Año 2 • No. 78 • octubre 14 de 2002
Xalapa • Veracruz • México
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Siete ensayos sobre Walter Benjamín
María del Carmen Suárez Rivera* (Facultad de Historia)
En tiempos de la persecución Nazi, el 26 de septiembre de 1940 Walter Benjamin, el judío más refinado de la intelectualidad europea, se suicidó en la frontera franco-española, la cual pretendía atravesar con una visa estadounidense. Su destino era Nueva York, ahí lo esperaba Theodor Adorno, su amigo.
Atrás quedaba la biblioteca, atesorada durante su vida, y decomisada por la Gestapo. Ante el allanamiento y confiscación de sus libros se sentía desanimado, despedazado. ¿Cómo iba a seguir viviendo sin ellos?, se preguntaba Hannah Arendt.
Benjamin, que había hecho del arte de citar una de las formas más elevadas de la escritura, para quien la biblioteca era un espacio físico tanto como intelectual, no sólo un lugar de investigación sino de vagabundeo y de ocio. Era también un sitio donde confluían la pasión

obsesiva del coleccionista y la precisión frenética por el detalle (una de las expresiones intelectuales más evidentes de Benjamin).
Sintiéndose enfermo, sin sus libros, Benjamin llegó a la frontera entre Francia y España el día en que las autoridades españolas cerraban el paso, desconociendo las visas de entrada. Ese incidente lo hizo quitarse la vida, pues pensó que iba a caer en manos enemigas. Al siguiente día, la frontera volvió a abrirse. Su muerte fue, entonces, como una torpeza del destino.
“La torpeza del destino” da nombre a uno de los artículos de Beatriz Sarlo reunidos en el libro Siete ensayos sobre Walter Benjamin (Buenos Aires, Fonca, 2001). Los textos se refieren tanto a su escapatoria del régimen Nazi, como al suicidio en el pueblo de Port-Bou, a su resistencia a los requisitos académicos y a su particular modo de construir conocimiento que no tenía espacio ni legitimación completos en la Europa de la Segunda Guerra.
Asimismo, la autora inserta un apartado donde las repercusiones de La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica (1936) articulan una lectura de ciertas prácticas y discursos
contemporáneos.
El texto final muestra un debate acerca de la manipulación que la Academia ha hecho de Benjamin, cuestionando el “proceso de erosión teórica” al que fue sometido.
La “moda Benjamin” de los años ochenta asoma como ejemplo de tal fenómeno (semejante cambió les ocurrió a Foucault y a Bajtin, cuando el “poder” y la “carnavalización” impregnaban cualquier temática).
En este interesante libro, Sarlo propone leer a Benjamin a partir del análisis de su método compositivo, del valor esencial de la cita, de la elección y uso atípicos de los materiales, de la relación entre crítica de arte y filosofía.
Por ejemplo, con las citas Benjamin tenía una relación interesante, poética. Las cortaba, las incorporaba a su sistema de escritura, las repetía, las parafraseaba, las comentaba, las copiaba varias veces, se adaptaba a ellas, las seguía como siguiendo la verdad de un texto literario. Su método corresponde a un sistema de composición que hoy se llamaría intertextualidad.
La autora, Beatriz Sarlo (1942), narradora y ensayista bonaerense, es profesora de Literatura Argentina en la Universidad de Buenos Aires. Ha dictado cursos en las universidades de Columbia, Berkeley, Maryland, Minnesota y Cambridge. Ha trabajado sobre literatura popular sentimental, historia del periodismo y de los medios de comunicación, cine y cultura de masas en relación con la producción artística, y el papel de los intelectuales. Dirige la revista Punto de Vista desde 1978. En julio de 2002 fue galardonada con el Premio Iberoamericano de las Letras José Donoso, que le otorgó la Universidad de Talca, en Chile.

* Maestra en Historia por la UAM-I