Año 3 • No. 89 • enero 27 de 2003 Xalapa • Veracruz • México
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El I-Ching
y los seis peldaños para alcanzar el liderazgo

Francisco Ballina Ríos*

En la teoría convencional de la administración, cada día nos encontramos con nuevas fórmulas para lograr el liderazgo, sin embargo en estos momentos de incertidumbre, dominados por expectativas y frustraciones colectivas lo que se hace evidente es la falta de liderazgo político, económico, religioso, empresarial etc. Es necesario interrogarse

entonces ¿Cómo reunir la fuerza necesaria para dar solución a la problemática que vive el mundo actual? Para ello recomendamos la lectura original de los clásicos como es el caso de uno de los más prestigiosos y antiguos compendios de la sabiduría china: el I Ching, que no solamente constituye uno de los sistemas adivinatorios más antiguos, sino también un fecundo camino hacia la sabiduría y la introspección para ejercer el liderazgo.

El I Ching, en principio fue concebido como un curso de adivinación, hace referencia al uso de la energía primitiva, que es fuente de luz, fuerza, actividad, espiritualidad. Dicha fuerza se representa por medio del dragón. En este caso, la capacidad que tiene el líder para interpretar el curso de los acontecimientos, del movimiento, del cambio, la capacidad de esperar y, en su momento, de actuar. Para ello se hace necesaria la perseverancia, el no dejarse afectar por las circunstancias externas.

En el exagrama chino se hace referencia a la acción creativa y justa que rige el principio del liderazgo, del sabio, del líder, del gobernante, para llevar a cabo con éxito acciones justas o equitativas, que sean beneficiosas para sí mismo y para los demás. La fuerza está constituida en la creatividad, destinada a dar forma material a las ideas. Por eso, la fuerza primaria convierte al hombre en un ser capaz de despertar dichas cualidades en los otros, y por ello en el holograma del I Ching, las seis líneas representan los peldaños que hay que subir, uno por uno; paulatinamente, antes de alcanzar cualquier logro. Cada una constituye una etapa que es preciso superar y asimilar, es decir, aprender de ella, antes de seguir al siguiente peldaño. El holograma compuesto por seis líneas continuas hace referencia al principio del Yin es decir lo oscuro, lo blando y lo receptivo o femenino, su cualidad principal es la entrega apasionada, lo que sin duda constituye uno de los principios básicos del liderazgo, además de la quietud, la receptividad y la perseverancia. Según la antigua sabiduría china, lo receptivo debe quedar bajo la guía de lo creativo, así su efecto será beneficioso.

De acuerdo a la interpretación general del oráculo del I Ching, el líder debe evitar los conflictos y obrar con rectitud. Si quiere encontrar amistad y ayuda no deberá vanagloriarse de sus virtudes, sino actuar con discreción y sensatez, siempre que sus acciones estén gobernadas por la honestidad y la justicia, y tenga la perseverancia suficiente para llevarlas a cabo. El hombre sabio se deja guiar y no
actúa en forma solitaria, sino que deduce de su entorno, y actúa en consecuencia para ofrecer lo que de él se espera. Cuando quiera conseguir algo deberá actuar de forma receptiva y aprender de los demás.

El camino del líder está constituido por los seis peldaños. El primero significa la primavera-verano, la fuerza creadora, esta línea significa la luz, el inicio, la fuerza primitiva, nos advierte del peligro de actuar a la ligera; así pues, si actuamos con precaución y determinación en los primeros pasos podremos encarar las dificultades para alcanzar el segundo peldaño, lo receptivo, la luz interior que se dirige en forma voluntaria hacia un propósito. El hombre sabio que actúa con rectitud logra que sus actos sean acordes con la naturaleza y así alcanzar el tercer escaño en donde no se busca el reconocimiento de los demás, según prescribe el proverbio: ”Si acaso sigues al servicio de un Rey no busques obras, sino llevarlas a cabo”. Porque el sabio oculta sus virtudes y en lugar de vanagloriarse de ellas, se preocupa de que todo se realice. No busca el reconocimiento de sus actos ante los demás sino que actúa en silencio y reflexionando, para que todo lo que hay que realizar llegue a buen término y sea de provecho en el futuro, y no para su beneficio, sino para el bien de los demás.

La cuarta línea en su grado más alto, representa la fuerza ya sin ligaduras, es el tiempo para aislarse en silencio y de no adquirir compromisos. Esta línea está representada por el color amarillo y significa lo legal y lo honesto. Lo realmente bello está en el interior de uno mismo. Cuando uno está destinado a realizar un mandato, como líder, o de ocupar un lugar de privilegio, para lograr el auténtico triunfo, deberá actuar en forma muy prudente, no alardeando de su honestidad y moralidad, como si fueran adornos exteriores, sino que demostrará que esas cualidades nacen de su interior y sólo así logrará ascender al último peldaño, la sexta línea, representada por los dragones que luchan en la pradera. En esta posición el Yin, fuerza oscura, debe dar paso al Yang, la luz y debe retirarse ante la luz. Es el momento de la lucha, si el dirigente o líder persiste en ocupar el puesto que no le corresponde, y en vez de mostrarse servicial, quiere adoptar una posición de dominio, entrando en lucha contra la fuerza luminosa, ésta le hará caer en la oscuridad. Pero esta pugna no beneficia a ninguna de las dos posiciones.

Cuando entramos en una situación difícil que está tocando a su fin, y en lugar de mostrarnos dóciles para dejar que lo bueno venga a nosotros y nos mostramos fuertes y arrogantes, a pesar de nuestra debilidad, entraremos en una lucha que no nos dejará alejarnos de la oscuridad y no disfrutaremos de la luz y de lo bueno.
En otras palabras, cuando el líder ha alcanzado su máximo nivel de influencia y poder tanto espiritual como material, y todo el mundo lo sigue, está en el mejor momento para gobernar, en ese momento, el Dragón está en el cielo y el tigre en la tierra, representan la conformidad y el éxito, el hombre sabio debe moderar el exceso de ambición y de soberbia, que pueden provocar su caída. Cuando alguien quiere ascender a los puestos más altos sin buscar el apoyo de los demás, provocará irremediablemente su caída. El hombre soberbio sabe como adelantar impetuosamente, pero no cómo retirarse. Sabe lo que es la ganancia, pero no la pérdida. Sólo el hombre sabio es capaz de avanzar o retroceder sin que se resienta su personalidad.

Lo que necesitan las organizaciones y las empresas, no son los “líderes” formados con arquetipos de técnicas puramente productivistas y mercantilistas, sino el dirigente, el líder que esté en paz con su medio, que pueda manejar las relaciones humanas con tacto y comprensión, que sabe dirigir reuniones para resolver problemas o conflictos, que realiza su trabajo bajo el supuesto de que la actividad creativa es privilegio de la alta dirección.

*Doctor en Ciencia Política por la Universidad de Florencia, Italia, maestro en sociología por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la unam, y licenciado en Administración de Empresas por la Facultad de Contaduría y Administración. Coordinador y representante de los Pymes de España en México y la uv (eficiencia y rentabilidad en las micro y pequeñas empresas en el estado de Veracruz).