Año 2 • No. 71 • agosto 26 de 2002 Xalapa • Veracruz • México
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Elogió la USBI del campus Mocambo
Nos visitó el Premio Nobel de Química
Mario Molina
Carolina Cruz

Boca del Río, Ver.- El científico mexicano Mario Molina Henríquez, Premio Nobel de Química en 1995, visitó el lunes pasado la Universidad Veracruzana en la región Veracruz. Ahí platicó con los directores de las distintas facultades, quienes le expusieron los proyectos de investigación y de trabajo que se llevan a cabo actualmente, conoció la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información (USBI) y comentó sobre sus trabajos de preservación del medio ambiente.
Para el estudioso de la capa de ozono, uno de los papeles que tienen las universidades es “fomentar una conciencia mucho más clara de lo importante que es proteger el medio ambiente, y de lo que significa trabajar en equipo para lograrlo”, dijo al recibir la medalla conmemorativa del 50 aniversario de la uv, como un presente de parte de sus autoridades.
Miguel Molina recorrió la USBI y dejó autografiado uno de sus libros acerca del impacto ambiental en la ciudad de México. Reconoció lo moderno de las instalaciones y recordó sus tiempos de estudiante, cuando “tenía que buscar libro por libro en un estante”.
Ganador del Nobel por su trabajo sobre la presencia de ciertos compuestos de origen industrial como los clorofluorcarbonados (CFC) en la atmósfera, cuya densidad provoca la alteración de la composición química y repercute gravemente en la capa de ozono. Molina aseguró que “a mediados del siglo XXI se recuperará definitivamente

Mario Molina, Premio Nobel de Química 1995.
la capa de ozono estratosférico que envuelve a la Tierra, que en las últimas décadas casi había desaparecido por emisiones de compuestos industriales”.
Los cfc son utilizados como refrigerantes para aire acondicionado y refrigeradores, en aerosoles, espumas o disolventes. Como resultado de la “investigación que hicimos hubo un acuerdo internacional para reducir la producción de estos compuestos en los países industrializados, aunque se siguen elaborando pero en cantidades menores y por un tiempo limitado”. Atribuyó la disminución de estos compuestos químicos a las medidas adoptadas en el Protocolo de Montreal, suscrito en 1987, y posteriormente a los protocolos de Londres (1990) y de Copenhague (1992), que han aumentado aún más las restricciones de su uso. Dijo que si bien se seguirán utilizando hasta la primera década de este siglo, “ya vemos con claridad que las cantidades han empezado a disminuir”.
Las universidades deben fomentar una conciencia mucho más clara de lo importante que es proteger el medio ambiente, y de lo que significa trabajar en equipo para lograrlo, sostuvo
Pese a las resistencias de la industria, la aportación del Premio Nobel logró que estas sustancias fueran sustituidas por otras menos dañinas, como los hidrocarburos. “En refrigeración hay compuestos químicos parecidos, pero diseñados para que no sean tan estables y no lleguen a la estratosfera, inclusive algunos de ellos ya no contienen cloro”. Para el doctor en Fisicoquímica por la Universidad de California, el daño al planeta es un problema serio que la sociedad tiene que enfrentar: “Somos aproximadamente seis mil millones de habitantes y tenemos que cambiar nuestra manera de funcionar para que los desperdicios de nuestras actividades no sigan deteriorando al ambiente”.
“Por desgracia, sólo tenemos científicamente comprobado el caso de los fluoroclorometanos, pero en cuanto al cambio climático no hay certidumbre científica de lo que podría pasar, es un problema muy serio que nos preocupa para la segunda mitad de este siglo, pero la carencia de evidencia científica no es excusa para no tomar acciones”, sostuvo.
Comentó que el hombre está cambiando la superficie del planeta con la quema de bosques y otras acciones, sobre todo en sistemas ecológicos muy vulnerables, cuyas aportaciones podrían limitarse si la sociedad sigue sin tomar en cuenta que es indispensable proteger el medio ambiente a largo plazo.
Mario Molina percibe que las nuevas generaciones están creciendo con una conciencia ecológica más responsable: “Algo que en mi propia generación no existía”. Planteó como otro punto importante, conciliar los intereses creados por las empresas: “El reto es un desarrollo económico que tome en cuenta la protección del medio ambiente”.
Actualmente, Molina se dedica al estudio de las partículas finas que se desprenden de la quema de combustibles fósiles y que también pueden cambiar el clima, junto con los gases invernadero. Otro proyecto reciente es el estudio del aire en el Valle de México, donde los contaminantes representan un serio problema de salud pública, “situación en la que hay que entender el aspecto científico y técnico del origen de estos contaminantes, pero asimismo estudiar los aspectos sociales, económicos y políticos que giran en derredor y que hay que atender”.