Núm. 3 Tercera Época
 
   
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Adrián Mendieta
METÁFORAS DE LA LUZ
 
 
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Convocatoria

 

 

 

 

 

 

 
 
 
 
 
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Ejercicios de oído que llamo “de espionaje”: con una libretita ir tomando nota de lo que oímos en el café, en la escuela, en nuestra casa, requiere disimulo y algo de hipocresía. Se apunta a toda velocidad lo que oímos, lo que dicen pero con la atención en cómo lo dicen, en las palabras y no en el sentido. Si los espiados se dan cuenta, algo puede ocurrir; claro, así se
aprende que la dramaturgia tiene sus riesgos.

De la transcripción dura y directa es necesario pasar a la elaboración. Raro es que la gente hable con gracia literaria, con pulimento, con eufonía. Ese retoque, a lo fotográfi co, es un trabajo literario y claro que es más lento que el trabajo dramático y puro, y se aprende con menos facilidad. Hay muchas obras dramáticas efi caces y que gustan abiertamente al público, salen bien, son interesantes, inteligentes…, pero en la lectura no resultan objetos artísticos, sino artesanales con mediano acabado. Cómo habla la gente nos da modelos a imitar; en las obras de los siglos de Oro vemos con claridad la diferencia de habla entre patanes, tontos, caballeros y sabios. ¡Y todos se expresan en primorosos versos! Ese es un modelo a considerar y cotejar con los apuntes de diálogo directamente tomados del natural.

Es necesario seleccionar, pulir. El drama es arte literario y a menudo se les olvida a los practicantes. Aconsejo el cultivo del verso clásico, medido y rimado. La difi cultad de encontrar música y armonía con las palabras tiene una fácil evidencia en las leyes de la música, la rima y los acentos. No quiero que salga poesía, simplemente versos pulidos y bien hechos que den agilidad, oído y ofi cio con las palabras que se practica. El verso libre es más difícil y luego los poetas confunden la vil prosa partida en renglones largos y cortos con la poesía libre. Pero es necesario afi nar la pluma y tratar de que el diálogo sea algo bello.

La práctica constante: el único modo de ser escritor es escribir. El que no halle placer en redactar páginas y páginas, más vale que no escriba. Conozco gentes que han querido ser escritores y odian tener que escribir para merecer el título. Claro, no resultan buenos autores.

No sé decir mucho más de este ofi cio. Tratamos de crear espacios precisos para el Fénix y otras aves fantásticas, y la meta verdadera es que, al terminarlos, vuelen en libertad. Queremos poblar los escenarios con criaturas vivas, libres y signifi cativas. Tratando de lograrlo consumimos la vida. Nuestros herederos sabrán si tuvimos éxito.

 
 
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