El exdirector del Instituto de Formación Profesional
de la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal
dice: “Esta sucediendo en todos lados. En el sexenio
de Vicente Fox se registraron 100 mil bajas de los
cuerpos militares, esto es gravísimo […] ¿dónde están
esos militares?”4
El siguiente dato es elocuente. Entre 2004 y 2006
se contrataron en las policías estatales 91,374 elementos.
De acuerdo a datos del Sistema Nacional de Seguridad
Pública en el 2004, 29,059; en el 2005 hubo
37,166 altas y en el 2006: 25,166 nuevos elementos
policiacos. Los estados del país que más alta rotación y
altas de policías han tenido en estos años son el Estado
de México, 13,652; Veracruz, 9,016; Distrito Federal,7,925; Michoacán, 3,933; Guerrero, 3,759; Tamaulipas,
2,985; Nuevo León, 1,967 y Sinaloa 849; es decir,
en aquellos estados en los cuales existe mayor presencia
del narcotráfico y en los cuales se ha implantado el
programa “México Seguro”. Respecto de lo anterior,
llama la atención el caso de Veracruz porque de los 11
454 elementos de sus policías, 9016 altas es un dato
que habla de la desinstitucionalización de las policías
veracruzanas.5
Ahora bien, la crisis policiaca que se manifestó en
1982 se agravó a partir de 1994. La instalación del Sistema
Nacional de Seguridad Pública fue el proyecto
más ambicioso de las elites políticas para reorganizar a
las policías y controlar los efectos negativos de las reformas
estructurales impulsadas desde 1982. La ley general
que establece las bases de coordinación del snsp se
publicó en 1995 y presentó por primera vez “una visión
sistémica de la seguridad pública” (Moloeznick, 2005).
La creación del snsp en 1995 antecedió a otros
cambios organizacionales que no han consolidado el
proyecto de coordinación nacional policiaca, tales como
la creación de la Policía Federal Preventiva en 1999, la
Secretaría de Seguridad Pública en el 2000, la Agencia
Federal de Investigaciones en 2001 y el Cuerpo de
Fuerzas de Apoyo Federales en 2007. La característica
principal de estos cambios organizacionales es el papel
cada vez más protagónico del ejército en la gestión de
las policías. Actualmente, Roberto Campa Ciprián,
excandidato presidencial del partido Nueva Alianza,
es el nuevo secretario ejecutivo del Sistema Nacional
de Seguridad Pública.
Los cambios organizacionales han sido acompañados
por la más grande inversión estatal en seguridad
pública desde los años ochenta, sin embargo, el
incremento del presupuesto no ha garantizado un sistema
policiaco eficaz, eficiente, legítimo y democrático.
La inversión en seguridad pública ha crecido 50
veces desde 1994. Veamos los siguientes datos: “entre
1994 y 2005 la escalada equivale a 50 veces más fondos
en un plazo de 11 años (en 1994 se ejercieron 276
millones de pesos para esta función, en el año 2005 la
Cámara de Diputados aprobó un ejercicio presupuestario
de 13,451 millones de pesos)” (López Portillo,
2006).
El modelo policial implantado a partir de 1994 ha
tenido logros muy magros porque no han disminuido
el sentimiento de inseguridad ni las tasas delictivas.
Las principales deficiencias organizacionales del snsp
han determinado su baja eficiencia en la reducción de
los delitos. El snsp ha enfrentado problemas para coordinar
eficientemente los operativos de los militares,
las policías federales y las policías estatales y municipales,
asimismo entre las policías y las instituciones
judiciales.
La capacidad de gestión federal de las policías
ha sido deficiente porque han existido resistencias de
algunos gobernadores y presidentes municipales a la
integración efectiva de las corporaciones bajo argumento
de defensa de sus soberanías locales. El apoyo
de la coordinadora de gobernadores [conago] a la
decisión del Presidente de combatir el narcotráfico
con operativos militares y policiacos ha sido bloqueada
por las policías locales. Un elemento paradójico
de la participación de los militares en los operativos
antidrogas son los arraigos a policías municipales y federales
bajo sospecha de vínculos con el narcotráfico.
La policía federal preventiva aparece en muchos
casos enfrentada a los policías municipales, o bien al
ejército, como en el caso del aeropuerto de Mexicali en
el cual 6 policías federales encargados de la vigilancia
dejaron pasar a traficantes de droga que fueron capturados
más tarde por los militares. La coordinación
institucional del gobierno federal ha sido muy poco
operativa y ha implicado un conflicto de mandos y
baja colaboración entre corporaciones. En tales circunstancias,
el actual gobierno panista ha presentado
el Plan Nacional de Seguridad Pública [pnsp] para dar
continuidad a las políticas que en la materia implantó
Vicente Fox (2000-2006) en el gobierno anterior.
El balance de los expertos sobre los logros del gobiernos
federal anterior es lapidario: “se va del cargo
tal como llegó, sin un modelo técnico y moderno de
interpretación y gestión de la inseguridad, el delito y
la violencia”; asimismo, “aunque hubo avances, durante
los seis años de la administración del presidente
Vicente Fox se desaprovechó la estructura institucional
para hacer un buen trabajo en seguridad pública”6
(Sánchez Rebolledo, 2007). Sin embargo, el gobierno
federal anterior estableció los ejes de la reforma policiaca
que Felipe Calderón Hinojosa intenta desarrollar
mediante el proyecto del pnsp.
Es muy importante señalar la continuidad de
las políticas de los gobiernos panistas de la alternancia
que bien pueden caracterizarse como lo hace un
experto cuando comparaba el gobierno de Ernesto
Zedillo Ponce de León (1994-2000) y Vicente Fox
Quezada (2000-2006): “un común denominador […]
es el modelo punitivo en detrimento de la participación
ciudadana […] en México, bajo el gobierno de
Vicente Fox, continúa la experiencia en el área de la
seguridad pública y la aplicación de la ley sin cambios
sustanciales” (Moloeznick, 2006).
5 Igual.
6 David Vicenteño. “Hacia el vi Informe de Gobierno”, diario
Reforma, 1 de diciembre de 2006
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