Año 2 • No. 85 • diciembre 2 de 2002 Xalapa • Veracruz • México
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La obra trascendente es la que
se disfruta: Mariana Villanueva
Gina Sotelo Ríos

La música, al ser obra artística, cae en la subjetividad. ¿Quién decide lo que es bello o importante en el arte?; tal vez la respuesta está en el gusto de quien de manera individual la aprecia. Dichas interrogantes fueron debatidas en la mesa redonda “La obra musical trascendente”, que se llevó a cabo la semana pasada en la sala de videoconferencias de la USBI-
Xalapa, como parte de las actividades de la II Semana del Músico.

Mariana Villanueva dijo que la palabra trascendente, al ser vasta, es difícil de definir, sin embargo, su concepto tiene que ver con la verdad. En su opinión, la obra musical trascendente se relaciona con ciertas verdades fundamentales para el ser humano y que han permanecido a lo largo de toda su historia: “La obra trascendente las saca a flote”. Según Villanueva, su belleza es una verdad, apoyándose en Platón: la belleza siempre será el resplandor de la verdad.
Habló también de las similitudes entre una obra de Van Gogh y un concierto de Mozart, en apariencia disímiles, y cuya belleza –término que citó como relativo– las hace trascendentes. “Lo que unifica estas obras es que están diciendo un tipo de verdad importante para el ser humano; ahí reside su belleza”.

Todos los hombres tienen ciertos condicionamientos y verdades universales que comparten con los demás y con sus ancestros. Podemos llegar a escuchar una obra de la que tal vez no tenemos todos los elementos para apreciarla en todo su valor, pero el fundamento lo captamos: “Eso hace posible que un chino, mexicano, culto o iletrado aprecie una misma obra porque lo fundamental se trae dentro”.

Mariana Villanueva.
Emil Awad, coordinador de la maestría en Música de la UV, enfocó su ponencia no a describir qué elementos debe tener una obra para ser trascendente, sino al proceso que lleva la música para el oyente y cuál es su parte en la recepción de una obra, “lo que está en directa relación con la trascendencia porque, finalmente, como oyentes somos los que vamos dejando que una obra perdure o la dejamos de escuchar”.

Al hablar sobre la inteligencia musical, una habilidad con que nacen los compositores, se refirió también a algunos problemas que impiden la recepción adecuada de una obra, del lugar donde quedan las emociones y porqué una obra nos gusta más que otras y unas nos hacen sentir y otras no.
Al respecto, mencionó que “el asunto de las emociones es muy delicado porque nosotros tenemos emociones distintas para cada conocimiento; cuando la obra es muy nueva, los sentimientos que evoca en nosotros son desconocidos”. Hay personas que se basan de manera muy visceral en sus sentimientos y, si no reconocen ningún sentimiento, pueden asumir que la obra no les gusta, en lugar de disfrutar o tratar de entender lo nuevo que han recibido.

“Yo creo que acudir a una sala de conciertos no es ir a buscar entretenimiento, sino el enriquecimiento” dijo el docente, quien hizo un doctorado en Harvard.

Emil Awad.
Ricardo Miranda, jefe de la especialidad en Musicología de la maestría en Música, abordó las paradojas que hay en Sobre las olas, de Juventino Rosas, quizá la pieza musical más trascendente en México, ya que se toca en todo el mundo. “Rosas no asistió a la escuela ni al conservatorio y jamás se hubiera aceptado en la Facultad de Música. Fue un violinista menor y poco sobresaliente, pero el gusto generacional determina su trascendencia”.

Para el docente e investigador, todo lo trascendente en nuestras vidas se da porque para cada uno de nosotros tiene un significado, como sucede con la música.

Las actividades de la II Semana del Músico, además de mesas redondas y conferencias, incluyeron conciertos y recitales. La organización corrió a cargo de los estudiantes de la Facultad de Música.