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Número 23
 

Adelantos | Revista La Palabra y el Hombre

     
 

Preeminencia del libro

Filosofía de la filosofía:
la autoconciencia misma del filosofar

Celia Álvarez

filosofía de la filosofía

      En el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, el primer significado de filosofía –que procede del griego y está compuesta de dos palabras: philos, “amante de”, y sophia, pensamiento, sabiduría, conocimiento— es el “conjunto de saberes que busca establecer, de manera racional, los principios más generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad, así como el sentido del obrar humano”.

       Aunque se afirma que el filosofar es intrínseco al Hombre, no como un saber más que se agrega a otros sino como la actitud natural de los humanos y su respuesta existencial ante la maravilla del universo y del ser, la pregunta ¿qué es la filosofía? se revela en sí como una gran trampa, puesto que la contestación presupone ya una postura filosófica: no se puede responder desde “ningún lugar”. ¿Cómo salir de la trampa? ¿Desde dónde filosofar sobre la filosofía en sí?

       Richard Raatzsch, uno de los filósofos alemanes contemporáneos que han alcanzado un mayor reconocimiento por su contribución al esclarecimiento de las nociones y el método de la filosofía tardía de Ludwig Wittgenstein, ayuda en el libro Filosofía de la filosofía, de la colección Biblioteca de la Universidad Veracruzana, a meditar sobre la necesidad de esclarecer los fundamentos de una disciplina que toma por objeto la filosofía misma.

       El autor aborda la metafilosofía, que puede entenderse en dos sentidos: en primer lugar, como la conciencia de que estamos en una época que se encuentra más allá de la filosofía  --meta significa, precisamente, “mas allá de”— tras la muerte o realización de ésta, y en segundo término, como la reflexión acerca de la propia filosofía, de su definición, de los diversos estilos de hacer filosofía, etcétera.

       ¿En qué consistiría y qué cabría esperar de la “filosofía de la filosofía”? El libro del autor germano defiende, de manera clara, la tesis de que la metafilosofía no existe como disciplina autónoma y fundadora de diferentes sistemas filosóficos, sino todo lo contrario: es la expresión de dichos sistemas. Y comparte con ellos sus límites y características.img

Los temas que abarca el volumen, donde Raatzsch cita a diversos autores que le han dejado valiosas enseñanzas y le resultan muy cercanos, son los siguientes: “La diversidad de la actividad filosófica como origen y objeto de la metafilosofía”, “Verdad y sentido de las proposiciones filosóficas”, “El reto pragmatista: filosofía como propaganda y temperamento”, “Dos ideales para el filosofar; el chiste y el cálculo”, “Las imágenes de filosofar: lógica e ideología”, “De las imágenes de filosofar hacia actitudes e intereses” y “El conocimiento de la naturaleza humana y la consonancia”, que sumergen al lector en esa tarea compleja que es el pensar.

       En la Conclusión, Richard Raatzsch señala que este libro, resultado de las conferencias que ha dictado en diferentes lugares, no es más que un pequeño fragmento de lo mucho que se ha escrito sobre el asunto. “Esto se aprecia no sólo con relación a la multitud de problemas y de soluciones que pueden resumirse bajo el título ‘filosofía-de-la-filosofía’, sino también con relación a un sinnúmero de autores que han tratado el tema”, indica.

       Y agrega, antes de reconocer que el texto es una confesión o expresión de su propia actitud como filósofo: “Si hay algo de verdad en la imagen que, en el presente trabajo, fue esbozada sobre la filosofía, entonces el destino característico de cada conocimiento no se desprende de la malicia del mundo en general y de los caprichos de los críticos en filosofía en particular, sino de la naturaleza misma de la filosofía”.
      

       El libro Filosofía de la filosofía, de Richard Raatzsch, traducido por Witold Jacorzynski y José María Ariso, se puede adquirir en el Servicio Bibliográfico Universitario situado en Xalapeños Ilustres 37 o en la Feria Permanente del Libro Universitario, de Hidalgo # 9.
 
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Continúa abierta hasta el último día de julio la convocatoria de la Universidad Veracruzana para los estudiantes universitarios del país que deseen participar en tres concursos literarios: Premio Carlos Fuentes, de ensayo, Premio Sergio Pitol, de relato y Premio José Emilio Pacheco, de poesía.

Con motivo de los 50 años de la aparición de La región más transparente y de los 80 años del escritor Carlos Fuentes, el tema para la categoría de ensayo será Carlos Fuentes: narrador del siglo XX mexicano, mientras que en las categorías de relato y poesía el tema es libre. En cada caso, los textos deben ser inéditos y de creación propia.

Para mayores informes, en la Dirección General Editorial, con Germán Martínez Aceves, teléfono 01 (228) 818-59-80, correo electrónico gemartinez@uv.mx  y en la Secretaría Académica de la Universidad Veracruzana con Abigael Xilot Sánchez, correo electrónico: axilot@uv.mx y teléfono 01 (228) 842-00-00 Ext. 11126.

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Precisamente respecto al homenaje nacional a Carlos Fuentes, durante el resto de este año varias instancias culturales como el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, la Universidad Nacional Autónoma de México, la Feria del Libro de Guadalajara, el Fondo de Cultura Económica y el sello Alfaguara realizarán una serie de actividades como coloquios, mesas redondas, conferencias, conciertos, obras de teatro, funciones de cine y presentaciones de libros, relacionadas con la obra y el pensamiento crítico del escritor, que culminarán el día de su cumpleaños, el próximo 11 de noviembre.

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En torno a la Ley de Fomento para la Lectura y el Libro aprobada recientemente, en su obra ¿Cómo proteger el libro?, Markus Gerlach subraya cinco elementos favorables del precio único: la preservación de una densa red y variada de librerías, garantizándoles márgenes mínimos al evitar una guerra de precios; la restricción de la subida de precios y desaparición de títulos difíciles o de rotación lenta con un mejor tiraje; la garantía en la variedad de la oferta editorial que constituye por definición un objetivo cultural innegable; la permanencia de una serie de servicios de los que se benefician tanto editores como lectores, y finalmente, el impulso del traspaso internacional de la cultura y del saber.

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De acuerdo a cifras de la UNESCO, en México el promedio de lectura es de 2.8 libros por persona al año. El investigador Juan Domingo Argüelles lo explica así en “Los usos de la lectura en México”: 1. Estadísticamente, los verdaderos lectores son escasos y constituyen una ínfima minoría en una enorme población que, aun siendo alfabetizada y teniendo algún contacto con los libros, no puede denominarse lectora: 2. Existe un analfabetismo cultural representado por las personas que aun sabiendo decodificar una palabra, una frase, una oración, un párrafo, una página, al mismo tiempo no sólo carecen del hábito de leer sino que, además, no creen que la lectura cotidiana de libros constituya una experiencia digna de disfrutarse, y 3. Estas personas pueden ser universitarias, muchas de ellas con carreras humanísticas, y sin embargo no les interesa leer por iniciativa propia ni tienen un comercio estrecho con los libros

 
   
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