Núm. 12 Tercera Época
 
   
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ENTRE LIBROS

Felipe Ángeles en la Revolución
Adolfo Gilly (comp.),

Ediciones Era/Conaculta,
México, 2008,
308 pp.

  ilu
             

Germán Martínez Aceves*

En la historia hay personajes que por sus gestas y arrojo se convierten en mitos, héroes que se inmortalizan en estatuas, nombres de calles, estampitas, carteles, figuras miles. Pero existen también protagonistas históricos que se caracterizaron por su compromiso con las causas más justas sin alcanzar los lauros de la inmortalidad mítica. Tal es el caso de Felipe Ángeles..

          Felipe Ángeles en la Revolución reúne ocho ensayos de historiadores de primera línea, compilados por Adolfo Gilly, uno de los más acuciosos historiadores del movimiento revolucionario mexicano. Los textos son resultado de un coloquio organizado en 2005 por el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México y la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México y su División de Estudios de Posgrado, para comentar, debatir y valorar en su trascendencia histórica la figura de Felipe Ángeles, el único militar del Ejército Federal porfi rista que se pasó a las filas revolucionarias, principalmente a las de la División del Norte, comandadas por Francisco Villa.

          Felipe Ángeles nació en Zacualtipán, Hidalgo, el 13 de junio de 1868, hijo de un militar forjado en la brega contra los ejércitos invasores en el siglo XIX. A los 14 años, becado por Porfirio Díaz, ingresó al Colegio Militar, en donde tuvo una sobresaliente carrera en las armas, formado en la disciplina y la estrategia pero con un sentido que pocos militares tenían: el idealismo de defender las causas justas y evitar los actos de barbarie.

          Francisco I. Madero lo nombró director del Colegio Militar, combatió al general Pascual Orozco y tuvo la encomienda de hacerle frente a los zapatistas en Morelos, aunque optaba más por los métodos conciliadores. La Decena Trágica fue tal vez la coyuntura que lo alejó de la obediencia a la institucionalidad. Su lealtad a Madero lo llevó a la cárcel pero su arraigo al Ejército Federal lo salvó del fusilamiento, condenándolo al destierro.

          Regresó con las fuerzas militares de Venustiano Carranza, con quien fi nalmente entraría en controversia para encontrar el cauce de sus ideales en lasfilas de Pancho Villa. Junto con el Centauro del Norte brilló como estratega e ideólogo pero también conoció la tozudez de Villa, que lo condujo a la derrota. En vano intentó unir a los rebeldes y disciplinar a los villistas. Se aisló y fue aprehendido para ser fusilado en Chihuahua el 26 de noviembre de 1919.

          Esta apretada síntesis biográfi ca de Felipe Ángeles se puede leer en extenso y con análisis certeros en los ensayos que conforman este libro.

          Friedrich Katz, el investigador por excelencia de la vida de Pancho Villa, escribe “Felipe Ángeles y la Decena Trágica” en el que califi ca a Ángeles como “una de las personalidades más interesantes y singulares que intervinieron en la Revolución mexicana. No sólo fue el general del Ejército Federal más cercano a Francisco I. Madero; también fue el único general de ese ejército que se unió a los revolucionarios cuando Victoriano Huerta tomó el poder y Madero fue asesinado. Fue el único verdadero intelectual que produjo el Ejército Federal”.

          Adolfo Gilly, en “¿Y de mis caballos, qué? Un incidente en la vida del general Felipe Ángeles”, nos ofrece la transición del general adscrito a las fuerzas federales para entrar al movimiento revolucionario pasando por encarcelamientos y destierros.

          “Felipe Ángeles y la Convención de Aguascalientes”, de Felipe Arturo Ávila Espinosa, analiza el peso que tuvo el ideólogo de la División del Norte en la trascendental y caótica reunión de las fuerzas revolucionarias que defi nieron un gobierno sin la inclusión de villistas y zapatistas, quienes mostraron incapacidad de hacer un frente común.

          “Una guerra no secreta: similitudes y diferencias de Felipe Ángeles y Venustiano Carranza”, de Javier Garciadiego, actual director de El Colegio de México, desmenuza ambas personalidades que “tenían muchas similitudes; acaso por ello tuvieron tan hondas diferencias”. Justo esta desavenencia llevó a Ángeles a sumarse a las fi las de Pancho Villa.

          “El embrujo de Felipe Ángeles. Ensayo sobre un militar académico y sus historiadores”, de Pedro Salmerón Sanginés, quien estudia las campañas militares de 1914 y 1915 y concluye que “los historiadores exageran el papel de Felipe Ángeles […] muy probablemente debido a que sea mucho más fácil […] entender a un intelectual, que a un personaje tan distinto, tan lejano, tan contradictorio y rodeado de mitos como Francisco Villa”.

          La historiadora Odile Guilpain escribe “El último exilio de Ángeles”, ese destierro que aniquila. Apunta: “el exilio le obligó a una inacción que, según sus propias palabras, lo iba hundiendo paulatinamente en un sentimiento de inutilidad, que lo fue destrozando, disgregando”.

* Coordinador de Actividades de la Dirección General Editorial de la UV.
 
 
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