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Xalapa
tiene un movimiento y una efervescencia teatral como pocas ciudades
del país, a excepción por supuesto del df. Toda esta
vida teatral la realizan grupos independientes, compañías
institucionales, colectivos de trabajo o personalidades, cada una
con su sello particular.
Francisco Beverido es una de estas personalidades; enigmático
y especie rara dentro del mismo ente teatral. Resulta que con todo
y que es un verdadero actorazo, director de escena, tramoyista si
las circunstancias lo requieren y realizador de otras muchas tareas
ligadas a la escena, que no menciono para no alargar la lista, se
da el tiempo para soñar y construir castillos, no precisamente
en el aire, sino fortalezas reales y tangibles que nos cobijan a
todos.
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Utopía
forjada en la talacha diaria por Beverido y su equipo de trabajo,
Candileja es, para quien no lo sabe, un lugar concebido por un vicioso
de la lectura que decidió, desde hace años, abrir
su tesoro a todo aquel interesado en buscar, consultar o leer algo
sobre teatro. Beverido, con su sueño, realiza un verdadero
trabajo social que debería ser un faro a seguir por las autoridades
encargadas de proyectar grandes y preciosos planes para llevar la
nave “hacía un país de lectores”, con
muchos números y gráficas.
Candileja, como su creador, es sui generis. Biblioteca vastísima,
hemeroteca con rarezas simplemente inencontrables en algún
otro lugar público, videoteca cada día más
rica y una fototeca. Allí tienen registro documental minucioso
–desde programas de mano hasta comentarios de prensa–
de cada una de las puestas en escena realizadas en Xalapa en los
últimos ¿10… 12 años? Si pides información
de una puesta, un actor, un director o un programa de mano de los
cincuenta, sesenta, setenta, ochenta, tal vez menos detallada, pero
allí estará.
Por cierto, ahora que enumero parte del tesoro depositado en Candileja
se antoja increíble que exista en nuestra ciudad un lugar
así. Todo lo que pueda decir apenas dibuja el espíritu
que motiva esta aventura de crear y compartir un centro de acopio,
una reserva territorial del conocimiento teatral, este patrimonio
de la humanidad.
La mencionada utopía creada por un loco poseído por
la enfermedad de la lectura, se ubica en la Sexta de Juárez
214. Allí se han dado cita teatreros de toda especie para
ofrecer sus experiencias y conocimientos o tal vez para presentar
algún libro o alguna actividad teatral.
¿Quién te parece? ¿Héctor Mendoza? En
el 98 habló sobre la creatividad actoral. ¿Carballido?
Sí, leyó La prisionera en el 96. ¿Seki Sano?
De él habló Jovita Millán en el 2000. En fin,
actores, dramaturgos, escenográfos, iluminadores, directores,
han acudido al llamado de Paco Beverido y Candileja. Y allí
hemos estado de público, a veces sí, a veces no.
Esta nave de uno de los locos ahora corre peligro. Ya saben: dinero.
Único camino: cerrar. Eso dice la lógica. El loco
con aspecto quijotesco y otros locos dicen: claro que no.
¿Qué se puede hacer para no permitir que frente a
nuestras narices naufrague un producto netamente alquimista, como
lo es Candileja, por falta de presupuesto? ¿Qué puerta
se debe, se tiene que tocar para que en lugar de hacer un discurso
sobre el fomento a la lectura, se apoye un hecho concreto relacionado
con el amor por los libros y el placer de la lectura? ¿Tienes
alguna propuesta? El teléfono de Candileja: (01-228) 818-8240.
Veamos.
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