Año 3 • No. 88 • enero 20 de 2003 Xalapa • Veracruz • México
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Nueva España: siglo XVIII
etairas, rameras, prostitutas *
En el siglo XVIII se darían una serie de cambios. A partir de la segunda década, los Borbones emprendieron acciones que tenían como objetivo fundamental reforzar la administración civil, tanto de la Península como el de la Nueva España, esta última manifestó señales de severas alteraciones en su estructura política, económica y social.

El privilegio de la educación lo gozaron sólo algunas mujeres, las cuales se preocuparon por fundar colegios, estos eran para doncellas que tuvieran una buena situación económica, la cual era determinante para la adquisición de conocimientos. Mientras que las mujeres
de clase inferior no tenían el privilegio de la educación, ya que debían ayudar al sostenimiento de la familia, por lo que se dedicaron a diversos oficios, entre ellos la prostitución.

Es el caso de las mujeres públicas, que vivían de su cuerpo mientras durara la belleza, se les hacía vestir de una forma diferente para distinguirlas. A estas también se les conoció como prostitutas, rameras, etairas, perdidas y putas.
Veracruz, al ser puerto de entrada, dio paso a elementos semifijos, como los marinos de la flota, los soldados del fuerte, comerciantes, así como también arrieros y cargadores, los cuales por lo general eran recurrentes a los servicios de las llamadas etairas.

De igual modo, como en otros periodos de la colonia, existió la sexualidad sin matrimonio, bigamia, adulterio, estupro y su mirada salía de las prácticas normativas de la sexualidad; acompañado de todo este jolgorio de sexo y moral, era un destape para la lujuria del hombre novohispano, mal visto ante la Iglesia y el Estado.

Numerosas fiestas se hicieron notar en este siglo, desde la famosa corrida de toros pasando por el juego de naipes, peleas de gallos hasta llegar al carnaval, todos ellos propicios para el desorden y desbordamiento de la alegría. Al igual que el establecimiento de burdeles, que en un principio fueron aceptados por el Estado, pues eran una forma de control al igual que las fiestas, pero a largo plazo éstos causarían la pérdida de las “buenas costumbres” traídas de Europa.
Es claro el aumento de divorcios, lo que nos sugiere un cambio de actitud, debido a la entrada de nuevas ideas que permearon a la mujer, ya que el matrimonio era un mero contrato de intereses de ambas partes; por ejemplo si alguno de los dos incurría era acusado ante las autoridades, lo que hace notar un giro de costumbres que iban a seguir posteriormente a la independencia. Detrás de toda esta innovación y crecimiento en las formas de pensar, tanto en los hombres como en las mujeres, se encuentran los colegios de doncellas y conventos de monjas en donde la laboriosidad era norma de vida.
Las mujeres públicas ejercían su oficio, en las calles de las ciudades donde la oscuridad abundaba, desde tiempos antiguos ellas trabajaron en México, algunas por gusto y otras por necesidad, eran españolas, criollas, negras y mulatas, cada una servía a su casta. En dicha época, Nueva España era un matiz de mestizos, en donde ya no se diferenciaban la casta a la que pertenecían. Las mujeres más o menos acomodadas tenían principios morales y debían servir a su familia, seguir con las buenas costumbres, pero existieron –creemos– prostitutas de la burguesía. Por ejemplo, nos encontramos en nuestra investigación un caso que data del año 1791, de una joven mujer llamada Guadalupe Rojas1 quien vio la salida al enredarse con tres hombres y así mantener a su madre quien, desafortunadamente, por una denuncia anónima se le acusó de prostituta y se señaló como mujer de mal vivir.

Una de las mayores injurias para estas mujeres era que la “aputearan”, es decir que se le nombrara “puta”, otro claro ejemplo sucede con Francisca, conocida como la “Carnicera”, que en el juicio que se le hizo como blasfema, uno de los denunciantes intentó descalificar a la defensa señalando “…que es muy provocadora, escandalosa, ramera pública, ha estado en la cárcel varias veces y anda con soldados dragones diciéndoles que la mantengan…”, como ellas, muchas mujeres novohispanas buscaron el sustento, pero cuidándose de no procrear.

Las prostitutas eran conducidas voluntariamente o si se encontraban en una situación de denuncia eran condenadas y llevadas a los recogimientos, los cuales estaban a cargo de mujeres altruistas que se preocupaban por las mujeres en desgracia.

Un importante recogimiento que tuvo a cargo a las prostitutas y a delincuentes recogidas fue el de Santa María Magdalena, quien a partir de 1692 empezó a funcionar. Los recogimientos a mitad del siglo XVIII se convirtieron en la institución penitenciaria más importante de la Nueva España.

Es así como podemos darnos cuenta que la situación de la mujer en nuestro México no ha variado del todo. Si bien hoy en día se le han dado nuevas oportunidades en el ámbito laboral, la situación económica de nuestro país ha orillado a que la prostitución siga siendo recurrente.

1 Cfr. Muriel Josefina, Los recogimientos de mujeres. Pág. 141
* Luz Estela Maya de la Vega, Mireya Santos Gerardo, Emma Varinia Utria Platas y Emigdio Larios Salcedo. Correo electrónico: digrette@yahoo.com