Año 2 • No. 71 • agosto 26 de 2002 Xalapa • Veracruz • México
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Estudian la parte animal del comportamiento humano
Seguimos siendo animales
Edith Escalón Portilla
La violencia, la homosexualidad, el racismo y ciertas manifestaciones de la conducta humana tienen sus bases en esa parte animal que pervive en el hombre, aseguró Jorge Martínez Contreras, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (uam), quien añadió que para comprender y poder manejar estos aspectos es necesario reconocernos como animales.
Por eso, un grupo de científicos y filósofos convencidos de que el hombre es un animal evolucionado han basado su estudio en el análisis de la conducta de ciertos monos, presentes en la región de Los Tuxtlas, donde la uv ha podido realizar muy diversas investigaciones desde hace años; de ahí que la vinculación uam-uv resulta fundamental.
“Estos animales (los monos) constituyen el único ejemplo vivo de algo que se puede parecer a como fueron nuestros ancestros, y cabe aclarar que aunque no son nuestros ancestros, son más semejantes a ellos, incluso más que nosotros mismos; es decir, que han guardado características más primitivas en el sentido científico de la palabra”, dijo Martínez Contreras.
Respecto a la conducta del hombre y los casos en que el estudio de los animales ha sido de gran provecho para comprenderla, el filósofo de la uam aseguró que esa base animal en nuestra especie existe, lo queramos o no. “La violencia, por ejemplo, es un fenómeno que existe en nosotros de manera natural, por lo cual debemos encontrar la manera de buscarle salidas, sin pretender que siendo racionales podemos evitarla o desaparecerla de nuestras vidas”.Explicó que lo mismo sucede con fenómenos como el que ahora se conoce en la Iglesia respecto
a la violación del voto de castidad, ya que las necesidades sexuales y reproductivas son fundamentales en cualquier ser vivo y no deben ser reprimidas, “por eso necesitamos tener presente nuestro pasado biológico, porque no debemos olvidar que somos animales... a fin de cuentas”.
Desde luego, los investigadores reconocen que, como seres humanos, gozamos de dos grandes ventajas: el lenguaje y el razonamiento. Estas características han dotado al hombre de una gran capacidad de adaptación, que lamentablemente ha tenido un efecto negativo. “La rata noruega, por ejemplo, ha invadido al mundo igual que el gorrión turco, e incluso hay insectos más exitosos que nosotros; la gran diferencia es que los hombres hemos utilizado la razón a un exceso absurdo; nos hemos reproducido demasiado, hemos impactado al planeta violentamente, y lo hemos destruido”.
Pese a lo contradictorio que pudieran resultar disquisiciones de tal índole, a juicio de los filósofos fenómenos como éste tienen su fundamento en la base animal del hombre. Para argumentarlo, Jorge Martínez explicó que en nuestra especie hay un instinto animal de conquista, de dominación, de posesión, de marcar nuestro territorio a un nivel absurdo.
“Si nosotros comprendemos que dichas inclinaciones forman parte de nuestra naturaleza y no nos avergonzamos de ellas, podemos comprenderlas mejor y buscar soluciones más acordes y menos utópicas a nuestros problemas. Además, hay que recordar que la razón es un gran instrumento que nos puede servir para proteger o destruir; su gran valor radica en darnos estas dos opciones, pero depende de nosotros la elección”, subrayó.
Esta información fue presentada a la comunidad científica y académica de la uv durante el x Aniversario del Instituto de Neuroetología, del cual surgieron los lazos de investigación que mantienen científicos y filósofos de la biología, ya que el ex director del instituto, Ernesto Rodríguez Luna (actual director del área Biológico-Agropecuaria), es el secretario técnico de la Reserva de Los Tuxtlas, donde se realiza el estudio y preservación de la flora y fauna de la región.