temperatura media de la superficie de la Tierra
sea 33 ºC mayor que la que tendría si no existieran
gases con efecto invernadero en la atmósfera.
Bajo un cielo claro, alrededor del 70 por ciento del efecto invernadero
es producido por el vapor de agua. Después de él son
importantes, en este orden, el dióxido de carbono, el metano,
ozono y óxidos de nitrógeno. No se citan los gases
originados por la actividad humana que no afectan, lógicamente,
al efecto invernadero que hemos llamado natural.
El papel de las nubes (gotitas de agua suspendidas en la atmósfera)
es doble. Por una parte, el efecto invernadero es mayor que en un
cielo despejado, pero, por otra parte, reflejan la luz que viene
del sol.
¿Por
qué se produce el efecto invernadero?
El efecto invernadero se origina porque la energía que llega
del sol, al proceder de un cuerpo de muy elevada temperatura, está
formada por ondas de frecuencias altas que traspasan la atmósfera
con gran facilidad. La energía remitida hacia el exterior,
desde la Tierra, al proceder de un cuerpo mucho más frío,
está en forma de ondas de frecuencias más bajas, y
es absorbida por los gases con efecto invernadero. Esta retención
de la energía hace que la temperatura sea más alta,
aunque hay que entender bien que, al final, en condiciones normales,
es igual la cantidad de energía que llega a la Tierra que
la que ésta emite. Si no fuera así, la temperatura
de nuestro planeta habría ido aumentando continuamente, cosa
que, por fortuna, no ha sucedido.
Podríamos decir, de una forma muy simplificada, que el efecto
invernadero lo que hace es provocar que le energía que llega
a la Tierra sea “devuelta” más lentamente, por
lo que es “mantenida” más tiempo junto a la superficie
y así se mantiene la elevación de temperatura.
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