentir una pequeña impotencia al darme cuenta que nunca pude conseguir una cama nueva para dormir. –Lo siento– me digo a mí mismo.
En la radio se escuchan múltiples voces que integran un noticiero del cual sólo pude escuchar la hora exacta: ocho de la mañana. Aún no dejo de moverme, una ligera tos me ataca raspando severamente mi garganta, creo que llegó la hora de partir. El color de las paredes de mi cuarto se ha transformado, pero no logro distinguir su nuevo tono, me hubiera gustado pintarlas de negro y borrar para siempre aquel verde agua que me causaba náuseas, es una de las tantas cosas que ya no pude realizar.
Un tubo en forma de “u” sobresale de mi techo, el motivo de su existencia era para sujetar un ventilador que tampoco compré por falta de dinero, ahora me sirve de arma; he amarrado la punta de una cuerda a éste y la otra a mi cuello.
Por fin he dejado de moverme, mientras que la gente sigue pasando por afuera de mi habitación, todo sigue igual hasta que alguien entre a mi cuarto y se convierta en el testigo de mi muerte. (Angélica Camacho Andrade; Facultad de Ciencias de la Comunicación).