Año 3 • No. 91 • febrero 10 de 2003 Xalapa • Veracruz • México
Publicación Semanal


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Raquel Velasco

La contemplación revela, la luz descubre; una y otra confluyen en la intención de comprender lo relativo de la eternidad, y no hay fuerza más antigua y renovada que la naturaleza, la cual se transforma conforme va cumpliendo sus distintos ciclos. Es a partir de esta tarea de reconfiguración que complace los sueños milenarios de los creadores.
Esto sucede con Estela Jara. Al capturar fragmentos de la naturaleza con su lente, nuestra artista se asume como parte de la misma. Las imágenes que nos otorgan abandonan su condición animada para transfigurarse en sueños minimalistas o pequeños niveles de una realidad cotidiana que no nos detenemos a observar, pero

que a través del arte brindan una lección sobre las múltiples posibilidades de la vida.

Las fotografías que conforman la exposición Trópicos son miradas que avanzan de abajo hacia arriba respondiendo a la necesidad de su creadora por volver al origen, desde la dimensión proporcionada por la composición áurea recobrada por el arte clásico, hasta la búsqueda de colores primarios que descompone con
base en el fluir de sus intuiciones.

Así, la luz permite a nuestra creadora entregar imágenes concebidas por la excitación que implica ir al infinito, gracias a la acción de un lente que funciona como prolongación de su mirada. También es a partir de la luz que Estela Jara reconstruye su propia naturaleza, en un ejercicio de interiorización por el que exhibe cómo la luz funciona como revelación de nuestra propia existencia.

Dice María Zambrano: “El árbol, la planta, viven su sueño dentro, no sólo de la tierra donde hunden sus raíces, sino del espacio todo, de la bóveda del cielo”. Eso es lo que Estela Jara consigue con su fotografía: nos invita a participar de la intimidad de la naturaleza, mientras despertamos frente a la sensualidad de su capacidad evocadora, que al hacer cómplice a la luz murmura epifanías.