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Roberto Benítez Contreras
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Hace
unos días escuché por la radio una entrevista que
me causó interés y me hizo reflexionar sobre algunos
puntos. Era sobre la labor que realizan unos payasos al acudir a
los hospitales e interactuar con su población, es decir médicos,
enfermos y familiares de los mismos, con el singular propósito
de hacer reír y desde luego con todas las implicaciones que
esto puede tener.
Inevitablemente o quizá muy a propósito lo que se
pensaba como fronteras espaciales del espectáculo se han
roto, la necesidad social consciente o inconsciente de ficción
prolifera, aún cuando se diga que cada vez va menos gente
al teatro. Desde luego que no es nuevo el teatro de bolsillo, el
teatro llevado hasta la propia casa, el teatro invisible que se
realiza en los lugares públicos con implicaciones sociales
y que proliferara tanto en los 70, pero hoy la tónica del
hecho varía y tiene otros fines.
Al no poder hablar del desempeño que tienen los entrevistados
del programa de radio que llamaron mi atención, me limito
a hablar de sus intenciones y del suceso que en sí mismo
me parece de gran valor: llevar la risa a los hospitales. Ante el
dolor, la pena, la angustia y demás cuadros trágicos
pensar en la comedia puede resultar verdaderamente ofensivo, pero
no es del todo cierto, ya que se ha comprobado la eficacia curativa
de la risa. |
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Nada
deprime más que la depresión. Quien no sea capaz de
reírse de su existencia no será tampoco capaz de vivirla,
se ha dicho. Los entrevistados hablaron de la risoterapia, es decir,
utilizar la risa como camino para lograr la relajación, abrir
la capacidad de sentir y hasta de amar, empleando técnicas
que ayudan a liberar las tensiones del cuerpo. El espectáculo
de payasos
entrevistados emplea una de éstas técnicas, ellos
se capacitan tomando cursos de preparación y cuando están
listos, se presentan en los hospitales y hacen reír a quienes
están lejos de la alegría. |
Esta
experiencia se basa en la comprobación científica
de que la risa franca, la carcajada, aporta múltiples beneficios:
rejuvenece, elimina el estrés, tensiones, ansiedad, depresión,
colesterol, adelgaza, reduce dolores, insomnio, problemas cardiovasculares,
espiratorios, etcétera. Además, aporta aceptación,
comprensión, alegría, relajación, abre los
sentidos y ayuda a transformar patrones mentales. Hoy sabemos que
mientras reímos liberamos gran cantidad de endorfinas, responsables
en gran parte de la sensación de bienestar.
Se dice que en culturas ancestrales de tipo tribal, existía
la figura del “doctor payaso” o “payaso sagrado”,
un hechicero vestido y maquillado que ejecutaba el poder terapéutico
de la risa para curar a los guerreros enfermos. Mientras que por
otra parte Sigmund Freud atribuyó a las carcajadas el poder
de liberar al organismo de energía negativa, y después
se ha comprobado que el córtex cerebral libera impulsos eléctricos
negativos un segundo después de comenzar a reír. En
los últimos 30 años se ha avanzado mucho en la aplicación
de la risa como terapia. En los años 70, un doctor californiano
aplicó la alegría y el buen humor como apoyo en la
recuperación y tratamiento de enfermedades, obteniendo benéficos
resultados. A partir de entonces se comenzó a utilizar la
técnica de la terapia de la risa en hospitales de eua, Suiza,
Alemania y Francia. Y ahora en México también se experimenta
al respecto. Que más se puede desear sino que los resultados
sean tan buenos como las intenciones. |
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