|
Para
muchas personas el estar solas representa un estado muy agradable;
sin embargo, para otras –al parecer la mayoría–,
es preferible tener alguien con quién compartir cada momento.
Recordemos que el hombre es un animal social.
Desafortunadamente, para esa postura las sociedades actuales
generan cada día más que los humanos vivamos solos
y apartados, producto de la cada vez más demandante situación.
Un estudio realizado en más de 140 países ha establecido
por vez primera, y de forma clara la |
estrecha
relación que existe entre la creciente tendencia a formas
de vida individualizadas y el perjuicio que estos hábitos
provocan al medio ambiente.
Los divorcios, la soltería y la vida en solitario provocan
un aumento de las viviendas por encima de los niveles demográficos
en la mayoría de los países, con lo que ello representa
de presión sobre el entorno.
Aunque el divorcio a menudo se le señala como responsable
de los fracasos escolares y del aumento de la criminalidad, ahora
se ha convertido también en uno de los factores que degradan
el medio ambiente, al igual que la soltería y la vida en
solitario tan frecuentes de las sociedades de nuestro tiempo.
Un estudio realizado al efecto sobre el impacto de estos comportamientos
sociales sobre los entornos, señala al respecto que las tendencias
individualistas aumentan el número de habitaciones y residencias
que demandan muchos recursos naturales y energía, a la vez
que se convierten en generadores de residuos.
Para los autores de este estudio, de las Universidades de Michigan
y Stanford en los Estados Unidos la verdadera amenaza para el planeta
no procede del aumento de la población, sino de la multiplicación
de los hábitats que generan algunos comportamientos humanos.
Destacan que la proliferación de casas más pequeñas,
debido al aumento de la costumbre de vivir en solitario, sin pareja
ni niños, está afectando seriamente a los recursos
naturales, ya que la demanda de viviendas para estos individuos
crea una necesidad de materiales de construcción, aplicaciones
y energía que no corresponde con el crecimiento real de la
población. Señalan, por ejemplo, que en Estados Unidos
una de cada cuatro casas está habitada por una sola persona.
Los investigadores estudiaron el fenómeno de las viviendas
individuales en 76 países amenazados por la actividad humana,
así como otros 65 países más conservacionistas
entre los que se encuentran Canadá, Alemania y Finlandia.
Además, descubrieron que en países como Estados Unidos,
Brasil y China, el aumento del número de viviendas entre
1985 y el año 2000 superó al crecimiento de la población,
lo que en su opinión explica el aumento de las tensiones
ambientales en esos países.
Asimismo, el número de viviendas aumentó un 3.1 por
ciento anual frente al 1.8 por ciento de la población. Incluso
cuando disminuyó la población, el número de
casas aumentó substancialmente. Sin embargo, en los países
conservacionistas el crecimiento de la población y de la
vivienda fue en el mismo periodo similar, en torno al 1.7 por ciento
anual.
Se espera que en los países más amenazados ambientalmente,
la diferencia entre las tasas de crecimiento de la población
y de la vivienda llegue a ser más pronunciada en los próximos
15 años, según las estimaciones de esta investigación.
El informe señala también que en países como
Italia, Grecia o España, donde la población disminuye,
el número de viviendas aumenta, en claro contraste con lo
que debería representar la demanda demográfica. Esta
tendencia debe consolidarse durante los próximos 15 años
en los países indicados, según el estudio.
Llama la atención el caso de China, donde el crecimiento
de la población es controlado por el gobierno al ritmo de
un niño por familia, a pesar de lo cual muchos jóvenes
viven solos y aumentan la demanda de Viviendas para uso individual.
Tal parece que la soledad no es un asunto de individualismo. O al
menos no es lo más sano para nuestro medio ambiente.
Con información de la Universidad
de Stanford y Tendencias Científicas. |