Año 2 • No. 85 • diciembre 2 de 2002 Xalapa • Veracruz • México
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Gina Sotelo Ríos

 
Emilio Carballido es, sin lugar a dudas, uno de los máximos orgullos veracruzanos y el dramaturgo nacional por excelencia. A medio siglo de trayectoria sigue cosechando éxitos gracias a su inagotable talento, siempre aderezado con un agudísimo sentido del humor y un poquito de “peladez” que lo aleja de la hipocresía y lo acerca al teatro que murmura grandeza.
El autodenominado “chilango-veracruzano”
 
fue de nuevo distinguido por el Gobierno del Estado como un veracruzano distinguido al hacerse merecedor a la Medalla al Mérito por su trayectoria como escritor.

La ceremonia de reconocimiento al célebre cordobés tuvo verificativo el pasado viernes 25 de noviembre en la sala chica del Teatro del Estado, luego del estreno en Xalapa de la obra La prisionera protagonizada por Lumi Cavazos, Juana María Garza y Felio Fidel que, con la dirección de Mercedes de la Cruz, se sumó a las 26 puestas en escena que integraron la XXIII Muestra Nacional de Teatro que tuvo como sede, por segunda ocasión, a la ciudad de Xalapa.
 
La trayectoria de Emilio Carballido de nueva cuenta
es reconocida, ahora recibió la medalla al mérito
 
La obra es una invitación –irónica y crítica muy al estilo del maestro– a la reflexión sobre la independencia femenina. Tal parece que el autor nos preguntara ¿dónde está la libertad? cuando no se nos permite ni vivir, ni pensar, ni decidir: “Las mujeres aprendemos a ser violentas y corrompidas (…) si no decido mi vida ¿cómo voy a decidir la del país” afirma Catalina (Juana María Garza) quien no considera que su derecho a votar represente una ventaja, si es prisionera de su propia soledad.

Homenaje discreto a la mujer abnegada y sumisa y a la “irreverente y revolucionaria” La prisionera no es una obra complaciente sino más bien es un grito silencioso y directo a las injusticias sociales de las que son presas las mujeres, más de la mitad de la población mexicana: “No acepto mi vida y no tengo otra” dice Catalina.
 
Sin embargo, Emilio Carballido nos deja un mensaje de esperanza; las amistades, aunque parezcan imposibles, al igual que los amores, sí se dan. Catalina, la esclava olvidada de si misma logra una sincera amistad amorosa con Maria Antonieta Miranda de la Rosa (Lumi Cavazos), pues a pesar de ser distintas, como dos copos de nieve, son en esencia prisioneras del destino.
Con vestuario impecable y una escenografía digna de reconocimiento –a pesar de las condiciones del teatro– La prisionera dejó satisfechos a los pocos asistentes que tuvieron la fortuna de poder conseguir un codiciado boleto. Una gran obra con temas que no pasan de moda: los estudiantes, presos políticos, derechos de la mujer, machismo, soledad…

La biógrafa Jacqueline Bixler fue la encargada de ofrecer el discurso de reconocimiento al maestro. En su intervención y notoriamente nerviosa, la escritora destacó la calidad de las comedias costumbristas de Carballido, el autor más comentado y homenajeado de la narrativa contemporánea, a quien cariñosamente llamó un autor: “Medio poeta, medio grosero, medio metafórico y medio pelado”. El “ilustre paisano”, Emilio Carballido, con la sencillez que distingue a los grandes aceptó gustoso la distinción: “Por venir de la gente que quiero, admiro y respeto. Y a la vida que me ha alimentado tantos sueños”.
Y para aquéllos que se quedaron con las ganas de ver La prisionera se presentará de nuevo en la sala chica del Teatro del Estado el 6 y 7 de diciembre. Para mayores informes, pueden consultar cartelera.

Sinopsis

La obra nos sitúa en un puesto militar olvidado del siglo xviii, en el Caribe. En los años 30 de un siglo que ya se fue, cuando temibles dictaduras florecen al abrigo de toda impunidad: Leonidas Trujillo en República Dominicana; Fulgencio Batista en Cuba; Anastasio Somoza en Nicaragua y Juana Vicente Gómez en Venezuela.
Como ilustración de este mundo masculino y dictatorial, Carballido inventa a Leonardo Betancourt, quien arriba al poder como tantos otros, a río revuelto...; antes caporal de una finca, ahora coronel del “mero, mero”, embelesado en su autoengaño de “cumplir un deber con la patria”, echando mano de la disciplina y el orden castrenses. En La prisionera Lumi Cavazos como primera actriz vuelve por sus fueros al teatro universitario en una estupenda obra en la que el dramaturgo explora el universo íntimo femenino. La calidad actoral de Cavazos y Garza no deja de arrancar emociones a los espectadores.