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Gina Sotelo Ríos
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Emilio
Carballido es, sin lugar a dudas, uno de los máximos orgullos
veracruzanos y el dramaturgo nacional por excelencia. A medio siglo
de trayectoria sigue cosechando éxitos gracias a su inagotable
talento, siempre aderezado con un agudísimo sentido del humor
y un poquito de “peladez” que lo aleja de la hipocresía
y lo acerca al teatro que murmura grandeza.
El autodenominado “chilango-veracruzano” |
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fue
de nuevo distinguido por el Gobierno del Estado como un veracruzano
distinguido al hacerse merecedor a la Medalla al Mérito por
su trayectoria como escritor.
La ceremonia de reconocimiento al célebre cordobés
tuvo verificativo el pasado viernes 25 de noviembre en la sala chica
del Teatro del Estado, luego del estreno en Xalapa de la obra La
prisionera protagonizada por Lumi Cavazos, Juana María Garza
y Felio Fidel que, con la dirección de Mercedes de la Cruz,
se sumó a las 26 puestas en escena que integraron la XXIII
Muestra Nacional de Teatro que tuvo como sede, por segunda ocasión,
a la ciudad de Xalapa. |
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La
trayectoria de Emilio Carballido de nueva cuenta
es reconocida, ahora recibió la medalla al mérito |
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La
obra es una invitación –irónica y crítica
muy al estilo del maestro– a la reflexión sobre la
independencia femenina. Tal parece que el autor nos preguntara ¿dónde
está la libertad? cuando no se nos permite ni vivir, ni pensar,
ni decidir: “Las mujeres aprendemos a ser violentas y corrompidas
(…) si no decido mi vida ¿cómo voy a decidir
la del país” afirma Catalina (Juana María Garza)
quien no considera que su derecho a votar represente una ventaja,
si es prisionera de su propia soledad.
Homenaje discreto a la mujer abnegada y sumisa y a la “irreverente
y revolucionaria” La prisionera no es una obra complaciente
sino más bien es un grito silencioso y directo a las injusticias
sociales de las que son presas las mujeres, más de la mitad
de la población mexicana: “No acepto mi vida y no tengo
otra” dice Catalina. |
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Sin
embargo, Emilio Carballido nos deja un mensaje de esperanza; las
amistades, aunque parezcan imposibles, al igual que los amores,
sí se dan. Catalina, la esclava olvidada de si misma logra
una sincera amistad amorosa con Maria Antonieta Miranda de la Rosa
(Lumi Cavazos), pues a pesar de ser distintas, como dos copos de
nieve, son en esencia prisioneras del destino.
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Con
vestuario impecable y una escenografía digna de reconocimiento
–a pesar de las condiciones del teatro– La prisionera
dejó satisfechos a los pocos asistentes que tuvieron la fortuna
de poder conseguir un codiciado boleto. Una gran obra con temas
que no pasan de moda: los estudiantes, presos políticos,
derechos de la mujer, machismo, soledad…
La biógrafa Jacqueline Bixler fue la encargada de ofrecer
el discurso de reconocimiento al maestro. En su intervención
y notoriamente nerviosa, la escritora destacó la calidad
de las comedias costumbristas de Carballido, el autor más
comentado y homenajeado de la narrativa contemporánea, a
quien cariñosamente llamó un autor: “Medio poeta,
medio grosero, medio metafórico y medio pelado”. El
“ilustre paisano”, Emilio Carballido, con la sencillez
que distingue a los grandes aceptó gustoso la distinción:
“Por venir de la gente que quiero, admiro y respeto. Y a la
vida que me ha alimentado tantos sueños”. |
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Y para aquéllos que se quedaron con las
ganas de ver La prisionera se presentará de nuevo en la sala
chica del Teatro del Estado el 6 y 7 de diciembre. Para mayores
informes, pueden consultar cartelera.
Sinopsis
La obra nos sitúa en un puesto militar olvidado del siglo
xviii, en el Caribe. En los años 30 de un siglo que ya se
fue, cuando temibles dictaduras florecen al abrigo de toda impunidad:
Leonidas Trujillo en República Dominicana; Fulgencio Batista
en Cuba; Anastasio Somoza en Nicaragua y Juana Vicente Gómez
en Venezuela.
Como ilustración de este mundo masculino y dictatorial, Carballido
inventa a Leonardo Betancourt, quien arriba al poder como tantos
otros, a río revuelto...; antes caporal de una finca, ahora
coronel del “mero, mero”, embelesado en su autoengaño
de “cumplir un deber con la patria”, echando mano de
la disciplina y el orden castrenses. En La prisionera Lumi Cavazos
como primera actriz vuelve por sus fueros al teatro universitario
en una estupenda obra en la que el dramaturgo explora el universo
íntimo femenino. La calidad actoral de Cavazos y Garza no
deja de arrancar emociones a los espectadores.
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