 |
Las
ciudades localizadas en la frontera son un fenómeno relativamente
nuevo, pues la relación que se había tenido sobre
el desarrollo de las urbes era en sitios territoriales muy definidos,
y ahora se rebasan los límites nacionales para generar nuevos
entes urbanos.
Durante el ciclo de conferencias que se realiza en la Facultad de
Arquitectura de la Universidad Veracruzana en Xalapa, |
Fernando
Winfield Reyes dio lectura a ponencia “Las ciudades de frontera”,
de Gabriela Ortiz Hernández.
Para el estado de Veracruz, aunque no tiene ciudades en esta condición,
resulta interesante saber qué pasa en tal materia porque
involucra nuevos modos para aproximarse a problemas de carácter
binacional. Ello implica la complejidad de vincular políticas
norteamericanas y mexicanas. |
Se
trata de un fenómeno que ha recibido la atención de
expertos en políticas públicas y en áreas de
tipo social y antropológicas. Las expresiones arquitectónicas
en los límites de México y Estados Unidos llaman la
curiosidad porque físicamente son muy fuertes, pero a veces
simbólicamente también configuran dos mundos que coexisten
y tienen manifestaciones totalmente diferentes.
“La propia arquitectura en Norteamérica pareciera que
trata de retomar los valores de una cierta identidad mexicana, y
lo que se hace en nuestra frontera pareciera que trata de reproducir
los modelos de la alta tecnología del país vecino”,
asentó Fernando Winfield, al exponer el caso que existe a
lo largo de la frontera de México y Estados Unidos, llamada
Laredo-Nuevo Laredo.
Destacó que este es un fenómeno interesante porque
inicialmente son centros urbanos que emergen como una fundación
colonial. Posteriormente hay ciertas dinámicas históricas,
sobre todo a partir de la guerra de 1848, en que se funda la parte
norteamericana y se genera una frontera.
A partir de la década de los cuarenta, como resultado de
un proceso de urbanización, la población mexicana
empieza a dispararse y, por ende, es mayoritariamente más
importante que la población de las contrapartes norteamericanas.
Además de ser un fenómeno territorial de relevancia,
la parte social tiene un impacto en ambas partes de la frontera.
También llama la atención que, aunque físicamente
ambas partes están muy cercanas, las expresiones formales
y los modos en que culturalmente se construyen los espacios son
diferentes. Después de la Segunda Guerra Mundial en Estados
Unidos se presentó la extensión de las infraestructuras
y un desarrollo asociado a las grandes autopistas. En el caso de
México no se da necesariamente esto así. El ordenamiento
urbano tiende a ser más disperso, a diferencia del plan de
rectores que se daba al otro lado de la frontera.
A decir de Winfield Reyes, esto es un fenómeno potencial
muy reciente y se ha estudiado bajo muchas perspectivas. Lo importante
reside en mostrar los proyectos sobre cómo se trata de relacionar
la nueva condición de urbanizar un territorio donde hay una
frontera y empieza a haber procesos de conurbación muy fuerte.
“Creo que ahora más que nunca temas como la arquitectura,
la ciudad y el urbanismo no son problemas que caigan estrictamente
en una disciplina, sino que tienen que ser aproximados desde un
conjunto de perspectivas”. |