Año 2 • No. 85 • diciembre 2 de 2002 Xalapa • Veracruz • México
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A dos años de su muerte, compañeros y amigos le brindan un homenaje
Margarita Urías
incansable luchadora social
Irma Villa

La inteligencia le hizo ganar el reconocimiento de quienes tuvieron la fortuna de tratarle, Margarita Urías Hermosillo. Mujer de ideales imperturbables, profesora nata.

Palabras sencillas fueron las que llenaron el auditorio “Gonzalo Aguirre Beltrán” del Instituto de Investigaciones Histórico Sociales durante el homenaje realizado a la antropóloga Margarita Urías Hermosillo.

Ahí se dieron cita sus amigos, alumnos y familiares para expresar el dolor que su partida –hace dos años– les causa, y también porque tenían que estar juntos y recordar su gran legado.

Así fue como José Luis Blanco Rosas inició su viaje por el tiempo. Recordó que conoció a Margarita Urías cuando ésta llegó a Xalapa para dirigir el Centro de Estudios Históricos de la UV, en 1978. Junto con otros jóvenes, se le acercó para pedir asesorías de sus tesis de licenciatura y de conferencias que preparaban para mítines y otros eventos donde denunciaban la represión que existía en Veracruz.

Blanco Rosas sacó a luz el hecho de que Margarita Urías, originaria de Chihuahua, fue aprehendida por el policía número uno de México, Fernando Gutiérrez Barrios, quien la encarceló en Santa Martha Acatitla por su participación activa en el movimiento del 68, junto con Adolfo Gilly y Heberto Castillo.

Este homenaje lo organizó el Instituto de Investigaciones Histórico Sociales junto con el Archivo General del Estado, que dirige Olivia Domínguez, quien también fue una persona muy cercana a la maestra Urías.

Sucedió a José Luis Blanco, la antropóloga Fernanda Núñez Becerra: “Hace 20 años, en 1982, Guy Rozat y Margarita Urías crearon la Escuela Nacional de Historia”, dijo en primera instancia la investigadora del inah, quien describió a Urías como una mujer de compleja personalidad, como una apache rebelde, que lo mismo es socióloga, etnóloga, historiadora que antropóloga, maestra y madre ejemplar.

“El ser maestro implica algo más que dar clases; es reconocer que el otro tiene algo que dar”. Así era Margarita Urías, aseguró Fernanda, que atribuyó a su amiga el raro rasgo de la crítica generosa, la que permite aprender.

La capacidad de interpretar datos, el don de seducir a los alumnos con el lenguaje, son otros rasgos de la personalidad de Urías que resaltó Núñez Becerra, así como la gran pasión que le inspiró a la homenajeada la obra y persona de Manuel Escandón, sobre el que nunca terminó de escribir.

Mencionó también el esfuerzo que realizó Margarita para combinar su papel de madre, maestra, investigadora y estudiante hasta los últimos días, en que un cáncer en la garganta acabó con su vida. De esta parte es importante resaltar que Urías se reía de los grados académicos a los que tuvo que acceder para ganar un poco más, aunque defendía su postura de que “los ideales valen más que los títulos”.

Con la intervención de Fernanda el ambiente se hizo más íntimo, el rostro de los presentes denotaba el esfuerzo que hacían para no llorar por la mujer que desde 1964 mostró su valía al participar en el asalto a Ciudad Madero, en el movimiento estudiantil del 68, sin hacer alarde de esto para obtener curules. “A pesar de que sufrió la persecución y la cárcel, nunca lo usó para vender, para acercarse al poder. No fue arribista ni oportunista, fue una iconoclasta con una dignidad tremenda que hasta a sus plazas renunció con tal de no ir en contra de lo que ella creía”, concluyó la alumna, amiga y compañera de trabajo de Margarita Urías.

Tocó su turno al también incansable luchador social José “Pepe” González Sierra, quien en la brevedad de sus palabras dejó en claro la profunda admiración que esta mujer le causó mientras vivía, y el gran orgullo que le da recordar que fue de las pocas militantes de izquierda que murió convencida de ser una anarquista seria, propositiva, cuyo choque con las autoridades le permitió contribuir a la democracia.

En este tenor continuó el economista Roberto Sandoval, quien vino desde México para participar en este homenaje a su amiga. “Margarita nos da un dramático pretexto para echar una mirada atrás”. Recordó a la profesora que vinculó a gente de otras instituciones, gente que como antes Pepe González señaló “nada tenían que hacer ahí”. Sin embargo, ella logró un fructífero intercambio entre sociólogos, antropólogos y economistas, que hoy hace imposible no extrañarla.

Enfatizó que es muy importante hablar de la época que le tocó vivir a Margarita (1964-65), “donde las condiciones para una muchacha de 18 ó 19 años guapa y con futuro intelectual propio le eran adversas, y a pesar de esto se convirtió en un paradigma de alguien que se va a la guerra, a los tiros... que expresaba ya en este tiempo un pensamiento político e ideológico, que iba tras la búsqueda de verdades”.

Como maestra demostró una gran superioridad intelectual, desde sentarse a corregir con alguien, a razonar, a argumentar hasta pasar de un acto de rebeldía a la participación política, donde ella –por cierto– tenía un lema: “No es necesario votar para ser ciudadano”. Margarita Urías fue condenada por la ley a no ejercer su derecho al voto, dada su participación en movimientos sociales.

El último orador, Feliciano García Aguirre, doctor en Ciencias Históricas por la Universidad de La Habana, instó a todos a incorporar los productos del trabajo que realizó la prestigiada antropóloga con el fin de recuperar su obra dispersa y contribuir con sus investigaciones al patrimonio de la nación.