Año 2 • No. 84 • noviembre 24 de 2002 Xalapa • Veracruz • México
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Emma Cuéllar de la Torre
«Soy sólo una fotógrafa». Así se definió Tina Modotti cuando, a fines de 1929, presentó sus fotografías en la Biblioteca Nacional de México. Esa fue su manifestación desde el principio: quería ser una profesional de la fotografía al servicio de la gente. Ya no le interesaba el arte puro, ni la estética como un fin último, aunque había comenzado a fotografiar maravillada por la belleza de las formas puras.

A pesar de esa búsqueda de la pureza en sus imágenes, Tina nunca pudo dejar de ser artista, y sus trabajos jugaron, a

pesar de ella misma, un papel decisivo en el desarrollo de la fotografía artística mexicana.

Tina Modotti nació en Udine, al norte de Italia, en 1896, dentro de una familia pobre, con inquietudes intelectuales e ideas socialistas, obligados por la pobreza a emigrar hacia Norteamérica. El coraje de Tina le permitió convertirse en sostén de su familia, ya que a corta edad fue modista y actriz de teatro italoamericano. Se casó a los 20 años con Roubaix de l’Abri Richey, con quien empezó a frecuentar la bohemia intelectual de San Francisco.

A principios de la década de los años veintes, Tina queda viuda y se convierte en modelo y amante del fotógrafo Edward Weston, con quien decide ir a radicar en México.

Tina contaba ya con un estilo personal cosmopolita y libre, mismo que le abrió las puertas de un México que crecía culturalmente y estaba lleno de personajes artísticos maravillosos. Viajó extensamente por México para realizar un reportaje fotográfico del país, y aunque conocía bien la fotografía, pulió su arte al lado de Weston.

Al poco tiempo de haber terminado este reportaje la pareja se separó y Tina decide quedarse sola en México, dándose el tiempo necesario para comprender y conmoverse por la realidad dura del pueblo mexicano, situación que la llevó a involucrarse por completo en el Partido Comunista y la política del país,
dentro de este grupo de intelectuales fortalece su amistad con Alfaro Siqueiros y Diego Rivera, de quien fue modelo en varios murales.

Tiempo después, siendo fotógrafa y colaboradora del periódico «El Machete», en 1928 conoció al revolucionario cubano Julio Antonio Mella, con quien vivió quizá el amor más importante de su vida, pero a Mella lo asesinaron a los pocos meses, en enero de 1929.

El gobierno involucró a Tina en el asesinato de su amante y el pueblo se dejó convencer fácilmente, ya que una librepensadora, atea, comunista, modelo de artistas, era mucho para la sociedad de ese entonces. La salvó Diego Rivera, pero el deceso de Mella desencadenó en Tina su lenta y dolorosa muerte espiritual.

Luego de haber sido reconocida como creadora en la Biblioteca Nacional en 1929, consagró su fotografía a la causa socialista, obteniendo los elogios de la crítica, ya que su obra constituía un gran testimonio del potencial artístico que encierra la fotografía. Su concepción artística, resultó ser una influencia fundamental sobre los fotógrafos mexicanos.
Tina Modotti fue acusada injustamente de terrorista por el gobierno mexicano en 1930, y se vio obligada a abandonar el país en poco menos de 72 horas, tiempo suficiente en el que regaló su equipo al que después sería el más venerado fotógrafo mexicano, Manuel Álvarez Bravo, a quien se debe el haber conservado la mayor parte del archivo de Tina Modotti.
Tina paso diez años en Europa perseguida por el terror de la Guerra Civil Española. En 1939 abandona España para regresar a México. Tina estaba muy triste, trataba de no ver a sus amigos para no complicarlos en problemas dudosos, padece del corazón, vive atemorizada y amargada, no se reconoce a sí misma. De manera que muere virtuosa, sola, calladamente, sin quejas, en el asiento de un taxi, de un paro cardiaco. Sin molestar a nadie.