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Los
recursos naturales como el agua, el suelo, las plantas y los animales
forman parte de las riquezas que nos brinda la naturaleza, a la
que en agradecimiento debemos conservar y aprovechar razonablemente.
Entre las bondades que nos brinda están las abejas (himenópteros),
que tienen un papel muy importante en la polinización de
las flores, al igual que en la elaboración de los productos
apícolas como la miel, el polen y propóleo, todos
de origen vegetal transformados por las laboriosas abejas; la jalea
real y la cera son sustancias segregadas por ellas producto de una
sintetización dentro del organismo de la abeja con dos elementos
de su alimentación, el polen y el néctar de las flores.
Para el humano estos productos actúan como alimento rico
en energía y algunos como cicatrizantes. Pero hay algo aún
más relevante: la acción biológica del veneno
de abeja.
La picadura de la abeja puede ser mortal o molesta por el dolor,
pero cuando es inducida
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voluntariamente
por el hombre puede hacer lo contrario y convertirse en terapia
para algunas enfermedades. La terapia a base de piquetes de abeja
ha sido usada
por los chinos desde hace dos mil años y para mayor efecto
el veneno se aplica en lugares específicos (puntos de acupuntura);
a esta terapia se le llama apiterapia, tratamiento que cura algunas
enfermedades de la piel, reumatológicas, cardiovasculares,
pulmonares, de los sentidos, ortopédicas, psicológicas,
virales e infecciosas.
Se dice que la apiterapia es tan antigua como la misma apicultura.
La apiterapia empezó como una parte de la medicina tradicional;
hoy en día muchos profesionales médicos están
empezando a usarla, ya sea con la abeja viva o en inyección.
El veneno de abeja, también conocido como apitoxina (del
latín apis, abeja y del griego toxikón, veneno), es
producido por una glándula de secreción ácida
y otra de secreción alcalina incluidas en el interior del
abdomen de la abeja obrera.
El veneno está constituido por tres substancias: una inflamatoria,
otra convulsionante y una tercera paralizadora. Contiene magnesio,
fósforo, calcio y proteínas, entre otros elementos.
Gracias a su acción biológica y a sus propiedades
hemorrágicas y neurotóxicas, tiene un valor terapéutico.
Estos son algunos de los efectos del veneno: Dilata los vasos capilares,
acelera e intensifica la circulación; posee cualidades anticoagulantes;
es hipotensor; posee efecto anestésico local; mejora el funcionamiento
del hígado; mejora la actividad del cerebro; posee acción
inmunológica en el tratamiento de las enfermedades reumáticas;
aumenta los elementos nitrogenados en la orina; acelera la respiración;
aumenta el metabolismo: estimula diversos procesos metabólicos,
como el metabolismo óseo (acelera la soldadura de fracturas),
aumenta el suministro de oxígeno y proporciona calor adicional;
destruye el crecimiento bacteriano; es un activo agente inmunizante;
estimula el sistema inmunológico, que se manifiesta en la
formación de células multinucleares, monocitos, macrófagos,
linfocitos T y B, inmoglobulinas y cortisol; y es 500 mil veces
más fuerte que cualquier otro antibiótico conocido.
Para empezar un tratamiento es importante conocer si el paciente
posee hipersensibilidad al veneno, pero esto no es problema pues
existe una prueba alérgica muy sencilla que toma un par de
minutos.
El tiempo de las terapias depende de la enfermedad del paciente
y del desarrollo alcanzado; también los productos de las
abejas son de gran ayuda en el tratamiento de apiterapia.
Ahora no podrán dudar en dejarse picar por las abejas ni
dejar de conocer su uso terapéutico. ¡No olviden que
las abejas son un regalo de la naturaleza, cuídenlo y conózcanlo!
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