El agua es un privilegio de nuestro planeta. A partir de este elemento,
el hombre ha construido sus mitos, religiones y civilizaciones.
Sabemos que el agua se ha considerado como un bien natural, verdadero
“don del cielo”, en apariencia inagotable. Sin embargo,
debido a su explotación indiscriminada, a su tratamiento
sin consideraciones que la expone a una alarmante contaminación,
se ha convertido en un bien caro, objeto de codicias y mayor desafío
a comienzos de este siglo.
Diariamente disminuyen las reservas del líquido, y en estos
instantes diversas naciones ya se enfrentan a una escasez de agua.
Así, la guerra del agua es hoy un escenario posible. Por
lo tanto, los gobiernos, la humanidad entera debería inquietarse
ante el riesgo creciente de penurias que amenaza al mundo.
En este contexto, en junio de 1998, un informe del Consejo de Ciencias
de Canadá establecía que, en teoría, los recursos
lacustres podrían satisfacer las necesidades planetarias
hasta 2015; luego, algunas partes de Europa, Asia del sur y del
este y África tendrían problemas.
De esta situación resultó el libro El agua y su historia.
México y sus desafíos hacia el siglo xxi (México,
Siglo xxi, 2000), del historiador Alejandro Tortolero Villaseñor,
quien hace un recuento del tema del agua en México, subrayando
los grandes momentos que ha experimentado el país en el manejo
del líquido. Las proyecciones son pasadas por el filtro de
la historia, la contextualización y antes de activar la alarma
el autor prefiere dar a conocer los elementos que han servido para
utilizar un recurso necesario para el desarrollo de México
y algunos desafíos que tendremos que enfrentar en el futuro
próximo.
Señala que si nuestro país está lejos de contar
con los recursos hidráulicos de Canadá, que posee
nueve por ciento de las reservas mundiales de agua dulce, es igualmente
cierto que no tenemos los problemas de África septentrional,
donde apenas existe agua. No obstante, el mayor problema en México
es la distribución desigual del elemento, así como
frenar el deterioro ecológico.
También falta mejorar los sistemas de distribución
y conducción de hidrocarburos, que presentan fugas que afectan
los mantos exteriores. Falta incrementar la red de estaciones de
monitoreo del agua y las centrales de purificación. Falta
captar agua de lluvia mediante drenajes pluviales separados.
Frente a estos problemas, la formación de recursos humanos
calificados, la nueva cultura del agua que responda también
a imperativos éticos y la participación de la población,
serán medios necesarios.
Si el siglo XX estuvo caracterizado por el desastre ecológico,
el XXI tiene que ser el de la reconstrucción. Las metas de
salud e higiene que se plantearon desde el lejano siglo XIX no se
lograrán sin el agua limpia del xxi y, para ello, será
necesario hacer un gran esfuerzo por frenar el deterioro y aplicar
medidas de desarrollo sustentable.
El libro en cuestión es, sobre todo, informativo, corto,
accesible al lector no especialista y desprovisto de todo lo que
pudiera hacerlo confuso, minimiza el número y contenido de
las notas y fuentes documentales consultadas; sin embargo, no están
del todo ausentes las discusiones teóricas y el análisis,
sino que remiten a fuentes especializadas.
El autor, Alejandro Tortolero, obtuvo el grado de doctor en Historia
en Francia; es especialista en historia económica, tecnológica
y ecológica con varios libros publicados. Ha recibido los
reconocimientos Premio Banamex de Historia (1991), y Premio Nacional
de Ciencias Sociales (1997), que otorga la Academia Mexicana de
Ciencias. Es profesor de la uam-Iztapalapa y profesor invitado en
varias instituciones extranjeras.
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