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Nueva España: siglo XVIII
etairas, rameras, prostitutas *
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En
el siglo XVIII se darían una serie de cambios. A partir de
la segunda década, los Borbones emprendieron acciones que
tenían como objetivo fundamental reforzar la administración
civil, tanto de la Península como el de la Nueva España,
esta última manifestó señales de severas alteraciones
en su estructura política, económica y social.
El privilegio de la educación lo gozaron sólo algunas
mujeres, las cuales se preocuparon por fundar colegios, estos eran
para doncellas que tuvieran una buena situación económica,
la cual era determinante para la adquisición de conocimientos.
Mientras que las mujeres |
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de
clase inferior no tenían el privilegio de la educación,
ya que debían ayudar al sostenimiento de la familia, por
lo que se dedicaron a diversos oficios, entre ellos la prostitución.
Es el caso de las mujeres públicas, que vivían de
su cuerpo mientras durara la belleza, se les hacía vestir
de una forma diferente para distinguirlas. A estas también
se les conoció como prostitutas, rameras, etairas, perdidas
y putas.
Veracruz, al ser puerto de entrada, dio paso a elementos semifijos,
como los marinos de la flota, los soldados del fuerte, comerciantes,
así como también arrieros y cargadores, los cuales
por lo general eran recurrentes a los servicios de las llamadas
etairas.
De igual modo, como en otros periodos de la colonia, existió
la sexualidad sin matrimonio, bigamia, adulterio, estupro y su mirada
salía de las prácticas normativas de la sexualidad;
acompañado de todo este jolgorio de sexo y moral, era un
destape para la lujuria del hombre novohispano, mal visto ante la
Iglesia y el Estado.
Numerosas fiestas se hicieron notar en este siglo, desde la famosa
corrida de toros pasando por el juego de naipes, peleas de gallos
hasta llegar al carnaval, todos ellos propicios para el desorden
y desbordamiento de la alegría. Al igual que el establecimiento
de burdeles, que en un principio fueron aceptados por el Estado,
pues eran una forma de control al igual que las fiestas, pero a
largo plazo éstos causarían la pérdida de las
“buenas costumbres” traídas de Europa.
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Es
claro el aumento de divorcios, lo que nos sugiere un cambio de actitud,
debido a la entrada de nuevas ideas que permearon a la mujer, ya
que el matrimonio era un mero contrato de intereses de ambas partes;
por ejemplo si alguno de los dos incurría era acusado ante
las autoridades, lo que hace notar un giro de costumbres que iban
a seguir posteriormente a la independencia. Detrás de toda
esta innovación y crecimiento en las formas de pensar, tanto
en los hombres como en las mujeres, se encuentran los colegios de
doncellas y conventos de monjas en donde la laboriosidad era norma
de vida.
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Las mujeres públicas ejercían su oficio, en las calles
de las ciudades donde la oscuridad abundaba, desde tiempos antiguos
ellas trabajaron en México, algunas por gusto y otras por
necesidad, eran españolas, criollas, negras y mulatas, cada
una servía a su casta. En dicha época, Nueva España
era un matiz de mestizos, en donde ya no se diferenciaban la casta
a la que pertenecían. Las mujeres más o menos acomodadas
tenían principios morales y debían servir a su familia,
seguir con las buenas costumbres, pero existieron –creemos–
prostitutas de la burguesía. Por ejemplo, nos encontramos
en nuestra investigación un caso que data del año
1791, de una joven mujer llamada Guadalupe Rojas1 quien vio la salida
al enredarse con tres hombres y así mantener a su madre quien,
desafortunadamente, por una denuncia anónima se le acusó
de prostituta y se señaló como mujer de mal vivir.
Una de las mayores injurias para estas mujeres era que la “aputearan”,
es decir que se le nombrara “puta”, otro claro ejemplo
sucede con Francisca, conocida como la “Carnicera”,
que en el juicio que se le hizo como blasfema, uno de los denunciantes
intentó descalificar a la defensa señalando “…que
es muy provocadora, escandalosa, ramera pública, ha estado
en la cárcel varias veces y anda con soldados dragones diciéndoles
que la mantengan…”, como ellas, muchas mujeres novohispanas
buscaron el sustento, pero cuidándose de no procrear.
Las prostitutas eran conducidas voluntariamente o si se encontraban
en una situación de denuncia eran condenadas y llevadas a
los recogimientos, los cuales estaban a cargo de mujeres altruistas
que se preocupaban por las mujeres en desgracia.
Un importante recogimiento que tuvo a cargo a las prostitutas y
a delincuentes recogidas fue el de Santa María Magdalena,
quien a partir de 1692 empezó a funcionar. Los recogimientos
a mitad del siglo XVIII se convirtieron en la institución
penitenciaria más importante de la Nueva España.
Es así como podemos darnos cuenta que la situación
de la mujer en nuestro México no ha variado del todo. Si
bien hoy en día se le han dado nuevas oportunidades en el
ámbito laboral, la situación económica de nuestro
país ha orillado a que la prostitución siga siendo
recurrente.
1 Cfr. Muriel Josefina, Los recogimientos
de mujeres. Pág. 141
* Luz Estela Maya de la Vega, Mireya Santos Gerardo, Emma Varinia
Utria Platas y Emigdio Larios Salcedo. Correo electrónico:
digrette@yahoo.com |
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