|
|
El I-Ching
y los seis peldaños para alcanzar el liderazgo
Francisco Ballina Ríos*
|
 |
En
la teoría convencional de la administración, cada
día nos encontramos con nuevas fórmulas para lograr
el liderazgo, sin embargo en estos momentos de incertidumbre, dominados
por expectativas y frustraciones colectivas lo que se hace evidente
es la falta de liderazgo político, económico, religioso,
empresarial etc. Es necesario interrogarse |
entonces
¿Cómo reunir la fuerza necesaria para dar solución
a la problemática que vive el mundo actual? Para ello recomendamos
la lectura original de los clásicos como es el caso de
uno de los más prestigiosos y antiguos compendios de la
sabiduría china: el I Ching, que no solamente constituye
uno de los sistemas adivinatorios más antiguos, sino también
un fecundo camino hacia la sabiduría y la introspección
para ejercer el liderazgo.
El I Ching, en principio fue concebido como un curso de adivinación,
hace referencia al uso de la energía primitiva, que es
fuente de luz, fuerza, actividad, espiritualidad. Dicha fuerza
se representa por medio del dragón. En este caso, la capacidad
que tiene el líder para interpretar el curso de los acontecimientos,
del movimiento, del cambio, la capacidad de esperar y, en su momento,
de actuar. Para ello se hace necesaria la perseverancia, el no
dejarse afectar por las circunstancias externas.
En el exagrama chino se hace referencia a la acción creativa
y justa que rige el principio del liderazgo, del sabio, del líder,
del gobernante, para llevar a cabo con éxito acciones justas
o equitativas, que sean beneficiosas para sí mismo y para
los demás. La fuerza está constituida en la creatividad,
destinada a dar forma material a las ideas. Por eso, la fuerza
primaria convierte al hombre en un ser capaz de despertar dichas
cualidades en los otros, y por ello en el holograma del I Ching,
las seis líneas representan los peldaños que hay
que subir, uno por uno; paulatinamente, antes de alcanzar cualquier
logro. Cada una constituye una etapa que es preciso superar y
asimilar, es decir, aprender de ella, antes de seguir al siguiente
peldaño. El holograma compuesto por seis líneas
continuas hace referencia al principio del Yin es decir lo oscuro,
lo blando y lo receptivo o femenino, su cualidad principal es
la entrega apasionada, lo que sin duda constituye uno de los principios
básicos del liderazgo, además de la quietud, la
receptividad y la perseverancia. Según la antigua sabiduría
china, lo receptivo debe quedar bajo la guía de lo creativo,
así su efecto será beneficioso.
|
|
De
acuerdo a la interpretación general del oráculo del
I Ching, el líder debe evitar los conflictos y obrar con
rectitud. Si quiere encontrar amistad y ayuda no deberá vanagloriarse
de sus virtudes, sino actuar con discreción y sensatez, siempre
que sus acciones estén gobernadas por la honestidad y la
justicia, y tenga la perseverancia suficiente para llevarlas a cabo.
El hombre sabio se deja guiar y no |
actúa
en forma solitaria, sino que deduce de su entorno, y actúa
en consecuencia para ofrecer lo que de él se espera. Cuando
quiera conseguir algo deberá actuar de forma receptiva y
aprender de los demás.
El camino del líder está constituido por los seis
peldaños. El primero significa la primavera-verano, la fuerza
creadora, esta línea significa la luz, el inicio, la fuerza
primitiva, nos advierte del peligro de actuar a la ligera; así
pues, si actuamos con precaución y determinación en
los primeros pasos podremos encarar las dificultades para alcanzar
el segundo peldaño, lo receptivo, la luz interior que se
dirige en forma voluntaria hacia un propósito. El hombre
sabio que actúa con rectitud logra que sus actos sean acordes
con la naturaleza y así alcanzar el tercer escaño
en donde no se busca el reconocimiento de los demás, según
prescribe el proverbio: ”Si acaso sigues al servicio de un
Rey no busques obras, sino llevarlas a cabo”. Porque el sabio
oculta sus virtudes y en lugar de vanagloriarse de ellas, se preocupa
de que todo se realice. No busca el reconocimiento de sus actos
ante los demás sino que actúa en silencio y reflexionando,
para que todo lo que hay que realizar llegue a buen término
y sea de provecho en el futuro, y no para su beneficio, sino para
el bien de los demás.
La cuarta línea en su grado más alto, representa la
fuerza ya sin ligaduras, es el tiempo para aislarse en silencio
y de no adquirir compromisos. Esta línea está representada
por el color amarillo y significa lo legal y lo honesto. Lo realmente
bello está en el interior de uno mismo. Cuando uno está
destinado a realizar un mandato, como líder, o de ocupar
un lugar de privilegio, para lograr el auténtico triunfo,
deberá actuar en forma muy prudente, no alardeando de su
honestidad y moralidad, como si fueran adornos exteriores, sino
que demostrará que esas cualidades nacen de su interior y
sólo así logrará ascender al último
peldaño, la sexta línea, representada por los dragones
que luchan en la pradera. En esta posición el Yin, fuerza
oscura, debe dar paso al Yang, la luz y debe retirarse ante la luz.
Es el momento de la lucha, si el dirigente o líder persiste
en ocupar el puesto que no le corresponde, y en vez de mostrarse
servicial, quiere adoptar una posición de dominio, entrando
en lucha contra la fuerza luminosa, ésta le hará caer
en la oscuridad. Pero esta pugna no beneficia a ninguna de las dos
posiciones.
Cuando entramos en una situación difícil que está
tocando a su fin, y en lugar de mostrarnos dóciles para dejar
que lo bueno venga a nosotros y nos mostramos fuertes y arrogantes,
a pesar de nuestra debilidad, entraremos en una lucha que no nos
dejará alejarnos de la oscuridad y no disfrutaremos de la
luz y de lo bueno.
En otras palabras, cuando el líder ha alcanzado su máximo
nivel de influencia y poder tanto espiritual como material, y todo
el mundo lo sigue, está en el mejor momento para gobernar,
en ese momento, el Dragón está en el cielo y el tigre
en la tierra, representan la conformidad y el éxito, el hombre
sabio debe moderar el exceso de ambición y de soberbia, que
pueden provocar su caída. Cuando alguien quiere ascender
a los puestos más altos sin buscar el apoyo de los demás,
provocará irremediablemente su caída. El hombre soberbio
sabe como adelantar impetuosamente, pero no cómo retirarse.
Sabe lo que es la ganancia, pero no la pérdida. Sólo
el hombre sabio es capaz de avanzar o retroceder sin que se resienta
su personalidad.
Lo que necesitan las organizaciones y las empresas, no son los “líderes”
formados con arquetipos de técnicas puramente productivistas
y mercantilistas, sino el dirigente, el líder que esté
en paz con su medio, que pueda manejar las relaciones humanas con
tacto y comprensión, que sabe dirigir reuniones para resolver
problemas o conflictos, que realiza su trabajo bajo el supuesto
de que la actividad creativa es privilegio de la alta dirección.
*Doctor en Ciencia Política por la Universidad
de Florencia, Italia, maestro en sociología por la Facultad
de Ciencias Políticas y Sociales de la unam, y licenciado
en Administración de Empresas por la Facultad de Contaduría
y Administración. Coordinador y representante de los Pymes
de España en México y la uv (eficiencia y rentabilidad
en las micro y pequeñas empresas en el estado de Veracruz). |
|
|
|
|
|