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Obtiene investigador universitario
sustancioso apoyo del Conacyt
¿Sabías que el código genético
se corrige a sí mismo?
Ricardo Luna |
En un
sistema complejo, como nuestra sociedad, es frecuente que se cometan
errores de diversos tipos, a los que también se denominan
fallas o yerros humanos; lo mismo ocurre en las computadoras,
incluso en medios de transporte, señala Miguel Ángel
Jiménez Montaño, profesor-investigador de tiempo
completo de la maestría en Inteligencia Artificial de la
Universidad Veracruzana.
Sin embargo, para que un sistema complejo funcione correctamente
debe tener redundancia, es decir, cuando falla uno de los elementos
que integral al sistema se activa otro sustituyendo sus funciones,
asegura el investigador, quien ejemplifica lo anterior con la
llanta de refacción que llevan todos los automóviles,
misma que sustituye a alguna que se encuentre averiada.
En torno a este problema, explicó el también maestro
de la Facultad de Física de la UV, John von Neumann, quien
creó la primera computadora en el mundo en 1956 (ENIAC),
escribió un artículo llamado “Automata History”,
donde señaló que todos los sistemas complejos están
sujetos a fallas y, entre más complejos fueran, más
tendrían.
Tal situación se estudió por primera vez en lo que
respecta a las comunicaciones cuando Claude Shannon, creador de
la teoría de la información, introdujera teoremas
que demostraran que si se codifica la información adecuadamente,
el receptor puede darse cuenta si tiene errores o no.
Uno
de los primeros códigos que se crearon para detectar errores
y corregirlos lo hizo el norteamericano Richard Hamming, al diseñar
un código de paridad que descubría, en una serie
de números, cuál no había sido traducido
como lo exigía la serie numérica del código
binario; a esa diferencia se le llamó dígito de
paridad.
Hoy día, este tipo de código se emplea en la industria
de la fabricación de discos compactos o en la reproducción
de imágenes y en el envío de imágenes por
computadora. Sin embargo, por más fino que sea el lector
láser va a producir errores, cambiará ceros por
unos, pero el aparato que lee tiene un corrector que al recibir
la cadena de ceros y unos que representa el sonido, los reparará
y se obtendrá con ello alta precisión. “Ésta
no se obtiene porque no se cometan los errores, sino porque hay
un código corrector dentro de la máquina y la señal
que va a dar a la bocina ya está corregida”, acota
Miguel Ángel Jiménez Montaño.
Investigación del código genético.
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La
investigación apunta hacia el desarrollo de nuevos
fármacos o control de enfermedades genéticas |
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A
principios de los años 80, la investigadora estadounidense
Rose Marie Swanson aseguró que el código genético
era también un código corrector de errores. Tal aseveración
ya había sido expuesta por varios estudiosos del mundo, pero
Swanson propuso un código específico, de índole
binaria o de Gray, cuya propiedad consiste en que, cuando
se cambia de una señal por otra, la señal codificada
cambia en un dígito o en una propiedad.
Al retomar la veta de investigación de Rose Marie Swanson,
Jiménez Montaño definió, a través de
diversos estudios en colaboración con especialistas del código
genético, que éste necesita de una representación
en un espacio de seis dimensiones. Aquí, el número
posible de códigos de Gray es muy grande, al grado
que nadie ha podido determinar cuántos hay, además
de que no necesariamente el código de Gray es el
que simboliza la cadena genética.
Bajo ese esquema de investigaciones sobre códigos de corrección
en biología molecular, Miguel Ángel Jiménez,
junto con académicos del Instituto de Inteligencia Artificial
de la UV y el investigador Rainer Feistel, de la Universidad de
Rostock, diseñaron un programa de computación de seis
dimensiones: hyperGcode 1.7. Con éste es posible modificar
virtualmente la cadena del código genético para luego,
de ser posible, manipularla en el laboratorio.
Esta aportación, que le valiera al equipo de trabajo de Jiménez
Montaño un financiamiento del Conacyt para proyectos
de investigación en México, apunta hacia el desarrollo
de nuevos fármacos o al entendimiento de enfermedades genéticas,
al poder variar los componentes de la cadena de proteínas
o de aminoácidos del ADN.
“Podemos identificar las mutaciones que vayan ocurriendo de
acuerdo a mi lineamiento de seis dimensiones, y se puede apreciar
si esas mutaciones son conservativas o radicales y qué propiedades
cambian”, concluye. |
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