Año 2 • No. 81 • noviembre 4 de 2002 Xalapa • Veracruz • México
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Los cementerios en Día de Muertos
José Gabino Castillo Flores ( Facultad de Historia)

Cuando hablamos de Día de Muertos nos viene a la cabeza la infinita variedad de altares, de acuerdo a la región a la que pertenecen, que se colocan en esta fecha para conmemorar a los difuntos. Son altares llenos de vida para recordar a los muertos, con los productos más variados que podamos imaginar, lo que le da un toque bastante atractivo a la celebración.
Sin embargo, nos olvidamos de uno de los sitios más interesantes de la fiesta de los difuntos: los cementerios. Éstos permanecen abandonados
prácticamente todo el año, tristes y sucios, pero durante los últimos días de octubre adquieren un carácter festivo, pues se visten de color y de alegría, ya que representan uno de los lugares más importantes dentro de la fiesta de los muertos.
Podemos decir que los ritos de Todos Santos giran en torno a tres lugares: la iglesia, donde el pueblo acude a orar por los muertos; la casa, donde la celebración adquiere un carácter mas íntimo entre los familiares y además se coloca el altar; y por supuesto el cementerio, donde se llevan a cabo diversas actividades en honor de los finados.
Aproximadamente dos semanas antes de la fiesta de Día de Muertos la gente acude a limpiar las tumbas de sus parientes, las lava, las pinta y les coloca una primera ofrenda floral, así como las primeras veladoras; incluso entre el 28 de octubre y el 2 de noviembre, en los panteones hay niños que ofrecen su ayuda para realizar la limpieza a cambio de unos cuantos pesos.
El 1 de noviembre los cementerios se llenan de personas que acuden a visitar a sus familiares difuntos; en este día una enorme cantidad de flores y de veladoras invade el cementerio, lo que hace que al caer la noche las sepulturas se bañen de un juego de luces.
El 2 de noviembre, es el más importante en la celebración, ya que es cuando llegan “los grandes”, y por lo tanto, también es la fiesta grande en el cementerio, a donde se acude a dejar la última pero principal ofrenda, constituida por las flores que estuvieron en el altar, las coronas de papel encerado y el resto de las veladoras.
Luego de acudir a misa, en varias regiones de México la gente acostumbra llevar alimentos a los cementerios, una comida en la que el principal invitado a la mesa es precisamente el pariente que ya no está. En esta misma fecha, en algunos lugares todavía se acostumbra celebrar una misa en los cementerios para orar por los difuntos y después el padre bendice las sepulturas.
También hay regiones, como en Michoacán, donde la gente pasa la noche completa en los panteones conviviendo con los muertos; ahí la gente come, reza, convive y se embriaga.
En otros lugares, como en Naolinco, los cementerios se llenan de música, y mediante cantos cristianos conocidos como “alabados” se pone un toque de festividad, en una especie de serenata nocturna para los finados.
La importancia del cementerio se refleja en su participación dentro del culto a los muertos. Es en muchos sitios el centro de la celebración y representa el principal punto de convivencia entre los vivos y los muertos. Es así como durante la fiesta de Todos Santos los cementerios se iluminan y se llenan de color, mañana volverán a su abandono habitual.